Los sacerdotes diocesanos prometen ser célibes, predicar la verdad y obedecer al obispo
Pascal Deloche | GODONG |
A diferencia
de los sacerdotes que son miembros de una comunidad religiosa, los sacerdotes
diocesanos no hacen votos de castidad, pobreza y obediencia. Sin embargo, hacen
varias promesas en el día de su ordenación que tienen un alcance similar:
¿Estás dispuesto a desempeñar siempre
el ministerio sacerdotal con el grado de presbítero, como buen colaborador del
Orden episcopal, apacentando el rebaño del Señor y dejándote guiar por el
Espíritu Santo?
Los obispos son los pastores principales de una región en
particular. Los sacerdotes están llamados a ser colaboradores, que ayudan al
obispo en su misión pastoral.
¿Estás dispuesto a realizar el
ministerio de la palabra, preparando la predicación del Evangelio y la
exposición de la fe católica con dedicación y sabiduría?
A los sacerdotes se les confía la tarea de predicar la fe católica
a su rebaño, transmitiéndole la herencia del Evangelio.
¿Estás dispuesto a presidir con piedad
y fielmente la celebración de los misterios de Cristo, especialmente el
sacrificio de la Eucaristía y el sacramento de la reconciliación, para alabanza
de Dios y santificación del pueblo cristiano, según la tradición de la Iglesia?
Esta es una promesa de cumplir con las directrices de la Iglesia
para la liturgia y celebrarla con gran reverencia y respeto.
¿Quieren ante Dios y ante la Iglesia,
como signo de su consagración a Cristo, observar durante toda la vida el celibato
por causa del Reino de los cielos y para servicio de Dios y de los hombres?
Esta promesa se hace en realidad en la ordenación diaconal de un
sacerdote, pero se aplica al resto de su vida como sacerdote.
¿Estás dispuesto a invocar la misericordia
divina con nosotros, en favor del pueblo que te sea encomendado, perseverando
en el mandato de orar sin desfallecer?
Esto le recuerda al sacerdote su compromiso con la oración,
mencionado por primera vez en su ordenación diaconal, donde prometió rezar la Liturgia de las Horas a diario.
¿Quieres unirte cada día más a Cristo,
sumo Sacerdote, que por nosotros se ofreció al Padre como víctima santa, y con
él consagrarte a Dios, para la salvación de los hombres?
Esta es una promesa importante, que insta al sacerdote a imitar a
Jesucristo y consagrarle toda su vida.
¿Prometes respeto y obediencia al
obispo diocesano y a tu superior legítimo?
Esta es la promesa final que hace un sacerdote, y se hace de
manera más solemne que las demás. El sacerdote se arrodilla ante el obispo y
coloca sus manos entre las manos del obispo. Es un recordatorio físico y una
promesa de obedecer al obispo y sus sucesores.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia