El primer Centro de Estudios Josefinos del mundo, y actualmente el único de España, cumple 75 años en Valladolid de la mano de los carmelitas descalzos
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| centrojosefino.com |
“San José es el gran anónimo
porque no habla en los evangelios, pero sí tiene una importante presencia”,
explica Teófanes Egido. “Mientras la Virgen tuvo una única anunciación, San
José tuvo cinco, pero todo le llega en sueños, y él simplemente obedece, nunca
dice nada. Debió hablar mucho para educar a su hijo, pero en las escrituras
sólo pronuncia una palabra, la del nombre del niño que se va a bautizar:
Jesús”.
El historiador carmelita está
acostumbrado a la extrañeza que produce la existencia de un centro de estudios
dedicado a un personaje del que se sabe tan poco.
Pionero en el mundo
Pero aún así, en sus 75 años de
vida se han publicado cientos de números de ‘El Mensajero de San José’, una
revista devocional de carácter popular que llegó a tener más de 20.000
suscriptores, y están a punto de alcanzarse los 150 números de la revista
académica ‘Estudios Josefinos’, de la que Teófanes Egido es actualmente
subdirector.
El Centro de Estudios de
Valladolid fue el primero del mundo dedicado a la figura de San José y tiene su
lógica dado que fue aquí, en España, donde se produjo el mayor impulso a la
devoción del esposo de la Virgen María. Y también es lógico que sean los
carmelitas descalzos quienes lo gestionen pues fue su fundadora, Santa Teresa,
la principal ‘culpable’ de atizar el entusiasmo josefino.
“San José fue muy maltratado.
Cuando se impuso el valor de la virginidad se decidió que su figura era un
peligro para el honor de la Virgen y se decidió hacerle viejo. Se pensaba que
así se evitaba la tentación de pensar en una posible vida conyugal con María
que amenazara su Virginidad”, explica Egido.
Hay que esperar hasta el siglo
XV, cuando humanistas como Erasmo y otros lo reivindican a partir de su
relectura del Evangelio. “Y luego llega Santa Teresa, que fue su gran
benefactora y que es la que lo cambia todo”. Su impacto no se limitó a nuestro
país, sino que la proyección internacional de la mística, y la difusión de sus
obras literarias, expandieron la devoción josefina por todo el mundo con gran vigor
y de forma notablemente consistente.
¿Y cómo se produjo semejante
transformación?
Pues el factor clave es el relato
que la santa realiza en el ‘Libro de la vida’ del modo como la devoción a San
José le ayudó a superar unas dolencias físicas muy graves, que la estaban
martirizando e incapacitando, así como la ‘eficacia’ del santo a la hora de
conceder otras gracias y favores, tal y como explica con todo lujo de detalles
en el capítulo VI. “La devoción tiene que ver con la mentalidad de una época en
la que la gente se fiaba más de los médicos del cielo que de los de la tierra”,
explica el carmelita.
La distinción entre los dos tipos
de ‘médicos’ la recoge la santa al explicar cómo se decidió a acudir a los
“médicos del cielo” tras no haber logrado los terrenales sanar sus dolencias.
“Tomé por abogado y señor al
glorioso San José, y me encomendé mucho a él”, explica la reformadora abulense.
Su alegato es entusiasta: “No me acuerdo hasta ahora de haberle suplicado cosa
que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha
hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, de los peligros que me ha
librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor
gracias para socorrer en una necesidad; a este glorioso santo tengo experiencia
que socorre en todas”, asegura Santa Teresa en el ‘Libro de la vida’.
E incluso constata la eficacia de
la devoción en otros, a quienes la ha recomendado con similar éxito. “Querría
yo persuadir a todos fuesen devotos de este glorioso santo, por la gran
experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido persona
que de veras le sea devota y haga particulares servicios que no la vea más
aprovechada en la virtud”, añade. E insiste: “Sólo pido por amor de Dios que lo
pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es
encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción”.
El nombre de José ganaría adeptos
No es de extrañar que ante
semejante despliegue de entusiasmo y convicción el afecto por San José creciera
de forma imparable en el mundo católico.
Como tampoco puede sorprender que
el nombre de José ganara tantos en el aprecio popular de los padres. “Hasta
Santa Teresa, a ningún niño de España se le ponía el nombre de José, pero a
partir de ella va extendiéndose hasta convertirse en el más común. A partir del
siglo XVII ya es el más habitual en España y se ha mantenido ahí hasta hace
menos de 20 años”, explica Egido.
De éstas y muchas otras
cuestiones se ocupa el Centro de Estudios de Valladolid, que fundó en 1946 el
carmelita José Antonio Carrasco. Al amparo de esta devoción josefina surge
también en Valladolid la cofradía del Santo Sepulcro, cuya sede está situada en
las dependencias del mismo monasterio benedictino que hoy ocupa la comunidad de
carmelitas.
Actualmente, el director del
centro es el padre Luis Javier Fernández Frontela, director también de la
revista ‘Estudios Josefinos’, mientras que Román Llamas es el responsable del
‘Mensajero de Jesús’. A día de hoy se mantienen una decena de centros de
estudios josefinos en el mundo -centros de carácter devocional hay muchos más-
fundamentalmente en Italia, México y España. “Pero el de Valladolid fue el
primero, y el primero también en editar una revista de carácter popular y luego
otra más académica”, explica el historiador carmelita.
Vidal Arranz
Fuente: Aleteia






