16 – Marzo. Martes de la IV semana de Cuaresma
Evangelio según
Juan 5, 1-16
Misioneros digitales católicos MDC
Se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en
hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos
enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.
Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:
«¿Quieres quedar sano?».
El enfermo le contestó:
«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se
remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado».
«Levántate, toma tu camilla y echa a andar».
Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:
«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla».
Él les contestó:
«El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla y echa a andar”».
Ellos le preguntaron:
«¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?».
Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado.
Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:
«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor».
Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.
Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
La actitud de
este hombre nos hace preguntarnos: ¿De qué estaba enfermo?, pues parece que
sufría alguna forma de parálisis, aunque podía caminar un poco. Sin embargo, su
mayor enfermedad era que estaba paralizado en su corazón, estaba enfermo en su
alma, estaba enfermo de pesimismo, estaba enfermo de tristeza, estaba enfermo
de pereza. Esta era la patología de este hombre: 'Sí, quiero vivir, pero…' No
podía salir de su indecisión para responder resueltamente: '¡Sí, quiero
curarme!'. Se quedaba en las quejas contra los demás. [...] pero la clave está
en el encuentro posterior con Jesús en el Templo, cuando le dijo: 'Mira, estás
curado. No peques más, no sea que te pase algo peor'. Entonces el hombre fue
curado de su pecado. ¿De cuàl pecado? Del pecado de sobrevivir quejándose
siempre de la vida de los demás: del pecado de la tristeza que es la semilla
del diablo, de esa incapacidad de tomar una decisión sobre su propia vida, y de
asomarse a la vida de los demás sólo para quejarse. [...] fue curado de un pecado
que el diablo puede utilizar para aniquilar nuestra vida espiritual y también
nuestra vida como personas. (Homilía en Santa Marta - 24 de marzo de 2020)
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