19 – Junio. Sábado de la XI semana del Tiempo Ordinario
![]() |
| Misioneros digitales católicos MDC |
Nadie puede servir a dos señores.
Porque despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedicará al
primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por
eso os digo: no estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni
por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que
el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros del cielo: no
siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los
alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de
agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por
el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os
digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues
si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la
viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis
agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a
vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial
que tenéis necesidad de todo eso. Buscad sobre todo el reino de Dios y su
justicia; y todo esto se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por
el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su
desgracia
Comentario
Jesús habla de un tema muy
presente en la vida de los hombres de todos los tiempos: las preocupaciones.
Hoy como en el siglo I, aunque de forma distinta, tenemos muchos motivos de
preocupación: conseguir un trabajo digno, tener algo que comer y un techo que
nos proteja, algunas garantías para el futuro.
El planteamiento del Señor nos
puede parecer un poco imprudente: ¿cómo no nos vamos a preocupar por el mañana?
¿Quién se va a encargar de conseguir lo necesario para vivir, sino nosotros?
No se trata de no estar metidos
en todas esas cosas, ni de vivir descuidando las necesidades materiales de cada
jornada. El punto es cómo lo hacemos. La preocupación a la que se
refiere Jesús es una falta de confianza y de abandono en las manos de nuestro
Padre Dios.
En otro momento, muy humano, como
una comida entre amigos, el Señor dirá a Marta: “tú te preocupas y te inquietas
por muchas cosas, pero una sola cosa es necesaria” (Lc 10,41-42).
La única cosa necesaria es
confiar en Dios, recibir de sus manos lo bueno y lo que puede parecernos un
mal. Así era la vida espiritual de san José, no “una vía que explica, sino una
vía que acoge”. Acoger la vida tal como se nos da es “un modo por el que se
manifiesta en nuestra vida el don de la fortaleza que nos viene del Espíritu
Santo” (Francisco, Patris corde n.4).
San Pablo, en una de sus cartas,
explica la solución a las preocupaciones de la vida: “No os preocupéis por
nada; al contrario: en toda oración y súplica, presentad a Dios vuestras
peticiones con acción de gracias” (Fil 4,6).
La actitud de quien vive con esa
fe es la oración: pedir con fe la ayuda de Dios en las dificultades y
manifestarle un continuo agradecimiento por todos los dones que nos ha
concedido.
Giovanni Vassallo
Fuente: Opus Dei






