El Pontífice autoriza la canonización de siete beatos, entre ellos Charles de Foucauld y Lázaro, convertido al cristianismo, murió mártir porque no quiso renegar su fe en Cristo.
![]() |
/AFP/East News |
El
papa Francisco presidió hoy en el Vaticano la celebración del consistorio
público ordinario para votar siete causas de canonización (de dos mujeres y
cinco hombres).
Las ceremonias de canonización
aún no tienen una fecha. Pero, las historias de las vidas de los nuevos santos
hablan de fe y dignidad hasta el martirio; hombres y mujeres plenos en la
caridad y en la atención al prójimo. Evangelizadores con sus vidas y
testimonios.
Entre ellos está el
beato Lázaro, laico, padre de familia y mártir (1712-1752): durante
la persecución contra los cristianos en el reino de Travancore, fue asesinado
por haber abjurado del hinduismo. Ahora será el primer laico indio en ser canonizado.
El pueblo cristiano de Tamil
Nadu, llama al beato con el nombre “Devasagayam (“ayuda de Dios”) en lengua
local. Se trata del primer ciudadano de ese Estado indio en ser elevado a los
altares.
El milagro
La Congregación para las Causas
de los Santos ha reconocido un milagro atribuido al beato Lázaro, ocurrido en
el 2013.
El milagro atribuido al beato
indio que vivió hacia el 1700 se refiere a la reanimación del pulso cardíaco de
un feto de 24 semanas, luego de que la madre bebió el agua proveniente del pozo
de la aldea natal del mártir y rezó intensamente. En efecto, su localidad
natal y el lugar de su martirio reciben la visita de miles de personas.
Al final, el bebé nació sano y
por parto natural.
La novedad es que se trata de un
santo laico, casado, pues hasta la fecha, India solo había tenido como
santos a religiosas y sacerdotes.
De familia real a mártir
Nació el 23 de abril de 1712 en
el seno de una familia hindú en la aldea de Nattalam, en Vilavancode (India),
actual diócesis de Kottar. Hijo del brahmán Vasudevan Namputhiri y de Devani
Amma, de la casta Nair, conocidos por ser una casta de ‘fuertes guerreros’.
De acuerdo con su alto linaje,
fue educado por tutores y alcanzó un alto nivel de formación cultural. Comenzó
su carrera como soldado, pero pronto se convirtió en ministro de la corte del
rey de Thiruvithancore y asistente de un importante templo hindú. Se casó con
una joven de la misma casta alta.
Se convirtió, y el 14 de mayo de
1745 recibió el bautismo, tomando el nombre de Lázaro.
El futuro santo proclamó el
Evangelio en el país y muchas personas se convirtieron al cristianismo al
escucharlo, entre ellas su esposa.
Tras muchos intentos de hacerlo
renegar de su fe cristiana, fue arrestado y torturado en público, a modo de
advertencia para aquellos que tenían intenciones de convertirse al
catolicismo.
Finalmente, fue fusilado en
Aralvaimozhy, adonde fue llevado en secreto, el 14 de enero de 1752. El 2 de
diciembre del 2012 fue proclamado beato por el papa Benedicto XVI.
Discriminación de las castas
El beato después de su conversión
abandonó la discriminación de las castas e inició a tratar a todas las personas
como “hermanos”, hijos de Dios, sin distinción.
“Se hizo cristiano, sin importar
las diferencias de casta, abrazando a todos como queridos hermanos» comentó el
cardenal, Angelo Amato en un primer momento de la causa.
Precisamente, su martirio se
debió también a que trató a las personas de castas inferiores con afecto
fraterno y esto le causó problemas y el castigo de su casta de
origen.
Martirio
Fue encerrado en una estrecha
prisión, cargado de grilletes, y luego condenado a muerte, pero antes de su
ejecución fue llevado durante ocho meses por las ciudades del reino, atado en
un búfalo, expuesto a los ultrajes del pueblo, azotado y torturado.
Más tarde fue encadenado a un
árbol y expuesto al intemperie. Pero, como había sucedido antes, el santo
transformó este último lugar de reclusión en un oasis de oración y comunión con
el Señor.
Finalmente, la sentencia fue
ejecutada por el pelotón de fusilamiento el 14 de enero de 1752.
