2 – Julio. Viernes de la XIII semana del Tiempo Ordinario
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Al pasar vio Jesús a un hombre
llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él
se levantó y lo siguió. Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos
y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos. Los
fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro
come con publicanos y pecadores?». Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de
médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa
“Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a justos sino
a pecadores».
Comentario
Jesús, paso a paso, va llevando a
cabo la voluntad del Padre de instaurar el Reino de los cielos. Cuenta con los
hombres y, entre ellos, a algunos les da una misión especial como a los
Apóstoles, a quienes constituye como fundamento de la Iglesia.
Entre ellos está Mateo. Cuando
llega el día señalado por Dios desde la eternidad, Jesús pasa y le ve. No es un
pasar ni un ver cualquiera. La elección de Mateo es desde la eternidad y en la
mirada de Jesús tiene lugar la llamada.
Con los hombres ocurre lo mismo:
Dios nos elige desde la eternidad para ser santos, en un camino concreto, y, en
un momento de nuestra historia, tiene lugar la llamada.
La elección y la llamada es
gratuita. De nosotros depende, en nuestra libertad, la respuesta. La de Mateo
fue inmediata: “Él se levantó y le siguió”. Ese es el deseo de Dios, que
respondamos con generosidad y prontitud a la llamada.
Es
fácil responder si, por medio de la oración, estamos abiertos a escuchar lo que
Dios nos quiera decir.
Mateo, una vez ha recibido la
llamada, le recibe en su casa. En esta invitación encontramos una imagen del
contenido de la llamada. Jesús llama para invitarnos a su amistad, para que
vivamos en intimidad con Él.
Junto a Mateo, en su casa, se
reunieron muchos publicanos y pecadores. Los fariseos comenzaron a criticar.
Jesús, en cambio, anuncia la misericordia: “misericordia quiero y no
sacrificio”.
Jesús elige y llama de una manera
gratuita. Nos llama siendo pecadores a ser sus amigos. Lo hace por medio de su
misericordia y del perdón que nos ofrece su corazón acogedor.
Javier Massa
Fuente: Opus Dei






