500 años del primer anuncio de la fe cristiana en Filipinas y de la celebración de la primera Santa Misa, que tuvo lugar el 31 de marzo, día de Pascua, de 1561.
![]() |
| Audiencia del Papa a la comunidad del Pontificio Colegio Filipino |
Al
recibir a la comunidad del Pontificio Colegio Filipino el Papa les recomendó
“conocer el pasado, proyectados hacia el futuro, para vivir mejor el presente,
un tiempo oportuno para la formación y la santificación, acogiendo las
oportunidades que el Señor les da para seguirlo y configurar sus vidas a Él,
incluso estando lejos de sus amadas Filipinas”
Al final de la mañana el Papa Francisco
recibió en audiencia, en la Sala Clementina del Palacio apostólico, a la
comunidad del Pontificio Colegio Filipino “de Nuestra Señora de la Paz y Buen
Viaje", compuesta por sacerdotes, religiosas y fieles laicos, con motivo
de los 500 años del primer anuncio de la fe cristiana en Filipinas y de la
celebración de la primera Santa Misa, que tuvo lugar el 31 de marzo, día de
Pascua, de 1561.
“Juntos
damos gracias al Señor por estos sesenta años de formación sacerdotal, que han
dado a tantos seminaristas y sacerdotes la oportunidad de crecer como
sacerdotes según el corazón de Cristo para el servicio del Pueblo de Dios en
Filipinas”
Mirar al futuro con esperanza
A partir de estos aniversarios el Papa
compartió con todos ellos algunas reflexiones sobre el tiempo, “del que se
compone nuestra vida y que es un don que Dios nos ha dado y ha confiado a
nuestra responsabilidad, para que sepamos aprovechar la oportunidad de dar las
‘gracias’, para realizar buenas obras y mirar al futuro con esperanza”.
El pasado: caminar con la memoria
En primer lugar, el Pontífice los invitó
a pensar en el pasado, en la historia que cada persona y cada realidad traen
consigo. Y les dijo que “retroceder en el tiempo, incluso siglos, como lo
hacemos con el nacimiento de la Iglesia en Filipinas, es caminar con la
memoria, desandando los pasos de los que nos han precedido, para volver a los
orígenes de su fe con sentimientos de gratitud y asombro por lo que se les ha
dado”.
“Cada
aniversario da la oportunidad de hojear ‘el álbum familiar’ y recordar de dónde
venimos, qué fe hemos vivido y qué testimonios evangélicos nos han permitido
ser quienes somos ahora”
El Señor jamás abandona
Y tras destacar que esto vale para todo
un pueblo y también para cada persona individual, como por ejemplo cuando se
mira hacia atrás y se recuerda a quienes los han hecho enamorarse de Jesús,
como puede ser un párroco, una religiosa, los abuelos o los padres, el Santo
Padre les hizo una recomendación:
“Cuando
se sientan cansados y desanimados, abatidos por alguna prueba o fracaso, miren
hacia atrás a su historia, no para escapar a un pasado ‘ideal’, sino para
redescubrir el ímpetu y la emoción del ‘primer amor’. Hace bien volver sobre
los pasos de Dios en nuestra vida, todas las veces que el Señor se ha cruzado
en nuestro camino, para corregir, animar, reprender y reanimar”
El futuro: una escuela de esperanza
“Si el pasado ofrece la oportunidad de
ser conscientes de la solidez de nuestra fe y de nuestra vocación – prosiguió
diciendo el Papa – el futuro amplía nuestros horizontes y es una escuela de
esperanza”. Además, les recordó:
“Queridos
sacerdotes – pero puede aplicarse también a los consagrados y a los laicos – no
sean hombres del eterno mañana, que siempre avanzan, en una hipotética
condición ideal – la mala utopía – el momento oportuno y decisivo para hacer
algo bueno; y no vivan en una perpetua condición de ‘apnea’, limitándose a
soportar el presente y a esperar que pase”
El presente: único tiempo que está en
nuestras manos
Después de haber “viajado” al pasado y
al futuro, Francisco les dijo: “Volvamos al presente, el único tiempo que está
ahora en nuestras manos, y que estamos llamados a aprovechar para un camino de
conversión y santificación”.
“El
presente es el momento en el que Dios llama, no el ayer, ni el mañana; estamos
llamados a vivir el hoy, incluyendo sus contradicciones, sufrimientos y
miserias, de los que no hay que huir ni evitar, sino asumir y amar como
ocasiones que el Señor nos ofrece para estar más íntimamente unidos a Él,
incluso en la cruz”
“Hoy es el momento de la concreción”,
les dijo Francisco y teniendo en cuenta el por el que se encuentran en Roma,
les recomendó ser serios y diligentes en sus estudios. A la vez que recordó lo
que San Juan Pablo II dijo a sus predecesores en junio de 2001, que "a
través de su compromiso con el estudio estarán preparados para llevar a cabo el
ministerio de la Palabra, anunciando el misterio de la salvación con claridad y
sin ambigüedades, distinguiéndolo de las meras opiniones humanas".
“Conocer
el pasado, proyectados hacia el futuro, para vivir mejor el presente, un tiempo
oportuno para la formación y la santificación, acogiendo las oportunidades que
el Señor les da para seguirlo y configurar sus vidas a Él, incluso estando
lejos de sus amadas Filipinas”
Y
concluyó con las palabras que San Juan XXIII dirigió hace sesenta años a la
primera comunidad del Colegio Filipino, para que todos los sacerdotes
encuentren aquí “fe y cultura en fuente abundante y ambiente fraternal, y así
pertrechados volverán a su patria, como escogidos pregoneros de la verdad”.
Vatican News






