Cuando se cumplen cinco años del fallecimiento de la iniciadora, junto a Kiko Argüello, del Camino Neocatecumenal, la archidiócesis de Madrid da los primeros pasos para su futura canonización
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Foto cedida por Carlos Metola |
«Al haber transcurrido ya cinco
años desde su muerte se pueden dar ya estos primeros pasos iniciales», explica
Carlos Metola, postulador de la fase diocesana de la causa. En este tiempo se
han recogido los numerosos escritos personales de Carmen Hernández, «más de
16.000 páginas, unos 60 o 70 volúmenes», dice Metola. Son, sobre todo, las
transcripciones de catequesis, encuentros y reuniones en las que intervino
Carmen, junto a Kiko Argüello, en su labor de evangelización itinerante por los
cinco continentes durante más de 50 años. Junto a estos textos también se han
recogido sus cartas personales, bocetos de catequesis, numerosos diarios y
otros escritos.
Su inédita vida interior
En esta labor de investigación de
sus escritos –«lo hacía todos los días, normalmente por la noche»– ha aflorado
una Carmen Hernández inédita. Metola ha buscado lo que anotaba en días
importantes de encuentros con los Papas, con obispos, con jóvenes… «La veías
feliz, predicando, rodeada de gente –señala–, pero luego por la noche escribía
confidencias a Jesucristo, como “por fin solos, Amado mío”, “estoy en la nada
pero te quiero, Amor mío”. Sin duda tenía una gran vida interior, muy
profunda».
Emerge también una mujer
«enamorada de la Escritura, siempre con la Biblia a todas partes», muy metida
en la oración –«no salía de su habitación sin haber rezado los salmos»– y muy
estudiosa: «Tenía cerca de 5.000 libros, muchos de ellos sobre la Eucaristía y
la Penitencia, subrayados y muy usados».
Junto a ello, el postulador
destaca su amor a la Iglesia y al Papa. De hecho, a san Juan Pablo II «le
preparaba platos que sabía que le gustaban, como signo de una gran
familiaridad, y tenía con él detalles que no se le ocurrían a nadie más».
También tenía un amor muy grande por las que ella llamaba las «ovejas
perdidas», personas que pasaban por un sufrimiento especial: «Carmen conocía
las situaciones familiares de muchos hermanos de las comunidades, y los llamaba
por teléfono en momentos especialmente difíciles».
Si el cardenal Osoro lo estima
oportuno, es de esperar que se abra en unos meses la fase diocesana del proceso
sobre su vida, virtudes y fama de santidad. Después daría inicio la declaración
de numerosos testigos que la conocieron, así como el trabajo de una comisión
histórica y otra de teólogos que estudiarán todos sus escritos. Al acabar esta
labor se enviaría todo al Vaticano para que se estudien de nuevo los documentos
en la fase romana y avance así el proceso de canonización.
En esta labor de divulgación de
su fama de santidad cobra especial relevancia la biografía oficial Carmen
Hernández. Notas biográficas, en la que Kiko Argüello define a Carmen como «una
mujer profunda, auténtica y libre», «importantísima no solo para el Camino,
sino para toda la Iglesia».
Juan Luis Vázquez
Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y Omega