Los primeros se hacían la mayoría de las veces de metal, sobre todo de bronce, o incluso de madera, y tenían un lugar privilegiado en la liturgia
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Una diversidad de instrumentos.
El salmo 150 describe los platillos en estos términos de
alabanza llena de júbilo: “¡Alábenlo con platillos sonoros, alábenlo con
platillos vibrantes!”. Los platillos o címbalos ocupan un lugar privilegiado
por su sonoridad en el concierto bíblico. Este mismo salmo subraya también que
hay dos tipos de platillos en tiempos bíblicos denominados con dos términos
hebreos diferentes: Tseltselim y Metsillayim.
Los otros címbalos, diseñados
como para los dedos, se acercaban más a nuestras actuales castañuelas. Se
componían también de dos pequeñas conchas de metal o madera que se sostenían
con una sola mano y se chocaban entre sí empleando los dedos y produciendo un
sonido más agudo.
Un instrumento de alabanza y de
alegría
Los címbalos percutidos con ambas
manos producían sin duda un sonido mucho más rotundo y potente que los
distinguía de las castañuelas más pequeñas. El segundo libro de Samuel da una
idea de la fuerte impresión que debía producir este cortejo musical en el que
los címbalos o platillos ocupaban un lugar prominente: “David y toda la casa de
Israel hacían grandes festejos en honor del Señor, cantando al son de cítaras,
arpas, tamboriles, címbalos y platillos” (2 Sam 6,
5). Por su impresionante potencia, los címbalos estuvieron desde entonces
muy presentes en las liturgias, donde su fuerza sonora era sinónimo del fervor
e intensidad de la oración y de las alabanzas.
Un testimonio arqueológico
Rara vez los instrumentos de la
época de la Biblia han sobrevivido hasta nuestros días. Sin embargo, unos
pequeños címbalos, próximos a nuestras castañuelas, se descubrieron en tumbas
del antiguo Egipto. Sin embargo, cabe señalar en particular el descubrimiento
de un conjunto excepcional de dos címbalos extraídos en una cavidad cerca de
Jerusalén que ofrece rica información sobre sus detalles. En efecto, cada uno
se componía de un disco plano de bronce con un centro bombeado y perforado por
donde pasar un asa o correa. Estos raros y preciosos testimonios, que
probablemente se remontan a la época del rey David, revelan el papel esencial
que desempeñaban los címbalos en el abanico de instrumentos musicales.
Philippe-Emmanuel
Krautter
Fuente: Aleteia