Este peregrinaje en familia es una experiencia que aporta muchos valores a la unidad familiar, sobre todo porque crea vínculos especiales y únicos entre sus miembros
![]() |
| Shutterstock | Mike Shaw |
El
Camino de Santiago cambia la vida de quien lo recorre, así que nada mejor que caminar
juntos en familia para practicar las virtudes y valores que hacen virtuoso y justo al ser humano. Este aporte y
vivencia de experiencias positivas es lo que diferencia
a un peregrino de un mero turista o excursionista.
¿Quién recorre un largo camino con lo meramente imprescindible
sobre sus espaldas? Sin duda, alguien que tiene un propósito, una meta, un fin,
una promesa. 100 km son necesarios para ganarse la Compostela y la indulgencia
plenaria. Y este año 2021 y el próximo han sido declarados Año Santo Compostelano. Años de gracia y de
perdón.
En
definitiva, peregrinar a Santiago de Compostela puede ser un momento de renovación en
nuestra vida y la de nuestra familia. Y también un punto de
llegada para volver a comenzar.
Un regalo para
nuestra familia
Ciertamente es una gran experiencia y uno de los mejores regalos
que podemos hacer a nuestros hijos y a uno mismo y que, sin duda, todos
guardaremos en nuestra memoria de recuerdos y en nuestros corazones.
En ocasiones, solemos dedicar a la familia el poco tiempo que nos
sobra. La vida laboral, las gestiones o los compromisos variados nos roban la
mayor parte de nuestro día.
Así
que este viaje de peregrinación junto a nuestra familia puede ser el
“momentazo” para establecer vínculos fuertes con los miembros de nuestra unidad
familiar. Y de revisar cuáles son los valores más
profundos que sostienen nuestro hogar.
¿Repasamos otras razones para caminar juntos?
La ruta jacobea supone una enseñanza importante en nuestras vidas
y, en el caso de los niños y adolescentes de casa, les demostrará que todo esfuerzo
tiene su recompensa.
De hecho, el triunfo no es solo comprobar
con satisfacción el plano con los puntos y etapas recorridas y de revisar
nuestra credencial completada con los sellos. ¡Es mucho más! Veamos:
1. Es un maravilloso viaje en el que la familia
experimenta valores y sentimientos como el esfuerzo, la reciedumbre,
la generosidad, la constancia, la austeridad, la hospitalidad, la tolerancia,
el respeto a los demás, el amor… que raramente se pueden encontrar tan unidos
entre sí. Todos ellos son valores fundamentales para vivir el día a día.
2. Cada peregrino dispone de un tiempo magnífico mientras
camina, para reflexionar y plantearse motivos de renovación. Si
cada uno lucha por su mejora personal, la familia completa también progresa y
avanza.
3. Es un espacio y un tiempo únicos para cultivar
los lazos familiares. Disfrutamos de un ambiente distendido, algo cansado
sí, pero lejos de las obligaciones rutinarias y apartado de nuestro lugar
habitual de residencia.
4. Son unos días propicios para realizar un acompañamiento
profundo a nuestros hijos, ya que disponemos de horas y kilómetros para
conversar con ellos. De esta forma podemos conocerlos mejor, descubrir sus
motivaciones, sus alegrías y tristezas, sus ambiciones, sus sueños y deseos,
sus preocupaciones, sus amistades. Incluso, sus amores.
5. Mientras avanzamos y quemamos etapas, vamos
cruzándonos con otros peregrinos como nosotros. Es el momento de
establecer lazos de amistad también con ellos. ¡Es increíble
lo fácil que resulta congeniar con otras personas durante estas jornadas! En
ocasiones los más pequeños se sorprenden de la camaradería y de los vínculos
que se pueden establecer durante la ruta. El solo hecho de desearse ¡Buen
Camino! al cruzarse con otros peregrinos, les fascina.
6. Los días dedicados a peregrinar son la mejor
oportunidad para fomentar la autonomía de los más pequeños. Ellos
prepararán su mochila y cargarán con ella, como el resto de los peregrinos.
Deberán aprender a gestionar sus recursos: agua, comida, ropa de recambio y su
pequeño botiquín. Se fijarán en las flechas amarillas del Camino para no
perderse y entrarán en los albergues o puntos de información para sellar su
credencial. También estarán pendientes de no perder nada de lo poco que llevan
encima. ¡Toda una lección de independencia! Su bastón de peregrino será su guía
y se enorgullecerán de llevarlo consigo.
7. Por supuesto, el Camino es un tiempo de ocio y
diversión. Mientras se camina se puede cantar, contar chistes, anécdotas,
jugar al “veo-veo” o buscar formas en las nubes. Las tardes dedicarlas a juegos
de mesa en familia, leer, consultar las guías para preparar la etapa del día
siguiente o bañarse en un río próximo.
8. Igualmente podemos disfrutar de la oferta
cultural, de la historia y el arte que nos ofrece el recorrido. El
Camino de Santiago fue declarado primer itinerario cultural de
Europa. Y el hecho de realizarlo a pie (o bici y caballo) nos
facilita la contemplación, sosegada y tranquila, de todos los tesoros
artísticos que nos ofrecen sus pueblos y ciudades. ¡Cualquier rincón puede
albergar una maravilla!
9. Evidentemente, no podemos olvidar que nuestro
peregrinaje será una inmersión en la naturaleza y el paisaje rural. ¡Cuánto
podemos disfrutar del aire libre! Y aprender lecciones de fauna, flora,
biología y geografía en unos días: conoceremos e identificaremos plantas y
árboles, veremos cultivos propios de cada zona, descubriremos todo tipo de
insectos, pisaremos diferentes terrenos y superficies, aprenderemos a
identificar símbolos en los mapas y planos, …
10. Y, por último, nos pondremos todos en forma
físicamente. Nuestro cuerpo, pero también nuestra alma. Podemos
rezar antes de salir la Oración del Peregrino
y durante las caminatas, el Rosario.
Siempre es un buen momento para
realizar una peregrinación a Santiago de Compostela. Sin embargo, este año,
debido a la pandemia, es necesario estar pendiente de las diferentes medidas
adoptadas en cada territorio.
Pero
es un viaje altamente recomendable. Las familias que decidan peregrinar a
Santiago de Compostela con niños, vivirán una auténtica aventura
familiar llena de valores. Así mismo, la generación de emociones y
sentimientos perdurarán en la memoria y corazones de todos.
Sin duda, una experiencia inolvidable
y la mejor “andanza” de la vida si se hace en familia.
Merche Crespo
Fuente: Aleteia






