Somos muchos los cristianos que iremos al purgatorio, por gracia de Jesús, para ser purificados antes de entrar en la presencia de Dios
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ALETEIA |
Él fue quien concedió a San
Francisco de Asís y su pequeño grupo de seguidores el permiso para fundar la
Orden de los Frailes Menores; convocó el IV Concilio de Letrán que, entre otras
cosas, en donde se definió dogmáticamente la doctrina de la transubstanciación;
y él organizó grandes esfuerzos para combatir la herejía en Europa y repeler la
invasión de las fuerzas musulmanas. Toda la gran energía que mostró, se debió
en parte a que era inusualmente joven en el momento de su elección, apenas
contaba con 37 años.
Entonces, después de más de 18 años como Papa, murió
repentinamente. Pero eso no fue lo último que se supo de él.
La asombrosa historia del difunto Papa
y su ruego
La historia cuenta que en el día en el que Papa Inocencio III
murió, o poco después, apareció a Santa Lutgarda de Aywieres en Bélgica. Santa Lutgarda
es considerada como una de las grandes místicas del siglo 13, conocida por sus
milagros, visiones, levitación, y en particular por ser experta en la
enseñanza.
Cuando el Papa Inocencio se le apareció, le dio las gracias por
sus oraciones durante su vida, pero explicó que él estaba en problemas: no había ido
directamente al cielo, estaba en el purgatorio, sufriendo su fuego purificador
por tres faltas específicas que había cometido durante su vida.
El difunto Inocencio le preguntó a Santa Lutgarda si podría orar
por él, diciendo:
«¡Ay! Es terrible, y mi pena tendrá una duración de siglos si
usted no viene en mi ayuda. En el nombre de María, que ha obtenido para mí el
favor de poder recurrir a ti, ayúdame!»
Como reflexión a este caso, sabemos que las almas que llegan al
Purgatorio, no puede alcanzar, bajos sus propios méritos, o ayudarse a sí
mismos, para salir de ese estado, sólo les queda cumplir con la pena impuesta y
aceptar la purificación divina. Nosotros, los que quedamos en este mundo,
podemos ofrecer oraciones y penitencias para aliviarlos, y de alguna manera,
desconocida para nosotros, ellos saben cuándo hacemos eso. ¿Cuánto tiempo
debemos orar y sacrificarnos por un alma en particular? ¡No lo sabemos! San
Agustín en sus Confesiones, escribió, 10 a 15 años después de la muerte de su
madre, Santa Mónica, que aún él pedía oraciones por ella.
El Purgatorio puede durar el
equivalente a muchos años – se habla de este modo, porque no hay tiempo en el
Purgatorio – hasta que el alma haya reparado las consecuencias que dejaron los
errores de sus pecados ya perdonados. Por cierto, es un error,
canonizar a nuestros familiares difuntos en un funeral, diciendo: «ya está en
el cielo», «está en la gloria de Dios», etc… Ya que, esto, solo Dios tiene la
certeza del estado de su alma. Además caeríamos en el triste error que cometen
los protestantes bajo la influencia del error de Martín Lutero. Tristemente
algunos católicos hacen esto en un funeral.
Adaptación, modificación y traducción
al español de: PildorasdeFe.net,
del artículo publicado originalmente en: ChurchPOP
Píldoras de fe