Esta nueva situación reclama de manera urgente el visibilizar la vida contemplativa y el contenido de su misión
De
cara a la Jornada Pro Orantibus que se celebra el próximo domingo
para rezar por la vida contemplativa, el obispo de Alcalá de Henares,
monseñor Juan Antonio Reig Pla ha enviado una carta a los monasterios
de todo su territorio diocesano titulada Cerca de Dios y del dolor humano.
“Los efectos de la pandemia que
también se han hecho presentes en nuestras comunidades contemplativas y, en
algunas, de manera dramática”, recuerda el prelado complutense.
De este modo, monseñor Reig explica que en este tiempo de pandemia los medios de comunicación han puesto el foco en los cuidados sanitarios y en los medios para afrontar la pandemia. En su opinión, “llama la atención que se haya ocultado intencionadamente la necesidad de los servicios religiosos para que las personas afectadas pudieran recibir los auxilios divinos. De manera clara se ha querido ocultar la muerte y son muchos los familiares que en los momentos más difíciles ni siquiera pudieron despedirse de los suyos ni garantizarles una asistencia espiritual”.
“Vivimos
verdaderamente en un mundo cada vez más extraño y tan alejado de Dios que acaba
por banalizar el hecho de la muerte y el destino eterno de cada
persona. Esta nueva situación reclama de manera urgente el visibilizar la
vida contemplativa y el contenido de su misión. La vida en el silencio de los
claustros, la celebración diaria de la Eucaristía, el rezo de la Liturgia de
las Horas, el trabajo oculto y la intercesión constante por todos, ponen de
manifiesto en medio de nuestro mundo la primacía de Dios, nos recuerdan cual es
el fundamento de nuestra existencia y nos invitan a mirar, más allá de la
muerte, hacia un horizonte de esperanza. La muerte, grita la vida
contemplativa, ha sido vencida”, recalca el obispo de Alcalá.
Puede leer aquí la carta íntegra
enviada por monseñor Reig Pla a los monasterios de la diócesis de Alcalá:
CERCA DE DIOS Y DEL DOLOR DEL MUNDO
Carta a los monasterios de la
diócesis de Alcalá de Henares
En la solemnidad de la
Santísima Trinidad la Iglesia nos invita a dirigir nuestra mirada y nuestra
oración por la vida contemplativa en la Jornada Pro orantibus. Esta iniciativa
nos llega en una situación excepcional. Llevamos ya más de un año en que
sufrimos los efectos de la pandemia que también se han hecho presentes en
nuestras comunidades contemplativas y, en algunas, de manera dramática. Toda
esta situación nos ha de hacer descubrir el origen de nuestra vocación, el
sentido de la vida contemplativa y la misión que el Señor nos ha confiado.
Continuamente los medios de
comunicación han puesto el acento en los cuidados sanitarios y en los medios
para afrontar la pandemia. Sin embargo, también llama la atención que se haya
ocultado intencionadamente la necesidad de los servicios religiosos para que
las personas afectadas pudieran recibir los auxilios divinos. De manera clara
se ha querido ocultar la muerte y son muchos los familiares que en los momentos
más difíciles ni siquiera pudieron despedirse de los suyos ni garantizarles una
asistencia espiritual.
Vivimos verdaderamente en un
mundo cada vez más extraño y tan alejado de Dios que acaba por banalizar el
hecho de la muerte y el destino eterno de cada persona. Esta nueva situación
reclama de manera urgente el visibilizar la vida contemplativa y el contenido
de su misión. La vida en el silencio de los claustros, la celebración diaria de
la Eucaristía, el rezo de la Liturgia de las Horas, el trabajo oculto y la
intercesión constante por todos, ponen de manifiesto en medio de nuestro mundo
la primacía de Dios, nos recuerdan cual es el fundamento de nuestra existencia
y nos invitan a mirar, más allá de la muerte, hacia un horizonte de esperanza.
