En el Documento se recuerda también que la sinodalidad es una tradición muy antigua en la Iglesia
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| Imagen de archivo de la Asamblea del Sínodo de los Obispos. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa |
La Santa Sede difundió este martes 7 de
septiembre el Documento Preparatorio de la XVI Asamblea General Ordinaria del
Sínodo de los Obispos, acompañado de un Vademecum en el que se detalla la
estructura del Sínodo, sus fases y su metodología.
El Sínodo, que tendrá por título “Por una Iglesia
sinodal: comunión, participación y misión”, dará comienzo el 9 y 10 de octubre
de 2021 en Roma y el 17 de octubre en cada Iglesia particular. El proceso
concluirá en la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos en
octubre de 2023. En definitiva, se trata de un Sínodo sobre la sinodalidad.
Los objetivos del Sínodo, según el Documento
Preparatorio, son, en primer lugar, “hacer memoria sobre cómo el Espíritu ha
guiado el camino de la Iglesia en la historia y nos llama hoy a ser juntos
testigos del amor de Dios”.
A continuación, “vivir un proceso eclesial participado
e inclusivo, que ofrezca a cada uno –en particular a cuantos por diversas
razones se encuentran en situaciones marginales– la oportunidad de expresarse y
de ser escuchados para contribuir en la construcción del Pueblo de Dios”.
En tercer lugar, “reconocer y apreciar la riqueza y la
variedad de los dones y de los carismas que el Espíritu distribuye libremente,
para el bien de la comunidad y en favor de toda la familia humana”.
Un cuarto objetivo es “experimentar modos participados
de ejercitar la responsabilidad en el anuncio del Evangelio y en el compromiso
por construir un mundo más hermoso y más habitable”.
También “examinar cómo se viven en la Iglesia la
responsabilidad y el poder, y las estructuras con las que se gestionan,
haciendo emerger y tratando de convertir los prejuicios y las prácticas
desordenadas que no están radicadas en el Evangelio”.
El sexto objetivo citado por el Documento Preparatorio
es “sostener la comunidad cristiana come sujeto creíble y socio fiable en
caminos de diálogo social, sanación, reconciliación, inclusión y participación,
reconstrucción de la democracia, promoción de la fraternidad y de la amistad social”.
“Regenerar las relaciones entre los miembros de las
comunidades cristianas, así como también entre las comunidades y los otros
grupos sociales, por ejemplo, comunidades de creyentes de otras confesiones y
religiones, organizaciones de la sociedad civil, movimientos populares,
etcétera”, sería el séptimo objetivo.
Por último, “favorecer la valoración y la apropiación
de los frutos de las recientes experiencias sinodales a nivel universal,
regional, nacional y local”.
Según el Vademecum, documento distribuido junto al
Documento Preparatorio, el Sínodo tendrá cuatro fases.
La primera sería la Fase Diocesana, una fase de
escucha donde se pedirá la contribución de parroquias, movimientos de laicos,
escuelas y universidades, congregaciones religiosas, comunidades cristianas,
grupos de acción social, movimientos ecuménicos e interreligiosos y otros
grupos.
La segunda fase tendrá como protagonistas a las
Conferencias Episcopales y a los Sínodos de las Iglesias Orientales, que se
encargarán de compilar todas las aportaciones de la Fase Diocesana y elaborarán
una síntesis en un Encuentro Presinodal. De ese encuentro saldrá un
primer Instrumentum Laboris que publicará la Secretaría
General del Sínodo de los Obispos.
La tercera fase será la Fase Continental, donde, en
diferentes encuentros continentales (siete en total, uno por continente), se
producirán siete Documentos Finales que darán forma al segundo Instrumentum
Laboris, que será el que guiará los trabajos de los Padres Sinodales en la
Asamblea de octubre de 2023.
Por último, la cuarta fase será la celebración de la
Asamblea del Sínodo de los Obispos presidida por el Papa Francisco en Roma.
El Documento Preparatorio, se recuerda, es un
instrumento “para favorecer la primera fase de escucha y consultación de Pueblo
de Dios en las Iglesias particulares”, que se desarrollará de octubre de 2021 a
abril de 2022.
Una llamada a caminar juntos
El Documento presenta el Sínodo como una llamada a
caminar juntos en un contexto de cambios epocales de una sociedad marcada por
la tragedia global de la pandemia de COVID 19, las desigualdades e injusticias
en una humanidad que “aparece cada vez más sacudida por procesos de
masificación y de fragmentación”.
Esta situación, “que, no obstante las grandes
diferencias, une a la entera familia humana, pone a prueba la capacidad de la
Iglesia para acompañar a las personas y a las comunidades”.
En el caso concreto de los cristianos, se señala que
no se puede ignorar. Así, mientras que hay países y regiones del mundo donde la
mayor parte de la población es católica o pertenece a diferentes denominaciones
cristianas, “existen otros países en los cuales los católicos son una minoría;
en algunos de estos países, los católicos, junto con los otros cristianos, experimentan
formas de persecución, incluso muy violentas, y a menudo el martirio”.
“Si, por una parte, predomina una mentalidad
secularizada que tiende a expulsar la religión del espacio público, por otra
parte, existe un integrismo religioso, que no respeta la libertad de los otros,
alimenta formas de intolerancia y de violencia, que se reflejan también en la
comunidad cristiana y en sus relaciones con la sociedad”.
Una Iglesia sinodal
En el Documento se recuerda también que la sinodalidad
es una tradición muy antigua en la Iglesia. La Iglesia, se destaca, es
“constitutivamente sinodal”. La sinodalidad “es mucho más que la celebración de
encuentros eclesiales y asambleas de obispos, o una cuestión de simple
administración interna en la Iglesia; la sinodalidad indica la específica forma
de vivir y obrar de la Iglesia”.
Escuchar las Escrituras
Asimismo, se establece una relación entre el “caminar
juntos” de las Iglesias en el Sínodo y la escucha de la Palabra de Dios y su
puesta en práctica.
En ese sentido, se define como oportuno que la
construcción de una Iglesia sinodal se inspire en dos imágenes de la Escritura:
la representación de la escena comunitaria “que acompaña contantemente el
camino de la evangelización” y “la experiencia del Espíritu en la cual Pedro y
la comunidad primitiva reconocen el riesgo de poner límites injustificados a la
coparticipación de la fe”.
Para leer el Documento Preparatorio acceda AQUÍ.
Para leer el Vademecum (en inglés) acceda AQUÍ.
Por Miguel Pérez Pichel
Fuente: ACI Prensa






