Mira tus alas y comprende que estás hecho para el cielo
![]() |
| sarayut_sy | Shutterstock |
«Si tus sueños no te asustan es
que son lo suficientemente grandes».
¿Cómo de grandes son mis sueños? ¿Me
asustan? ¿Qué tamaño tiene lo que deseo para mi vida?
Mi sueño me hace ver el horizonte
eterno hacia el que camino y ante él me siento desvalido.
Mis sueños me hablan de esa vida
en plenitud que me trasciende y a la que estoy llamado.
Deseo de plenitud
Soy pequeño pero sueño con cosas
grandes, porque tengo en el alma una sed infinita de ser feliz y completo.
Sé que esta sed tiene su semilla
y sus raíces ya en mi corazón, en mi presente. Lo que sueño, cuando sueño con
lo más grande, ya existe en parte dentro de mí.
Y al mismo tiempo eso que sueño
es algo que tiende a su plenitud en el futuro y me transciende.
La fuerza de los sueños
Mis sueños me abren al mañana y
me ponen en marcha hacia esa aventura. La fuerza que existe en ese sueño me da
ánimos para vivir las dificultades y contratiempos que encuentre en el camino.
Víctor Hugo lo expresa así:
«Sé cómo el pájaro que,
deteniendo su vuelo un rato en ramas demasiado débiles, siente cómo ceden bajo
su peso, y sin embargo canta, sabiendo que tiene alas».
La rama débil y frágil del
presente a menudo tiembla y parece no sostenerme, pero no importa.
Sé que en ese momento tengo la
posibilidad de hundirme y olvidarme de mis sueños. O puedo mirar mis alas
y comprender que estoy hecho para el cielo.
Mis alas me recuerdan que le
pertenezco al cielo, que estoy llamado a las alturas. No importa que mi árbol
tiemble bajo mi peso, siempre puedo emprender el vuelo.
Los sueños me levantan en
momentos difíciles y duros.
No dejes de soñar
Es cierto que cuando era joven
tenía sueños grandes, hondos ideales. Pero luego puede que la vida me
haya decepcionado o frustrado.
En la lucha diaria tal vez he
sido herido y he dejado de confiar y de soñar. Me he confrontado
con mis límites.
Se han frustrado mis planes y la
vida que ahora llevo no se parece en nada a la que un día soñé siendo joven.
¿Es así? No me quiero
lamentar. El presente es siempre el mejor momento de mi vida.
En esta hora que vivo tengo la
oportunidad de soñar y confiar en llegar a ser el que deseo, fiel a lo que
Dios ha sembrado en mi alma, a esa semilla que me habla de la eternidad.
Siempre puedes ir a más
En todo momento estoy en
camino, y puedo volver a empezar. Siempre hay tiempo.
Ahora soy mejor persona que
cuando era niño, joven. He crecido, he aprendido. Soy más sabio y no quiero
dejar de ser soñador.
Los sueños alimentan mi corazón.
Dice un poema de Mario Benedetti:
«No te rindas por favor no cedas,
aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se calle
el viento, aun hay fuego en tu alma, aun hay vida en tus sueños, porque cada
día es un comienzo, porque esta es la hora y el mejor momento, porque no estás
sola, porque yo te quiero».
Mi vida se abre en presente en
mil opciones de amar, de dar todo eso que llevo dentro. Siempre puedo empezar
de nuevo. No tengo miedo.
Reafirma y renueva tus sueños
¿Cuáles son esos sueños que sigo
soñando? Cada día es un buen comienzo. No me conformo con lo vivido.
No me basta con lo que he
logrado. Ni es suficiente lo que he pasado. Siempre puedo dar más, lograr
más, llegar más lejos y volar más alto.
Lo que yo sueño es sólo mío, y
habla mucho de mí, de cómo soy. No quiero censurar mis sueños.
Puede que tenga sueños en mi alma
que son imprudentes, insensatos, locos o imposibles. No me importa, hablan de
cómo soy. Esos sueños se los entrego a Dios.
Tengo claro que no todo está en
orden en mi corazón. Y al mismo tiempo todo lo que deseo tiende a una plenitud
que anhelo con todas mis fuerzas.
Todos mis sueños humanos,
mundanos, locos hablan de mi verdad. Siendo insensatos e imprudentes me abren
el cielo. Soñando en alto y dentro de mí, aspiro a todo.
¿Qué dicen de mí todos mis
sueños? ¿En qué me reconozco en ellos?
En este tiempo de Pascua renuevo
mis sueños. Los vuelvo a soñar, los pronuncio con voz potente.
Quiero que el mundo los oiga, los
mire, los acepte. No me conformo con una vida mediocre, sin forma precisa, sin
luz ni alegría. Dios puede hacer conmigo grandes obras. En Él confío.
Carlos Padilla Esteban
Fuente: Aleteia






