El Papa Francisco recibió en audiencia este jueves 18 de marzo en el Vaticano a los alumnos del Pontificio Colegio Belga, e invitó a los sacerdotes y seminaristas a mirar a San José, un padre que acoge, custodia, ama y sueña
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El Papa a su llegada a la audiencia con el Pontificio Colegio Belga. Foto: Vatican Media |
En vísperas de la solemnidad de San José, y en
el año especialmente dedicado a él, el Pontífice quiso reflexionar
brevemente sobre el Custodio de Jesús, y su “modo de ejercer la paternidad con
los que nos han sido confiados”.
Un padre que
acoge
San José “es un
padre que acoge”, comenzó el Santo Padre. En efecto, “tras superar toda rebeldía
y dejar de lado sus planes personales, aunque fueran legítimos, amó y acogió a
María y a Jesús, una esposa y un hijo muy diferentes de la visión de la vida
familiar que él hubiera deseado, pero por ello tanto más custodiados y amados
por él”.
Por lo tanto,
subrayó Francisco, “José no buscó explicaciones para la sorprendente y
misteriosa realidad con la que se encontró, sino que la acogió con fe, amándola
así como era”.
De forma
concreta, sugirió a los párrocos que llegan a una nueva parroquia que amen
“primero a la comunidad, gratuitamente, sólo porque ha sido enviado a ella; y
poco a poco, amándola, la conocerá a fondo y podrá contribuir a encaminarla por
nuevos senderos”.
Un padre que
custodia
El Papa
Francisco explicó que “ser custodio es una parte esencial de su vocación y
misión. Es una tarea que José vivió con discreción, con humildad, en silencio,
pero con una presencia constante y una fidelidad total, aun cuando no
comprende; la vivió con la atención constante a Dios, abierto a sus signos,
disponible a su proyecto, y no tanto al propio”.
Por eso,
“cumplió esta tarea con la libertad interior del siervo bueno y fiel que sólo
desea el bien de los que le han sido confiados”.
Para San José,
“como para todo sacerdote que se inspira en él para su propia paternidad”,
“custodiar significa amar con ternura a quienes nos han sido confiados,
pensando ante todo en su bien y en su felicidad, con discreción y con
perseverante generosidad”.
Custodiar “es
una actitud interior, que conduce a no perder nunca de vista a los demás,
sopesando de vez en cuando cuándo retirarse y cuándo acercarse, pero
manteniendo siempre un corazón vigilante, atento y orante”.
Custodiar es
“la actitud del pastor”, subrayó el Papa, “que nunca abandona a su rebaño, sino
que, respecto al mismo, se coloca en una posición diferente según las
necesidades concretas del momento: delante para abrir el camino, en medio para
animar, detrás para recoger a los últimos”.
“Es a lo que
está llamado el sacerdote en su relación con la comunidad que le ha sido
confiada, es decir, a ser un custodio atento y dispuesto a cambiar, según lo
que la situación requiera”. El Papa continuó: “Cuando un pastor ama y conoce a
su rebaño, sabe hacerse esclavo de todos”.
Un padre que
sueña
San José “es un
padre que sueña”, no “un soñador en el sentido de alguien con la cabeza en las
nubes, alejado de la realidad”, matizó el Papa. Más bien es “un hombre que sabe
mirar más allá de lo que ve: con una mirada profética, capaz de reconocer el
plan de Dios donde otros no ven nada, y de tener así una meta clara hacia la
que tender”.
De ese modo,
“custodiando la fragilidad del Niño y de su Madre, José miró más allá de sus
deberes de padre de familia y, prefiriendo creer a Dios más que a sus propias
dudas, se ofreció a Él como un instrumento para la realización de un plan más
grande, en un servicio prestado de forma apartada, generoso e incansable, hasta
el silencioso final de su propia vida”.
De esa manera,
también para los sacerdotes “es necesario saber soñar con la comunidad que se
ama, no limitándose a querer conservar lo que existe, sino estar dispuestos, en
cambio, a partir de la historia concreta de las personas para promover la
conversión y la renovación en sentido misionero, y hacer crecer una comunidad
en marcha, formada por discípulos guiados por el Espíritu e ‘impulsados’ por el
amor de Dios”.
Finalmente, el
Papa invitó a los sacerdotes a aprovechar el año dedicado a San José para
“redescubrir de modo particular en la oración la figura y la misión de San
José, dócil a la voluntad de Dios, humilde autor de grandes empresas, siervo
obediente y creativo”.
Por Miguel Pérez Pichel
Fuente: ACI
Prensa