Santos:
El cardenal Marcello Semeraro
afirmó que los siete «nuevos santos”, son “intercesores”. «Estos beatos
no sólo son admirados por el pueblo de Dios por el esplendor de sus virtudes,
sino que también son invocados como intercesores de gracias y milagros», dijo
el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, quien, tras la
Tercera Hora, presentó al Pontífice y a los cardenales reunidos en la Sala del
Consistorio «una breve síntesis de la experiencia humana y espiritual» de los
beatos.
Nacido en Provenza y educado por
los jesuitas, fue un sacerdote que se dedicó a la predicación y a la catequesis
y fundó la Congregación de los Padres de la Doctrina Cristiana en 1572, con el
objetivo de formar a los fieles. Llevó a cabo esta tarea con un estilo sencillo
y pobre, cercano a la gente, a través de una catequesis fácilmente
comprensible. Murió la mañana de Pascua de 1603 en Aviñón. Pablo VI lo declaró
beato en 1975.
Sacerdote de Bérgamo, fundó las Congregaciones de las Clarisas y de los Hermanos de la Sagrada Familia para acoger a niñas huérfanas y más pobres. También creó escuelas nocturnas para jóvenes y adultos. La labor educativa y la formación religiosa que ofreció fueron tan eficaces que unos cuarenta jóvenes del Oratorio optaron por hacerse sacerdotes. Sometido a un sufrimiento físico y moral, murió a la edad de 58 años. En 1963 Juan XXIII lo beatificó.
Y Beato Giustino María
Russolillo, sacerdote, fundador de la Sociedad de las Divinas Vocaciones y de
la Congregación de las Hermanas de las Divinas Vocaciones.
Sacerdote de Pianura, en la
provincia de Nápoles, vivió su vida y su ministerio al servicio de las
vocaciones, para lo que fundó una sociedad de sacerdotes. Fue predicador,
conferenciante y escritor. La catequesis permanente y la atención pastoral a
las familias transformaron su comunidad parroquial, que se convirtió así en una
«casa de santidad» y en la cuna de numerosas vocaciones. También extendió sus
actividades a los sacerdotes y religiosos con dificultades. También ayudó a los
jóvenes a formar familias cristianas. Debido a su incansable trabajo, sufrió
varias incomprensiones; siempre ofreció estos sufrimientos a la Virgen María.
Benedicto XVI lo contó entre los beatos en 2011.
Y Beato Charles de Foucauld,
sacerdote diocesano.
Antes de convertirse en el
«Hermano Carlos de Jesús», el joven Charles, nacido en Estrasburgo, había
emprendido la carrera militar, siguiendo los pasos de su abuelo, que lo había
criado cuando quedó huérfano de padres a los 6 años. La fe, el futuro beato, la
había dejado de lado durante su adolescencia, pero durante una peligrosa
exploración en Marruecos, en los años 1883-84, surgió en él una pregunta:
«¿Existe Dios?» «Dios mío, si existes, permíteme conocerte», fue su petición,
que ya adquiría los rasgos de esa oración incesante que caracterizó toda su
vida.
Beata Maria Francesca di
Gesù (nacida Anna Maria Rubatto), fundadora de las Hermanas Terciarias
Capuchinas de Loano.
Nacida en el Piamonte, Anna Maria
Rubatto se dedicó durante años a ayudar a los pobres de Turín, visitando a los
enfermos en el Cottolengo y trabajando constantemente en el Oratorio de Don
Bosco. Fundó en la ciudad de Loano, cerca de Savona, el Instituto de las
Hermanas Terciarias Capuchinas y luego partió hacia América Latina, donde se
esforzó por servir a los pobres. En 1892 llevó a sus hermanas a Montevideo, en
Uruguay, y de allí, al poco tiempo, a Argentina y Brasil. Siete veces la Madre
Francisca cruzó el océano para acompañar y visitar a sus hijas. Murió en
Montevideo en 1904 y fue beatificada ochenta y nueve años después por Juan
Pablo II en 1993.
Beata María Domenica
Mantovani, cofundadora y primera superiora general del Instituto de las
Hermanitas de la Sagrada Familia.
Fue la primera superiora del
Instituto de las Hermanitas de la Sagrada Familia, que fundó junto con el beato
Giuseppe Nascimbeni, su guía espiritual, que la quiso como colaboradora para la
fundación del Instituto. Fue una figura determinante en el desarrollo del
carisma y la espiritualidad. Dedicó toda su vida, hasta el final de sus días,
al humilde servicio de los pobres, los huérfanos y los enfermos. Juan Pablo II
la declaró beata en 2003.
Ary
Waldir Ramos Díaz
Fuente: Aleteia