El santo de 23 años escribió unas líneas a su madre llenas de fe y ánimo
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Marco Sete | Shutterstock |
Luis
Gonzaga trabajó incansablemente por los enfermos en Roma, cuidando a los que
estaban muriendo a causa de una epidemia.
Como era de esperar, Luís contrajo
la enfermedad, y murió a la edad de 23 años.
Mientras estaba en su lecho de muerte, escribió esta sincera carta
a su madre, asegurándole su destino final.
Es una carta hermosa y nos recuerda que aunque la muerte puede ser
triste, también es una fuente de gran alegría que perdura por la eternidad.
«Ha de ser
inmensa tu alegría, madre»
Pido para ti,
ilustre señora, que goces siempre de la gracia y del consuelo del Espíritu
Santo.
Al llegar tu carta, me encuentro
todavía en esta región de los muertos. Pero un día u otro ha de llegar el
momento de volar al cielo, para alabar al Dios eterno en la tierra de los que
viven.
Te he de confesar, ilustre señora, que
al sumergir mi pensamiento en la consideración de la divina bondad, que es como
un mar sin fondo ni litoral, no me siento digno de su inmensidad, ya que él, a
cambio de un trabajo tan breve y exiguo, me invita al descanso eterno y me
llama desde el cielo a la suprema felicidad, que con tanta negligencia he
buscado, y me promete el premio de unas lágrimas, que tan parcamente he
derramado.
Considéralo una y otra vez, ilustre
señora, y guárdate
de menospreciar esta infinita benignidad de Dios, que es lo que harías si
lloraras como muerto al que vive en la presencia de Dios y que con su
intercesión puede ayudarte en tus asuntos mucho más que cuando vivía en este
mundo.
Esta
separación no será muy larga; volveremos a encontrarnos en el cielo,
y todos juntos, unidos a nuestro Salvador, lo alabaremos con toda la fuerza de
nuestro espíritu y cantaremos eternamente sus misericordias, gozando de una
felicidad sin fin.
Al morir, nos quita lo que antes nos
había prestado, con el solo fin de guardarlo en un lugar más inmune y seguro, y
para enriquecernos con unos bienes que superan nuestros deseos.
Todo esto lo digo solamente para
expresar mi deseo de que tú, ilustre señora, así como los demás miembros de mi
familia, consideréis
mi partida de este mundo como un motivo de gozo, y para que no me falte tu
bendición materna en el momento de atravesar este mar hasta llegar a la orilla
en donde tengo puestas todas mis esperanzas.
Así te
escribo, porque estoy convencido de que esta es la mejor manera de demostrarte
el amor y respeto que te debo como hijo.
Un hombre purificado
San Luis Gonzaga es el patrón de los jóvenes y de los que luchan
por la pureza. Su ejemplo de castidad sigue siendo una inspiración.
Aquí una oración para pedir ayuda a san Luis para tener un cuerpo
y una mente puros. Está inspirada en una plegaria recogida una antigua
publicación de la Santa Sede con oraciones y devociones relacionadas con
indulgencias llamada Raccolta:
Amén.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia