Desde el principio el ministerio ordenado ha sido conferido y ejercido en tres grados: el de obispos, el de presbíteros y el de diáconos
The Baskersfield Californian |
Se dice que la
Iglesia nació el Jueves Santo durante la Última Cena. En ese momento Jesús
instituyó también el sacerdocio, dando a los apóstoles el poder de consagrar la
Eucaristía «en memoria mía» haciendo de ellos los sacerdotes de la Nueva
Alianza.
La misión
Desde
entonces el Orden es el sacramento a través del cual la misión
sacerdotal continúa en la Iglesia.
Por medio de
la ordenación, el ministro está habilitado para actuar en la persona de Cristo,
Cabeza de la Iglesia.
Eso no quiere
decir que los sacerdotes no tengan límites o defectos pero en el momento
de administrar los sacramentos el pecado del ministro no afecta ni impide de
ninguna manera la gracia.
Los grados del orden
Desde el
principio el ministerio ordenado ha sido conferido y ejercido en tres grados:
el de obispos, el de presbíteros, comúnmente llamados sacerdotes, y
el de diáconos.
Los tres
grados se confieren mediante un acto sacramental llamado «ordenación«, es
decir, por el sacramento del Orden, que es administrado solo tras una
cuidadosa formación y evaluación por parte de la Iglesia.
Quien abraza
la vida religiosa -como hermanos y religiosas- no recibe el sacramento del
orden pero hace una profesión solemne.
Diácono,
presbítero y obispo
El obispo
recibe la plenitud del sacramento, y ejerce la potestad de la Iglesia
particular que le es encomendada, «como vicarios y delegados de Cristo» siempre
en unión con el Papa.
Los
presbíteros están unidos al obispo en dignidad sacerdotal y dependen de él en
el ejercicio de sus tareas.
Reciben del
obispo una parroquia o una función eclesial a nivel diocesano.
El diaconado
es un orden de «servicio»: los diáconos asisten al obispo y a los presbíteros
en la celebración litúrgica, pueden distribuir la Eucaristía, bendecir el
matrimonio, proclamar el Evangelio y predicar, además de dedicarse a la
caridad.
La celebración
La celebración
del sacramento del Orden tiene la misma estructura para las tres ordenaciones,
y está presidida por un obispo.
Para la
consagración de un nuevo obispo es necesaria la participación de más obispos y
la autorización por parte del Papa.
La imposición
de las manos y la oración consagratoria constituyen el corazón del
sacramento.
Después de la
consagración obispos y presbíteros son ungidos con el crisma.
El obispo recibe
el libro de los Evangelios, el anillo, la mitra y el báculo como signos de su
misión.
El sacerdote
recibe la patena y el cáliz, elementos principales del papel litúrgico
que está llamado a ejercer.
El diácono
recibe el libro de los Evangelios.
¿Quién puede
acceder a este ministerio?
Solo los
hombres pueden acceder al ministerio ordenado, basado en el ejemplo de Jesús
que eligió solo a hombres para ejercer el ministerio.
En la Iglesia
latina, todos los ministros ordenados son normalmente elegidos entre hombres
célibes, que se comprometen a conservar el celibato «por el reino de los
cielos», dándose completamente a Dios y al servicio de los hombres.
El diaconado
permanente puede conferirse también a hombres casados.
El sacramento
del orden no puede repetirse ni conferirse por un tiempo limitado.
No puede
tampoco borrarse.
Por graves
motivos, alguien puede ser dispensado de las obligaciones y funciones derivadas
de la ordenación o se le puede prohibir el ejercicio, pero no puede volverse
laico en sentido estricto.
De hecho
confiere un carácter espiritual imborrable.
Marinella
Bandini
Fuente:
Aleteia