Envidiar los zapatos del otro, ponerse en los zapatos del otro... Son importantes lecciones que nos da la vida
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| Shutterstock | Mr. RAS |
Hace un tiempo, me topé con estas
palabras en un vídeo de don Alberto Ravagnani, un joven sacerdote
italiano youtuber. El vídeo se titula “Perché avere fede non è da sfigati
(W la Fede!)” es decir, “Por qué tener fe no es de pringados (viva la fe)”.
Y es que los zapatos dan pie
(¡nunca mejor dicho!) para muchas comparaciones. ¿Se puede educar con un par de
zapatos? Algunos dirán que sí, que todavía se acuerdan de cómo “educaban”
ciertos golpes en el trasero… Pero no se trata de eso.
Empatía
La empatía es la capacidad
del ser humano de ponerse en el lugar del otro. Educar en la empatía significa
educar en la sensibilidad de considerar los sentimientos del prójimo.
Por tanto, los niños empáticos
serán, en un futuro, adultos respetuosos, bondadosos y humanitarios con un gran
potencial para cambiar la sociedad.
La sabiduría del refranero
popular también hace uso de un par de zapatos: “a la fuerza, ni el zapato
entra”. ¡Qué importante es la virtud de la paciencia! , y sobre todo
cultivada ya desde niños. A veces queremos las cosas de forma inmediata, pero
todo requiere su tiempo: hasta la tarea de calzar un zapato. Además, como nos
recuerda el papa Francisco, la paciencia “es exactamente lo contrario a la
resignación”. (Homilía, 18 de febrero de 2018).
Ser agradecidos
También es importante que desde
la infancia aprendamos la trascendencia de agradecer lo que se
tiene, incluso si sólo se trata de un simple par de zapatos. Este
agradecimiento nos hace más fuertes y felices.
Hablando de los zapatos del otro, quien ha visto el corto recordará que en él se refleja perfectamente el drama común del ser humano de no saber disfrutar de lo que cada día se nos regala.
Pero no olvidemos algo también muy importante ¡Qué tesoro tan grande hay escondido en el amor con el cual realizamos las cosas más “insignificantes” de la vida diaria! ¡Qué bonito y educativo es para la familia que los niños puedan disfrutar del “encargo diario”, de limpiar los zapatos del colegio de sus hermanos!
De este modo, se pone de
manifiesto la misión de la Iglesia en el mundo: servir. ”Os he
dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros” (Jn
13, 15). Se trata de un simple gesto en el cual recae la vocación de servicio,
amor y humildad de todo cristiano.
Sacarse piedras del zapato
Todos hemos sufrido alguna vez la
desagradable experiencia de tener una piedra en el zapato, cuya presencia es muy
incómoda y no nos permite seguir nuestro camino. En nuestra vida espiritual
también existen esas piedras. Desde niños podemos aprender a estar muy atentos
a aquello que no nos permite caminar. El Señor nos regala la oportunidad
de sacar rápidamente a través de la confesión las piedras del pecado para
no detenernos en nuestro peregrinar hacia Dios.
Por lo tanto, levántate, sonríe
y agradece el hecho de tener un par de zapatos, trátalos con cariño,
cuídalos, enamórate de ellos, pero sobre todo, cuando camines, no te olvides
de ponerte, de vez en cuando, en los zapatos del otro.
Miriam
Esteban Benito
Fuente: Aleteia






