8 – Mayo. Sábado de la V semana de Pascua
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Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes
que a vosotros. 19 Si fuerais del mundo, el mundo os amaría
como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido
sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia. 20 Recordad
lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido,
también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también
guardarán la vuestra. 21 Y todo eso lo harán con vosotros a causa
de mi nombre, porque no conocen al que me envió.
COMENTARIO
Hemos escuchado estos días a Jesús instruyendo a sus discípulos
sobre el mandato del amor fraterno: ellos deben seguir el ejemplo que Él les ha
dado, ejemplo que servirá para que el mundo conozca y acoja a Jesús y su
mensaje salvador. Pero también les advierte de una fuerza contraria a ese amor,
el odio, presente en el mundo. Jesús ha sido blanco de ese odio, y lo serán
también sus discípulos. Pero no deben extrañarse ni atemorizarse. La
persecución no es señal de maldición ni motivo para claudicar, más bien al
contrario. Ya les había dicho el Maestro: “Bienaventurados cuando os injurien,
os persigan y, mintiendo, digan contra vosotros todo tipo de maldad por mi
causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el
cielo” (Mateo 5,11).
El mundo, creado bueno por las manos amorosas de Dios, ha
sufrido el influjo del maligno y de nuestros pecados y parece abocado al
abismo. Pero por encima de todo, está la doctrina salvadora de Cristo: si los
discípulos la proclaman fielmente, el mundo abandonará el camino del odio a su
Creador y se salvará. Nos llenan de esperanza las palabras de Jesús a Nicodemo:
“Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el
que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Pues Dios no envió a su
Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él” (Juan 3,16-17).
Ciertamente, como escribía San Josemaría, “el "non serviam" de
Satanás ha sido demasiado fecundo”. Pero “–¿No sientes el impulso generoso de
decir cada día, con voluntad de oración y de obras, un "serviam" –¡te
serviré, te seré fiel!– que supere en fecundidad a aquel clamor de rebeldía?” (Camino, 413). Jesús nos invita a ser testigos suyos en
medio del mundo, firmes en la fe, en la esperanza y en el amor. Y si en algún
momento experimentamos rechazo al mensaje del Evangelio, recordemos las
palabras del Maestro: “no es el siervo más que su señor”, y su firme promesa:
“Al que venza le daré a comer del árbol de la vida que está en el paraíso de
Dios” (Apocalipsis 2,7).
Josep Boira
Fuente: Opus Dei






