El Papa Francisco, el Patriarca Bartolomé y el Arzobispo Welby señalaron que “no se trata de lecciones nuevas, pero hemos tenido que afrontarlas de nuevo”
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| El Papa Francisco. Foto: Vatican Media |
El Papa Francisco abordó por primera vez
de forma conjunta con el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé; y el
Arzobispo de Canterbury, Justin Welby, la necesidad urgente de garantizar la
sostenibilidad ambiental.
En un comunicado conjunto difundido este martes 7 de
septiembre, los tres líderes cristianos abordan “la urgencia de la
sostenibilidad ambiental, su impacto persistente en la pobreza y la importancia
de la cooperación global”.
Recuerdan que, “durante más de un año, todos hemos
experimentado los efectos devastadores de la pandemia global. Todos nosotros:
tanto los pobres como los ricos, los débiles como los fuertes”.
Es decir, “nos dimos cuenta, frente a esta calamidad
mundial, que nadie está a salvo hasta que todos lo estén, que nuestras acciones
realmente tienen efectos en los demás, y que lo que hacemos hoy afecta a lo que
sucederá mañana”.
El Papa Francisco, el Patriarca Bartolomé y el
Arzobispo Welby señalaron que “no se trata de lecciones nuevas, pero hemos
tenido que afrontarlas de nuevo”.
Por ello, llamaron a “no desperdiciar este momento.
Debemos decidir qué clase de mundo queremos dejar a las futuras generaciones”.
Llamaron también a los cristianos a acompañar con la
oración los trabajos del encuentro mundial sobre el clima que se celebrará en
la ciudad escocesa de Glasgow en noviembre. “Como líderes de nuestras Iglesias,
llamamos a todos, con independencia de su fe o su visión del mundo, a
esforzarse a escuchar el grito de la tierra y de los pobres, a examinar su
comportamiento y a asumir el compromiso de realizar sacrificios significativos
por el bien de la tierra que Dios nos ha dado”.
“Se nos ha advertido contra la adopción de decisiones
a corto plazo aparentemente económicas”, contra la decisión de “construir sobre
arena en vez de construir sobre roca para que nuestra casa común resista las
tormentas”.
Al mismo tiempo, “se nos invita a adoptar una
perspectiva más a largo plazo y reconocer nuestro lugar en la historia
extendida de la humanidad”.
Sin embargo, lamentan, “hemos tomado la dirección opuesta.
Hemos maximizado nuestro propio interés a expensas de las futuras generaciones.
Al concentrarnos en nuestra riqueza descubrimos que los valores a largo plazo,
incluida la abundancia de la naturaleza, se agotan para obtener beneficios a
corto plazo”.
Por ello, pidieron “hacer frente a una profunda
injusticia: las personas que más sufren las consecuencias catastróficas de
estos abusos son los más pobres del planeta y los menos responsables de
causarlas”.
“Servimos al Dios de justicia que se deleita en la
creación y crea a cada persona a imagen de Dios, pero también escucha el llanto
de los pobres. En consecuencia, hay un llamado innato a nosotros que responde
con angustia cuando contempla una injusticia tan devastadora”.
Aseveraron que “hoy estamos pagando el precio” de esa
injusticia. “El clima extremo y los recientes desastres naturales de los
últimos meses nos revelan con gran fuerza y con un enorme coste humano que el
cambio climático no es únicamente un cambio futuro, son que es una cuestión
urgente de supervivencia inmediata. Inundaciones, incendios y sequías amenazan
continentes enteros”.
“El nivel del mar sube, lo que obliga a comunidades
enteras a trasladarse; ciclones devastan regiones enterar, arruinan vidas y
medios de subsistencia. El agua escasea y el suministro de alimentos deja de
estar garantizado, lo que provoca conflictos y desplazamientos de millones de
personas”.
Además, advirtieron que “mañana podría ser peor. Los
niños y adolescentes de hoy deberán hacer frente a consecuencias catastróficas
al no ser que asumamos la responsabilidad ahora como colaboradores de Dios en
la administración de nuestro mundo”.
La crisis medioambiental “nos sitúa ante una elección.
Estamos en una posición única tanto para abordarla con mirada cortoplacista y
lucrándonos, o para aprovecharla como una oportunidad de conversión y
transformación”.
“Si pensamos en la humanidad como una familia y
trabajamos juntos hacia un futuro basado en el bien común, podremos encontramos
viviendo en un mundo muy diferente. Juntos podemos compartir una visión de vida
en la que todos florezcan”.
Por último, hicieron un llamado a que “juntos, como
comunidades, Iglesias, ciudades y naciones, debemos cambiar la ruta y descubrir
nuevas formas de trabajar juntos para romper las barreras tradicionales entre
pueblo, para dejar de competir por los recursos y empezar a colaborar”.
Por Miguel Pérez Pichel
Fuente: ACI Prensa






