Ha enviado un mensaje a la FAO con motivo del Día Mundial del Agua, en el que insta a líderes políticos y económicos a promover el cambio de estilos de vida
![]() |
| Foto: Manos Unidas/María Eugenia Díaz Calleja |
El
Papa Francisco ha arremetido este lunes contra la «mercantilización» y la
«contaminación» de los recursos hídricos al tiempo que ha instado a habilitar
un marco jurídico «vinculante» que regule el acceso a agua potable en todo el
planeta, informa Europa Press.
«Es urgente una cobertura
jurídica vinculante, un apoyo sistemático y eficaz para que a todas las zonas
del planeta llegue, en cantidad y calidad, el agua potable», ha señalado el
Papa en un mensaje enviado a la FAO, la agencia de las Naciones Unidas para
erradicar el hambre, con ocasión del Día Mundial del Agua. El texto ha sido
leído en un vídeo mensaje por el secretario de estado del Vaticano, el cardenal
Pietro Parolin.
Francisco ha instado a los
líderes políticos y económicos a «trabajar para terminar con la contaminación
de los mares y los ríos, de las corrientes subterráneas y los manantiales» a
través de una labor educativa que promueva «el cambio de los estilos de vida»
actuales.
También a recordado el papel del
agua potable y el saneamiento para la reducción de contaminación de alimentos y
enfermedades infecciosas: «Muchas, si no la mayoría, de las patologías
provocadas por alimentos se originan, de hecho, en la mala calidad del agua
utilizada en su producción, procesamiento y preparación».
En Mbuji Mayi ya pueden lavarse
las manos
Un año después de que un gesto
tan sencillo como lavarse las manos adquiriera un protagonismo inesperado en la
vida cotidiana del primer mundo a causa de la pandemia de coronavirus, tres de
cada diez personas (más de 2.000 millones) siguen sin tener acceso a agua potable.
La mayoría, en países del sur. La ayuda de la Iglesia es, frente a eso, una
gota frente a un desierto. Pero una gota que para millones de personas puede
suponer la diferencia entre la vida y la muerte.
Es el caso, por ejemplo, de los
habitantes de Mbuji Mayi, en República Democrática del Congo. El misionero
salesiano Mario Pérez compartió en los primeros meses de la pandemia cómo «aquí
la gente no tiene ni agua». Esta petición de ayuda suscitó la respuesta
de Misiones
Salesianas, que construyó una serie de fuentes.
No es el único caso. Junto a
ellos, 254.000 personas de países como Namibia, Haití, Tanzania, Togo o
Colombia han tenido acceso al agua y a instalaciones sanitarias adecuadas en el
último año gracia a proyectos de esta entidad; el 25 % de los destinados a la
lucha contra la COVID-19.
Una forma de consumir con graves
repercusiones
Si se mira a las últimas dos
décadas, han sido 100 proyectos, con una inversión de 2,6 millones de euros,
que han beneficiado a cuatro millones de personas. «Nuestro compromiso con el
Objetivo de Desarrollo Sostenible 6, mejorar el acceso al agua potable y los
saneamientos, es claro. Entendemos que el agua es una prioridad para el
desarrollo de las comunidades», ha subrayado Eusebio Muñoz, director de
Misiones Salesianas.
En efecto, acceder al agua no es
fundamental solo en la lucha contra la pandemia; esta es simplemente un toque
de atención sobre un problema en el que raras veces se piensa cuando a uno no
le afecta directamente. «Los seres humanos, fundamentalmente en los países más
ricos, seguimos sin ser conscientes de que nuestra manera de vivir y de
consumir tiene graves repercusiones en las vidas de millones de personas en
países con menos recursos», critica desde el departamento de Estudios de Manos Unidas María José
Hernando.
1.000 niños al día mueren de
diarrea
En África subsahariana, donde
habitan 900 millones de personas, «la escasez de agua o el consumo de agua no
segura está en la base de muchas enfermedades». Por ejemplo, es una de las
principales causas de la mortalidad infantil temprana, entre 0 y 5 años, porque
provoca diarreas, fiebres tifoideas y favorece la malaria», explica Victoria
Braquehais, misionera con una larga experiencia en la República Democrática del
Congo y ahora en Camerún. Estas diarreas, fácilmente prevenibles, causan la
muerte a 1.000 niños cada día.
Pero no tener a mano un
suministro constante de agua potable «disminuye mucho la calidad de vida» de
otras maneras, quizá menos obvias. «En nuestros hospitales atendemos a muchas
personas, especialmente a mujeres que padecen problemas de espalda debido a que
desde muy jóvenes tienen que transportar los bidones de 20 litros a grandes
distancias», añade Braquehais.
Son las mujeres y las niñas las
encargadas de esta dura tarea, lo cual las convierte en presas fáciles para los
agresores sexuales. En el caso de las niñas, además, «muchas no están
escolarizadas» porque tienen que hacerse cargo de esta tarea, que implica no
solo desplazamientos de bastantes kilómetros sino «esperas porque los puntos de
acceso no son suficientes», explica la misionera. Así, les ocupa gran parte del
día. Cuando ya son mujeres adultas, estas ausencias «desestabilizan el hogar».
Otros, de hambre
No es un problema únicamente de
cómo están distribuidos los recursos naturales o de falta de infraestructuras.
Desde el desierto de la Guajira, en Colombia, Ruth Chaparro lamenta que en los
últimos años «miles de niños» del pueblo wayuu «han muerto de hambre porque se
agotó el agua» a causa de «un cambio climático producido por causas humanas».
Estos fenómenos se producen en todo el mundo, y afectan al sustento de 2.600
millones de personas que dependen directamente de la agricultura. Esta mayor
pobreza ya está detrás de algunos movimientos migratorios, y puede provocarlos
aún a mayor escala en el futuro.
Fuente: Alfa y Omega






