«¿En qué estamos gastando el tiempo en nuestro ministerio, qué es lo que vivimos y cómo estamos caminando juntos?», los ha interpelado el purpurado este Martes Santo durante la Misa Crismal
La Eucaristía ha sido
concelebrada por los cuatro obispos auxiliares de Madrid, José Cobo, Santos
Montoya, Juan Antonio Martínez Camino, SJ, y Jesús Vidal, así como por el
cardenal arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo, y el obispo venezolano
Luis Armando Tineo. Junto a ellos han estado cerca de dos centenares de
sacerdotes en una celebración que es «como una manifestación de comunión de los
presbíteros con el propio obispo», ha señalado el cardenal Osoro en
la homilía.
En una pandemia que «nos ha
situado en otro paradigma que no es el del bienestar, sino el del cuidado», el
cardenal ha animado a los sacerdotes a la escucha. «Somos pastores y como Jesús
sentimos la necesidad de sentarnos a escuchar», ha indicado. Y a la vez ha
advertido: «Pero sepamos escucharnos entre nosotros».
Asimismo, ha agradecido a los
sacerdotes diocesanos que «han sabido mirar más allá de la comodidad personal»
durante este tiempo de pandemia y, en este sentido, ha recordado que «la altura
espiritual de cualquier ser humano está marcada por el amor».
Sacerdotes ungidos, enviados y
seguidores de Jesucristo
El arzobispo de Madrid ha
propuesto a los presbíteros descubrirse ungidos, «en lo que somos»; enviados,
«en donde estamos», e imitadores y seguidores de Jesucristo, «en medio de
nuestro pueblo». «Sí, ungidos –ha dicho– para repartir la vida y no quedarnos
con nada». Enviados para, como decía el profeta Isaías, dar al Buena Noticia, y
siempre de forma alegre. «¿Es misionando como me lleno de alegría o tengo que
buscar otras cosas para estar alegre?», ha preguntado, en una invitación a la
reflexión.
Por último, el purpurado ha
animado a ser «sacerdotes enamorados de la madre Iglesia», sin maltratarla «con
opiniones personales», sin aprovecharse «del manejo indiscreto de heridas o
desavenencias para lastimar o burlarse» de ella o de «algunos hermanos», sin
«perder la mirada del primer amor». «Nuestro ministerio es de Jesucristo», ha
aseverado. «Seamos sacerdotes que santificamos y que no nos instalamos nunca en
la mundanidad», ha concluido, «que nunca concibamos el ministerio como una
gestión, que no seamos autorreferenciales, que de célibes nos volvamos solteros
y estériles».
Begoña Aragoneses
Fuente: Alfa y Omega






