Thierry se juntó con malas compañías y estuvo año y medio en prisión
![]() |
Thierry se planteaba desde muy joven «preguntas existenciales», |
Thierry creció
en una familia de cultura cristiana, pero sin práctica religiosa alguna. Él
quería ser militar, pero un año antes de enrolarse su vida se torció.
De la cárcel al ocultismo
“Conocí a un grupo de amigos con
quienes hice tonterías bastantes graves, que me llevaron a la cárcel”, recuerda
en Découvrir
Dieu: “Fui condenado a tres años de prisión, de los que cumplí
dieciocho meses”.
Cuando salió, se encontró a su
madre al borde del suicidio y comprendió que con sus andanzas la
había destrozado. “Me derrumbé”, confiesa.
En vez de reaccionar hacia
arriba, lo hizo hacia abajo: “Me recluí en mí mismo y me metí en las drogas, en
concreto el cannabis”.
Al
mismo tiempo, se planteaba continuamente “preguntas existenciales y
metafísicas”: “¿Para qué vivo? ¿Por qué he de morir un día?”. Le
“obsesionaban”, reconoce, y buscando una respuesta se metió durante diez
años en el mundo del esoterismo y del ocultismo y la Nueva Era: “Quería
encontrar sentido a mi vida”.
Sin éxito: “Al cabo de todos esos
años, con un poco de honestidad intelectual y de lucidez, constaté que no
me habían aportado nada. No era más feliz, al contrario”.
De un bautizo a la confesión
Justo en esa época, unos
amigos suyos quisieron bautizar a sus hijos y le invitaron a la ceremonia:
“Yo no tenía ni idea del cambio que iba a suceder en mi vida”.
Allí conoció a unos sacerdotes
jóvenes “muy simpáticos” y, como hicieron buena relación, le
invitaron a ir con ellos a una peregrinación a Asís poco después.
Thierry aceptó porque se lo
planteó como un viaje turístico y cuando llegó la hora del viaje, decidió dejar
la droga en casa. “No son más que tres días, no me voy a morir”, pensó.
“Pero al cabo de un día ya no
podía más. Tenía el síndrome de abstinencia, estaba muy nervioso”,
recuerda: “Fui a ver al sacerdote para explicarle la situación. Me llevó a un lado
y me propuso confesarme. Acepté… ¡y en un instante quedé liberado de mi
adicción! Desde ese día no he vuelto a tocar la droga”.
Al cabo de unos meses, Thierry se
fue a Borgoña a un retiro de renovación junto con el grupo de jóvenes
dirigidos por aquellos sacerdotes del bautizo.
“Yo no tenía ninguna
costumbre de ir a misa, y allí, durante una celebración, el Evangelio
me golpeó directamente en los oídos. ‘Zaqueo, date prisa y baja’ [del
árbol donde se había subido para ver a Jesús, Lc 19, 5]. Enseguida comprendí
que Jesús se dirigía a mí. Es como si dijera: ‘Thierry, date prisa y
baja’. Pero no comprendía qué quería decir. Le di vueltas a esa frase todo el
día en mi cabeza y en mi corazón”.
La respuesta, en el Santísimo
Lo comprendió por la noche,
durante la vigilia de Adoración: “Llevaban la Hostia en procesión. Cuando
la vi, comprendí que era Jesús vivo, realmente presente. Entendí: ‘¡Es Él,
y además me ama!’ Me eché a llorar, aquello me cambió por completo. Era
evidente que no podía seguir viviendo como antes. Tenía que hacer
algo por Jesús”.
Thierry decidió tomarse un año
sabático en Bélgica para reflexionar sobre su vocación bajo una
dirección espiritual de discernimiento: “Sin embargo, al poco tiempo tuve
una profunda crisis de fe. Abrí la Biblia y ‘caí’ al azar sobre un pasaje
de Dios que me puso furioso: ‘Vuelve a tu casa y da a conocer cuanto te ha
hecho Dios’ (Lc 8, 39). Pero ¡yo no quería volver a casa! Quería seguir a
Jesús hasta el fin y ¿por qué no?, ser sacerdote”.
Acudió entonces a ver al
responsable del curso en el que se estaba replanteando su vida, para explicarle
estas tribulaciones. Y recibió, “con mucha delicadeza”, una respuesta muy
clarificadora viniendo de quien le había aconsejado ese año sabático: “Thierry,
yo ya sabía que no estabas llamado a ser sacerdote. Pero éste es un año
que necesitabas para reconstruirte”.
Debió ser un jarro de agua fría
para él, pero asumió con humildad la situación. El sacerdote le
invitó a concluir en cualquier caso el año de discernimiento. Así lo hizo.
El encuentro
Y no pudo ser más providencial,
porque al concluir ese periodo, le invitaron a rematarlo con un retiro en el
sur de Borgoña: “Acepté… e hice muy bien, porque durante esa reunión conocí
a la joven que se convirtió en mi esposa. Nos enamoramos enseguida,
nos hicimos novios y os casamos, todo muy rápido. Llevamos ya casados siete
años, y seguir juntos el camino que Dios traza para nosotros nos
llena de alegría”.
Actualmente, Thierry participa en
su parroquia en un programa de acompañamiento que acoge a las personas que
se plantean cuestiones de fe, ya sean católicos con dudas o personas alejadas
de la Iglesia.
¿Quién es Jesús para él?, le
preguntan para rematar el testimonio: “Es Alguien que nos ama a nosotros
antes de que sepamos que Él existe. Nuestro amigo, nuestro confidente, nuestro
padre”.
Fuente: ReL