En realidad, breves escritos apócrifos que exculpan al prefecto romano que condenó a muerte a Jesús
![]() |
"Wellcome Library, London" - CC BY 4.0 |
Por eso, de vez en cuando salen a
relucir evangelios apócrifos u otros textos que, o bien por
contener relatos legendarios piadosos que buscaban completar las muchas lagunas
de información del Nuevo Testamento, o bien por incluir doctrinas gnósticas
para dar “otra versión” de la figura y la enseñanza de Jesús, pueden llevar a
la confusión.
Estos escritos tienen su
importancia y su antigüedad… pero se incluyen en la gran colección de textos
que rodean al Nuevo Testamento y que nunca fueron aceptados por la comunidad
cristiana: existen evangelios apócrifos, hechos de los apóstoles apócrifos, epístolas
apócrifas y hasta apocalipsis apócrifos.
Muchos de ellos han sido
traducidos al español por la Biblioteca de Autores Cristianos (también en edición bilingüe).
Otra mirada a la pasión y muerte
de Cristo
Entre las decenas de apócrifos
que conocemos, que se ordenan por su contenido y temática, hay una categoría de
textos dedicados a los acontecimientos de la pasión, muerte y resurrección de
Jesús. Aunque los cuatro evangelios canónicos dan bastantes detalles sobre lo
que sucedió, algunos cristianos de las primeras comunidades no se habrían
conformado con lo recibido de la tradición apostólica, añadiendo relatos de su
propia cosecha.
Aquí tenemos que ubicar, en
primer lugar, la llamada Carta de Poncio Pilato dirigida al emperador
romano acerca de Nuestro Señor Jesucristo. Se desconoce la fecha de composición
y sólo se conservan manuscritos latinos no originales. El texto que más se ha
divulgado, por su estilo “parece delatar una refundición tardía, que probablemente
tuvo lugar en la época del Renacimiento”, según explica su traductor al
español, Aurelio de Santos Otero.
Las excusas de Pilato
En esta carta Pilato elogia a
Jesús ante Tiberio, diciendo que el crucificado era “piadoso y austero”,
“legado de la verdad” y “un justo inmune de toda culpa”. El prefecto echa la
culpa de su muerte a los judíos, “cuyas instigaciones seguí de mal grado y por
temor”, tal como se excusa, apuntando a “la confabulación de todos los
escribas, jefes y ancianos”. Además –aclara–, sus discípulos hacen el bien a
todo el mundo.
Existe otra supuesta carta de
Poncio Pilato, que lleva por título Relación del gobernador Pilato acerca
de Nuestro Señor Jesucristo, enviada a César Augusto a Roma. Se conserva en
griego y en varias lenguas orientales, sería del siglo VII, y en ella el
prefecto también considera a Jesús inocente, excusándose de su condena a
muerte, que sería achacable sólo a los líderes judíos.
La sorpresa crece cuando hallamos
una supuesta Carta de Tiberio a Pilato, escrita en griego. En ella el
emperador romano se dirige a su subalterno con dureza, en estos términos:
«por cuanto tuviste la osadía de
condenar a muerte a Jesús Nazareno de una manera violenta y totalmente inicua…
vas tú mismo a ser conducido a mi presencia, cargado de cadenas, para que
presentes tus excusas y rindas cuentas de la vida que has entregado a la muerte
sin motivo alguno».
Para completar el panorama, se
conservan dos cartas que se habrían intercambiado Poncio Pilato y Herodes
Antipas, tetrarca de Galilea y Perea entre los años 4 a.C. y 39 d.C. Una
correspondencia escrita en griego (y con versiones siríacas) difícil de
traducir por su mala redacción y con elementos de origen medieval, por lo que
nos encontramos ante unos escritos tardíos. Una vez más, Pilato aparece como el
bueno de la película.
Valor histórico, pero simple
literatura
Para terminar, cabe preguntarse
por qué, si fueron escritos por cristianos, y supuestamente movidos por una
buena intención, la Iglesia no aceptó estos documentos en el “canon” del
Nuevo Testamento.
Y está claro: las primeras
comunidades, que mantenían con todo el cuidado la tradición oral recibida de
los apóstoles –y que ya se iba poniendo por escrito en diversos lugares–, no
podían aceptar relatos ficticios que no respondían a la verdad de los hechos
históricos, de su lectura desde la fe y de su predicación.
Nos sirven como un buen ejemplo
de literatura de su tiempo con propósitos piadosos, y para conocer las leyendas
que circulaban entre los creyentes, pero no para conocer lo que sucedió
realmente.
En otro texto apócrifo semejante,
leemos que, presentándose ante Octavio en Roma, Pilato habría dicho: «¡Oh emperador!,
yo no soy culpable de esto; los incitadores y responsables son la turba de los
judíos». El mensaje siempre es el mismo: simpatía hacia Pilato (y el imperio) y
acusación al pueblo judío.
Además, hay que tener cuidado de
no confundir los escritos que hemos comentado con otros atribuidos al prefecto
romano más conocido de la Historia. El más importante se titula Hechos de
Pilatos (también conocido como Actas de Pilatos o Evangelio
de Nicodemo). Algunos expertos lo datan en el siglo II y otros en el IV. Un
texto muy posterior, es el Evangelio de la muerte de Pilatos, de época
tardomedieval.
Luís Santamaría
Fuente: Aleteia