La muerte, grita la vida contemplativa, ha sido vencida. Somos ciudadanos del
cielo y es allí, junto a Dios tres veces santo, donde está nuestra meta y hacia
donde hemos de dirigir nuestro deseo. Así nos lo enseña San Pablo: “Nosotros
somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como salvador al Señor
Jesucristo, el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo
glorioso como el suyo, en virtud del poder que tiene de someter así todas las
cosas” (Flp 3,20-21).
Sin lugar a dudas, un mundo sin
Dios es un mundo inhumano que deja sin respuesta los interrogantes más
profundos del hombre. En el lema de este año se nos pide estar “cerca de Dios y
del dolor del mundo”. Este dolor no se arregla solo proporcionando los medios
humanos de todo tipo. Estos son imprescindibles y reclaman la caridad de los
cristianos. Sin embargo, la mayor limosna que necesitamos todos es el alivio de
Dios y saber que en este exilio no estamos solos. Por eso es necesaria la vida
contemplativa que nos recuerda que hemos sido abrazados por el Amor de Dios
Padre en su Hijo Jesucristo clavado en la cruz. Jesucristo no se ha reservado
nada y es el Amigo que ha dado su vida por nosotros. (Jn 15, 12).
Es el Espíritu Santo quien nos
hace decir “Jesús es el Señor” (1Cor 12,3), el vencedor del pecado y de la
muerte. Este mismo Espíritu es quien despierta la contemplación en nuestros
monasterios y llena de la vida divina a nuestra diócesis de Alcalá de Henares.
Por eso, unidos a las comunidades contemplativas de nuestra diócesis, queremos
estar cerca de Dios, dejarnos abrazar por el fuego del Espíritu Santo y crecer
en Santidad.
Si no fuera así, nuestra Iglesia
acabaría siendo una organización humana como otras, sin nada original que
aportar a nuestro mundo. En cambio, la cercanía de Dios, la santificación que
promueve el Espíritu en nosotros y vuestra esponsalidad virginal, nos hacen
heraldos de la Buena Noticia, del evangelio de Jesucristo en quien está
depositada toda nuestra esperanza. El es la respuesta para todos los pobres y
para el dolor de nuestro mundo. Por eso cada persona tiene el derecho original
-y también el deber- de conocerlo como el Camino, la Verdad y la Vida (Jn
14,6). El es el verdadero samaritano que nos mira con cariño, nos saca de la
cuneta, nos pone en su cabalgadura y nos lleva a la posada (la Iglesia) donde
seremos curados de las heridas con el aceite y el vino (los sacramentos) y
pagará por nosotros con los denarios que representan su donación total en la
cruz (Lc 10,25-37).
De ese Amor, como de un
manantial, nace la vida consagrada y contemplativa. De ese Amor se alimenta y a
El dedica toda su existencia, sabiendo que se ha escogido la mejor parte (Lc
10,42). Toda nuestra diócesis de Alcalá de Henares en esta Jornada Pro
orantibus queremos mostrar nuestra gratitud por el tesoro que supone para todos
la vida monástica. En este curso, además de los monasterios femeninos, la Providencia
de Dios nos ha regalado la presencia de la comunidad contemplativa de las
Siervas del Señor y de la Virgen de Matará en el convento de la Purísima
Concepción de Torrelaguna y el germen de una comunidad monástica masculina del
Instituto del Verbo Encarnado presente en la antigua casa Vedruna también en
Torrelaguna, la patria de Cisneros.
Como obispo quiero manifestar una
vez más mi cariño, mi gratitud y respeto por todos los monasterios de la
diócesis que como María, la Virgen del silencio y de la ocultación, encendéis
una luz en las tinieblas de nuestro mundo y sostenéis con vuestra oración la
obra evangelizadora de nuestras parroquias y de nuestros movimientos y
comunidades cristianas.
Cuando nos disponemos a iniciar
los 500 años de la conversión de san Ignacio de Loyola, que estuvo en Alcalá de
Henares en los años 1526-1527, le suplicamos que nos regale su espíritu de
santidad, su animo decidido para el combate cristiano y su voluntad de servicio
a Dios: Ad maiorem Dei gloriam.
Con mi bendición
+ Juan Antonio, obispo
Complutense
25 de mayo de 2021
Fuente: ReL






