“Lo estoy ofreciendo por la gente; por ejemplo, por alguien que esté malito, por los sacerdotes”
![]() |
| Teresita Castillo de Diego con el documento que la acredita como misionera. Foto: Cortesía de ArchiMadrid |
La historia se hizo conocida a partir de la visita de don Ángel
Camino Lamela, Vicario Episcopal de la Vicaría VIII de la Archidiócesis de
Madrid, al Hospital de La Paz el 11 de febrero.
Como el sacerdote cuenta en una carta enviada a todos los fieles
de la Vicaría, ese día, tras celebrar la Misa en el Hospital, los capellanes de
La Paz le propusieron visitar a una niña gravemente enferma que tenía
programada al día siguiente una operación para extirpar un tumor en la cabeza.
La niña preguntó: “Me traes a Jesús, ¿verdad?”, y a continuación
añadió: “¿Sabes una cosa? Yo quiero mucho a Jesús”. En ese momento la madre
intervino en la conversación e invitó a su hija: “Dile a Ángel lo que tú
quieres ser”.
Teresita respondió: “Yo quiero ser misionera”. El P. Ángel quedó
impactado por la respuesta, “totalmente inesperada para mí”.
“Cogiendo fuerzas de dónde no tenía, por la emoción que me produjo
la respuesta, le digo: ‘Teresita, yo te constituyo ahora mismo misionera de la
iglesia, y esta tarde te traeré el documento que lo acredita y la cruz
misionera’”.
El P. Ángel administró entonces el Sacramento de la Unción, y le
dio la Comunión y la bendición apostólica del Papa Francisco. “Ha sido un
momento de oración, sumamente sencillo, pero profundamente sobrenatural. Se han
unido a nosotros algunas enfermeras que espontáneamente nos hicieron unas
fotos, para mí totalmente inesperadas, y que se quedarán como un recuerdo
imborrable. Nos hemos despedido mientras ella, con su mamá, se quedaba rezando
y dando gracias”.
Aquella misma mañana, en la Vicaría, el P. Ángel elaboró el oficio
de misionera “bajo un pergamino verdaderamente precioso”. Luego tomó la cruz de
misionera “y a las cinco de la tarde regresé de nuevo al Hospital de La Paz. Me
estaban esperando los capellanes y fuimos derechos a la UCI”.
“En cuanto me ve la mamá”, continúa el testimonio del vicario,
“dice en voz alta: ‘Teresita, ¡no me lo puedo creer! Viene el Sr. Vicario con
el regalo para ti’”.
La niña tomó en sus manos el documento y la cruz, y le pidió a su
madre que la colgara junto a la cama: “Esa cruz pónmela en la barra para que la
vea bien, y mañana me la llevo al quirófano. Ya soy misionera”.
Aquel regalo le llegó a Teresita en un momento especialmente duro.
Como narra su madre Teresa a Infomadrid, la agencia de noticias de la Archidiócesis
de Madrid, en aquel momento “ya llevaba dos válvulas que habían fallado y cada
vez que le fallaba una válvula y se le obstruía era mucho dolor”.
Como una crucificada
La madre contó a Infomadrid que Teresita llegó a España
cuando tenía 3 años después de ser adoptada, pues procedía de Siberia (Rusia).
Destacó su “vida espiritual profunda y fuerte” a la vez que, como todos los
niños, “quería jugar y estar con niños”. En su colegio madrileño de las Hijas
de Santa María del Corazón de Jesús, en Galapagar, solía ir a Misa diaria y a
comulgar.
La enfermedad de Teresita comenzó en 2015, cuando le detectaron el
tumor. El tratamiento inicial, con cirugía para extirpar el tumor y
quimioterapia durante un año, fue un éxito. Sin embargo, en 2018 el tumor
volvió a aumentar.
Tuvo que someterse a una nueva operación y a un nuevo tratamiento
en Suiza. Un accidente jugando a finales de 2020 la llevó de nuevo al hospital
y el 2 de enero fue nuevamente ingresada debido a los fuertes dolores de cabeza
que sufría.
Antes de la operación, programada para el 11 de enero, se encomendó
al Beato Carlo Acutis y a la venerable Montse Grases. Sin embargo, la cirugía
no pudo realizarse debido a una complicación médica. Hubo que ponerle un
drenaje en la cabeza para reducir la hidrocefalia. Por si eso fuera poco,
Teresita y su madre dieron positivo por coronavirus, por lo que hubo que
aislarlas.
La válvula comenzó a fallar, se obstruía, y eso le causaba gran
dolor. Mientras, el tumor seguía creciendo sin posibilidad de operarse.
Teresita vivió esa situación con su fuerte espiritualidad: “Como ella tenía
ofrecidos sus sufrimientos, pensabas que igual Jesús se estaba aprovechando
para salvar a más almas y más almas”, dijo su madre, que recordó también las
palabras de la niña: “Lo estoy ofreciendo por la gente; por ejemplo, por
alguien que esté malito, por los sacerdotes”.
En sus últimas semanas de vida, Teresita “era como una
crucificada”, expresó la madre, sensación que se pronunciaba cuando, ante su
imposibilidad para beber agua, las enfermeras le ponían gasas empapadas en agua
en la boca. Pero, al mismo tiempo, su afán por ser misionera aumentaba: “Quiero
ser misionera”, “quiero vivir por Jesús”.
Un testimonio que dio la vuelta en todo el mundo misionero
Hasta el momento en que la instituyó misionera, la fuerza de la fe
de Teresita ya había dejado una profunda huella en el P. Ángel Camino Lamela,
pero lo que sucedió a continuación le causó un asombro inmenso.
“Lo que yo no me podía imaginar es que, a través de los contactos
de los padres, este testimonio llegó a oídos del Delegado Nacional de Misiones.
Me llama al día siguiente y me hace esta pregunta: ‘¿Tú has constituido en el
Hospital de La Paz a una niña misionera?’, efectivamente, le digo, ‘ayer
después de darle la unción y la comunión, la constituí misionera con la oración
preceptiva y posteriormente le llevé el documento con la cruz de misionera”.
Entonces el Delegado Nacional de Misiones le explicó que “este
testimonio ha dado la vuelta en todo el mundo misionero de España y ya han
puesto a Teresita como una nueva protectora para los niños en misión”.
A las 9:00 de la mañana del domingo 7 de marzo “Teresita ha
partido hacia el cielo”. Al velatorio, en el Tanatorio de El Escorial se
desplazó el Arzobispo de Madrid, Cardenal Carlos Osoro, “para hacerse presente”
y ofrecer “unas palabras llenas de esperanza que han consolado abiertamente a
los padres, familiares y niños compañeros de Teresita. Ha concluido don Carlos
dando la bendición a Teresita de cuerpo presente y a todos los acompañantes”.
Antes de concluir el velatorio, la tía de Teresita pidió permiso
al P. Ángel para mostrarle el audio que Teresita le envío el mismo día en que
él la había constituido misionera. “Textualmente oímos con una voz muy suave,
como de alguien que está cansado, pero que saca fuerzas de dónde no las tiene y
dice: ‘Hola tía, te cuento una cosa muy importante para mí, esta mañana después
de recibir la Unción y la Comunión, el Vicario de Madrid me ha constituido
misionera: ya soy misionera’”.
Teresita fue enterrada ayer lunes 8 de marzo. Don Ángel Camino
Lamela finalizó su carta invitando “a que recéis por Teresita y, sobre todo, a
que os encomendéis a ella porque estoy convencido que va a proteger de un modo
especial a toda la Vicaría VIII, en la cual ella fue constituida misionera”.
Fuente: ACI Prensa






