Donación de órganos: acto de amor
Cada
día se hace más necesaria la disponibilidad de órganos para
trasplantes. Mucha gente no está enterada de lo importante que es donar
sus órganos para poder dar vida o prolongar la vida de otras
personas. Diversas instituciones han colaborado para incrementar el número
de donantes sin embargo todavía existe un insuficiente número de personas que
donan órganos comparado con la gran demanda. La doctrina de la Iglesia
católica respalda y estimula la generosidad de los donantes dentro de un
contexto apropiado.
Dice el Catecismo de la Iglesia
Católica en el n. 2296:
¨El trasplante de órganos no es
moralmente aceptable si el donante o sus representantes no han dado su
consentimiento consciente. El trasplante de órganos es conforme a la ley moral
y puede ser meritorio si los peligros y riesgos físicos o psíquicos
sobrevenidos al donante son proporcionados al bien que se busca en el
destinatario. Es moralmente inadmisible provocar directamente para el ser
humano bien la mutilación que le deja inválido o bien su muerte, aunque sea
para retardar el fallecimiento de otras personas¨
Para ilustrar el tema vamos a citar a los dos Papas anteriores
Por eso, dijo el Papa “toda
tendencia a comercializar los órganos humanos o a considerarlos como unidades
de intercambio o de venta, resulta moralmente inaceptable, porque a través de
la utilización del cuerpo como 'objeto', se viola la misma dignidad de la
persona”.
San Juan Pablo II destacó también
la importancia de que la persona que done los órganos sea adecuadamente
informada, de modo que decida libremente y en caso de imposibilidad, se
requiere “un eventual consenso por parte de los parientes”.
Un punto clave: ¿Cuándo está
muerto el ser humano?
Los órganos vitales sólo se
pueden extraer del cuerpo de un individuo “ciertamente muerto”. Aquí nace,
dijo, “una de las cuestiones más debatidas en los círculos bioéticos actuales”,
el problema de “la constatación de la muerte”. En este sentido, añadió el Santo
Padre, “es oportuno recordar que existe una sola ‘muerte de la persona’,
consistente en la total desintegración de aquel complejo unitario e integrado
que es la persona en sí misma”.
“La muerte de la persona
entendida en este sentido radical es un evento que no puede ser directamente
verificado por ninguna técnica científica ni metódica empírica. Pero, la
experiencia humana enseña también que la muerte de un individuo produce
inevitablemente signos biológicos”.
El reciente criterio de
constatación de la muerte, el de la “cesación total e irreversible de toda
actividad encefálica, si es aplicado escrupulosamente, no aparece en contraste
con los elementos esenciales de una correcta concepción antropológica”, dijo el
Pontífice; y señaló que “sólo cuando existe esta certeza es moralmente legítimo
iniciar los procedimientos técnicos para extraer los órganos que hay que
trasplantar, previo consenso del donante o de sus legítimos representantes”.
“Lista de espera” de órganos
El Papa comentó otro problema, el
de “la atribución de los órganos donados mediante las listas de espera o la
asignación de prioridades”. El Pontífice destacó que desde el punto de vista
moral, un principio de justicia obvio exige que estos criterios “no sean
discriminatorios (basados en la edad, sexo, raza, religión, condición social) o
utilitaristas. Para determinar quién tiene la precedencia en la recepción
de órganos hay que atenerse a valoraciones inmunológicas y clínicas”.
¿Qué dijo Benedicto XVI?
Cuando era el Cardenal Ratzinger
(Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe):
«Donar los propios órganos es un
gesto de amor moralmente lícito siempre que sea un acto libre y espontáneo».
El entonces Cardenal,
confiesa que forma parte de una asociación de donantes de órganos, mientras
subraya la contrariedad de la Iglesia ante cualquier forma de procreación
artificial. «Poner a disposición, espontáneamente, partes del propio cuerpo
para ayudar a quien tiene necesidad es un gesto de gran amor. No es así, en
cambio, el caso de la fecundación artificial de los embriones, que no prevé el
acto de amor entre cónyuges.
Es aleccionador recoger parte de
una entrevista al Cardenal Ratzinger:
Fuente: Catholic.net






