"Jesús le dijo: «Aléjate, Satanás, porque dice la Escritura: Adorarás al Señor tu Dios, y a Él solo servirás.»" (Mateo 4)
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Vayamos al principio. El diablo, satanás, existe. Y es
malo con ganas. Te desprecia con todo su ser. No siempre fue el monstruo que
ahora conocemos, lleno de odio por la humanidad. Pero ahora es un enemigo
hábil, astuto, mortal y manifiesto de nuestras almas.
Ha tenido una eternidad para
estudiarnos y descubrir nuestras debilidades. Sabe cómo
hacerte caer por medio de la carne, el mundo, el dinero, a soberbia, el
orgullo. Y nos golpea con mucha sutileza con las tentaciones para hacernos caer
en el pecado y alejarnos de Dios.
Sabe que lejos de Dios, abandonaremos
las buenas obras, la oración, los sacramentos. Esto logra que estemos
expuestos, veremos con agrado las mayores tentaciones y caeremos con facilidad.
Tiene muchos ayudantes en su oficio, para
la perdición de nuestras almas. La Biblia nos ayuda a discernir y
comprender que hay fuerzas ocultas que no vemos, pero nos afectan a diario,
sobre todo por nuestra falta de fe, carencia de oración o una vida en pecado
mortal. ¿Quiénes son? Varios pasajes del Evangelio los identifican.
«Los
demonios suplicaron a Jesús: «Si nos expulsas, envíanos a
esa piara de cerdos.» Jesús les dijo: «Vayan».» (Mateo 8)
«Cuando Jesús le preguntó: «¿Cómo te llamas?», contestó: «Me llamo
Multitud, porque somos muchos.»» (Marcos 5)
Cuando escribí mi libro “EL MUNDO INVISIBLE” sobre la
existencia del demonio y sus acciones en el mundo, nuestra iglesia y las
familias, leí mucho e investigué sobre el tema. Descubrí asombrado que muchas
personas, incluso católicos, no creen en la existencia del demonio. Tienen la
idea vaga de que es una invención, un relato antiguo creado para meter miedo a
los niños y que se porten bien.
Entrevisté al sacerdote encargado por el obispo de mi país como
exorcista. Me explicó que desde el Concilio Vaticano II se había eliminado el
curso de demonología. de los seminarios, y que muchos sacerdotes tenían por
ello poco conocimiento del tema. Pero que los interesados podían instruirse a
voluntad y tomar cursos en ROMA o acercarse a los sacerdotes exorcistas.
¡Santo cielo! Es importante que
nuestros sacerdotes se instruyan. Es un tema muy serio.
Parte del mundo ve al demonio como una leyenda urbana y las
personas no saben el riesgo y el peligro a que se exponen con sus
tentaciones.
¿Sabias que cada vez que rezas el
Padre Nuestro le pides a Dios que te proteja de él?
El Catecismo de la Iglesia Católica, que contiene los aspectos
fundamentales de nuestra fe, nos dice:
2850 “Y LIBRANOS
DEL MAL. La última petición a nuestro Padre está también
contenida en la oración de Jesús: “No te pido que los retires del mundo, sino
que los
guardes del Maligno” (Jn 17, 15).
La aclaración que hace luego es escalofriante y no deja lugar a
dudas:
2851 En esta
petición, el
mal no es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el Maligno,
el ángel que se opone a Dios. El “diablo” (diá-bolos)
es aquél que “se atraviesa” en el designio de Dios y su obra de salvación
cumplida en Cristo.
Ahora que lo sabes, si ves tu alma en
riesgo de perderse, ¿qué harías por ella? ¿No te
parece que es buen momento para una buena confesión sacramental? Restaura tu
amistad perdida con Dios, custodia la gracia santificante, acércate a la
Iglesia, participa de los sacramentos y vive en paz, en santidad, alejado del
pecado.
Claudio de Castro
Fuente: Aleteia