Un fuerte testimonio para leer y escuchar
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Es curioso, cada cierto tiempo,
algún lector de Aleteia, no consciente de esto, me envía un testimonio
fuerte que nos recuerda nuestra responsabilidad, la que tenemos con nuestras
hermanas, las almas benditas del Purgatorio.
Ellas están esperando
nuestras oraciones, y que ofrezcamos por ellas y su liberación,
limosnas, el sacrificio de la Eucaristía, indulgencias, obras de piedad y
misericordia, para poder salir de ese estado de purificación. Son muy agradecidas,
y seguro que han de serlo cuando las ayudas a salir del Purgatorio.
El Purgatorio es un gesto de Misericordia de Dios con
nuestras almas, las sana de cualquier imperfección para que vayan a la
eternidad.
Purificación
En Aleteia hemos publicado
artículos sobre el
Purgatorio. Es evidente: “algunas personas después de morir necesitan
purificarse de sus pecados”.
Y el Catecismo de
nuestra Iglesia católica lo aclara, para que no te queden dudas:
Cada hombre, después de morir,
recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que
refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación, bien para entrar
inmediatamente en la bienaventuranza del cielo, bien para condenarse
inmediatamente para siempre.
Los que mueren en la gracia y en
la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de
su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de
obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.
La Iglesia llama purgatorio a
esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del
castigo de los condenados.
CIC 1022, 1030 y 1031
«Muchas gracias…»
Hace poco recibí este bello
testimonio desde Cartago, en Costa Rica, de uno de los lectores de mis libros y
DE los escritos que publicamos en Aleteia. Me dejó muy impresionado y a la
vez muy agradecido. Y me gustaría compartirlo contigo:
“Aprovecho para contarle lo que
le pasó a una señora que vive cerca de mi casa. Ella acostumbra a ir al
cementerio de San Rafael de Oreamuno, a rezar un rosario, por las benditas
almas, especialmente por las que en ese lugar reposan sus restos mortales.
Sucedió que un día: en el momento
exacto que termino de rezar el Rosario por aquellas almas, escuchó una voz con
claridad que le dijo al oído: “Muchas gracias por ese rosario que acaba de
rezar, porque gracias a él yo pude salir de donde estaba”.
Esta noche, amable lector
¿tendrías un gesto de caridad y misericordia por las almas del Purgatorio?
¿Te animarías a elevar una
oración por nuestras hermanas, las benditas almas del Purgatorio?
¡Dios te bendiga!
Claudio de Castro
Fuente: Aleteia






