El Papa Francisco advirtió sobre el número “cada vez mayor de personas desplazadas a causa de la crisis climática”, que “es muy a menudo el resultado de decisiones equivocadas”
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El Papa Francisco. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa |
El deterioro del clima, lamenta
el Santo Padre, “se está convirtiendo rápidamente en una gran emergencia de
nuestra época, tal y como podemos ver casi todas las noches en nuestras
pantallas, y que exige respuestas globales”.
En el prólogo al documento,
Francisco señala que “cuando las personas se ven obligadas a migrar porque el
ambiente en el que viven ya no es habitable, nos puede parecer la consecuencia
de un proceso natural, algo inevitable”.
El cambio climático “durante
mucho tiempo se ha venido desarrollando con tal lentitud que ha sido
prácticamente imperceptible, con excepción de unos pocos con visión de futuro.
Incluso ahora, sus repercusiones se manifiestan de manera desigual: el cambio
climático afecta a todo el mundo, pero quienes menos han contribuido a ello son
los que más sufren sus consecuencias negativas”.
Advierte el Pontífice que muchos,
como consecuencia de los efectos del cambio climático, se ven “obligados a
abandonar campos y costas, casas y aldeas, huyen apresuradamente, llevando
consigo tan sólo unos pocos recuerdos y pertenencias, fragmentos de su cultura
y de su tradición”.
“Partieron llenos de esperanza,
con la intención de volver a empezar desde cero en un lugar seguro. Sin
embargo, la mayoría termina viviendo en barrios marginales peligrosamente
hacinados o en asentamientos improvisados, esperando su destino”.
Por ello, “quienes han sido
expulsados de sus hogares por culpa de la crisis climática necesitan ser
acogidos, protegidos, promovidos e integrados. Quieren volver a empezar. Para
que puedan crear un nuevo futuro para sus hijos, es necesario que se les
permita hacerlo y se les tiene que ayudar”.
“Acoger, proteger, promover e
integrar son todos los verbos que se corresponden a acciones útiles. Quitemos,
entonces, uno por uno, esos escollos que bloquean el camino de los desplazados,
aquello que les reprime y margina, que les impide trabajar y acudir a la
escuela, lo que les convierte en invisibles y les niega su dignidad”.
Las Orientaciones Pastorales
sobre Desplazados Climáticos, afirma el Papa Francisco, “nos invitan a ampliar
la forma en que miramos este drama de nuestro tiempo. Nos impulsan a ver la
tragedia del desarraigo prolongado que hace gritar a nuestros hermanos y
hermanas, año tras año: ‘No podemos volver atrás y no podemos empezar de
nuevo’. Nos invitan a tomar conciencia de la indiferencia de la sociedad y de
los gobiernos ante esta tragedia. Nos piden que veamos y nos preocupemos.
Invitan a la Iglesia y a demás personas a actuar juntos, y nos explican cómo
podemos hacerlo”.
Ya dentro del documento, las
Orientaciones plantean que ante este reto, “la Iglesia católica reafirma su
solicitud maternal por todos los que han sido desplazados a causa de sus
efectos”.
El objetivo principal de estas
Orientaciones “es el de proporcionar algunas consideraciones clave, útiles para
las conferencias episcopales, Iglesias locales, congregaciones religiosas,
organizaciones católicas, agentes de pastoral y todos los fieles católicos, a
la hora de planificar su acción pastoral y desarrollar programas concebidos
para brindar una asistencia eficaz a los desplazados climáticos”.
“Aumentar el grado de
sensibilización”, se argumenta, “ayudará a abrir los ojos de las personas a las
repercusiones de la crisis climática sobre la existencia humana. La ceguera
ante estos temas es generalizada y se debe principalmente a simple ignorancia,
indiferencia y egoísmo frente a fenómenos que ponen en peligro el bien común,
la negación intencionada de la realidad para proteger intereses creados,
malentendidos”.
Se subraya que “Dios proporciona
los medios para ver, pero los seres humanos deben estar dispuestos a pasar de
la ceguera a la conciencia”.
En las Orientaciones se aboga por
evitar “la falsa polarización entre el cuidado de la creación, por un lado, y
el desarrollo y la economía, por el otro”.
Se subraya que “la Iglesia
Católica está llamada a promover una conversión ecológica integral en relación
con la crisis climática y el desplazamiento, de manera respetuosa con el medio
ambiente y el desarrollo humano”.
La Iglesia Católica también está
llamada “a mejorar la capacidad de adaptación de las personas afectadas por la
crisis climática y a contribuir de forma activa en la búsqueda de alternativas
al desplazamiento, que defiendan el derecho a la vida, que incluye la
posibilidad de vivir una vida digna, en paz y seguridad. Nadie debe ser
obligado a huir de su patria”.
Cuando se da la necesidad de
desplazarse por razones climáticas, “la Iglesia Católica está llamada a
participar, de manera proactiva, en ayudar a preparar a las personas para el
desplazamiento, proporcionando información correcta y fidedigna. Esto podría
ayudarles en las decisiones que deberán tomar antes de migrar y mejorar su
preparación mediante el empoderamiento personal y comunitario”.
La Iglesia Católica está llamada
asimismo “a involucrar a la sociedad y a preparar y animar a las personas a
tener un espíritu de acogida, a estar dispuestas y deseosas de extender su
solidaridad a los desplazados climáticos, proporcionándoles un refugio y
condiciones adecuadas para su supervivencia, protegiendo sus derechos y
dignidad, promoviendo su desarrollo humano integral, y facilitando los procesos
de integración social, laboral y cultural”.
Finalmente, “la Iglesia católica
está llamada a acoger, proteger, promover e integrar a los desplazados
climáticos, haciendo especial hincapié en la necesidad de desarrollar una
atención pastoral capaz de responder a las diferentes necesidades de los
católicos, así como las de quienes pertenecen a otras religiones y creencias”.
Para leer el texto completo de
las Observaciones, acceda AQUÍ.
Por Miguel Pérez Pichel
Fuente: ACI Prensa