El Papa Francisco propuso a San Francisco de Asís y a la Madre Teresa de Calcuta como modelos de pobreza y misericordia a imitar
Imagen referencial. Papa Francisco en el Vaticano. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa |
En un mensaje dirigido a los participantes del
encuentro “Cáritas, amistad social y el fin de la pobreza” organizado por la
Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, el Santo Padre recordó que Jesús
sugirió vivir las bienaventuranzas a quien quiere ser feliz.
“Ser feliz es aquello que más anhela el ser humano.
De ahí que el Señor promete la felicidad a los que quieran vivir según su
estilo y ser reconocidos como bienaventurados”, afirmó el Papa.
De este modo, el Pontífice señaló que “toda la
felicidad está incluida en estas bienaventuradas palabras de Cristo. Ahora, si
bien todos los humanos desean la felicidad, difieren en sus juicios concretos
sobre ella: algunos desean esto, otros aquello”.
En esta línea, el Santo Padre destacó el testimonio
de San Francisco de Asís que fue pobre de espíritu, rico de
fraternidad y deseoso de la amistad social y describió que “así lo testimonió
el joven Francisco de Asís, hijo de un rico comerciante, en los albores de la
era industrial, del capitalismo y de la banca, abandona las riquezas y comodidades
para hacerse pobre entre los pobres, testimoniando esta bienaventuranza con el
llamado ‘sposalizio con madonna povertà’”.
“Movido por el espíritu de pobreza advierte en el
sufrimiento del leproso que la verdadera riqueza y la alegría no son
las cosas, el tener, el paradigma mundano, sino el amor a Cristo y el servicio
solidario a los demás. En un sentido plenamente serio y entusiasta
—afirma Chesterton— San Francisco podía decir: Bienaventurado quien nada tiene
ni espera porque poseerá todo y de todo disfrutará”, indicó el Papa.
Asimismo, el Santo Padre también recordó que la
misericordia de la Madre Teresa de Calcuta “tocada por el
sufrimiento de la multitud de pobres de nuestro tiempo que consideraba como
propios” por lo que la misericordia fue para ella “el agua viva y el pan vivo
que daban primor a cada obra suya, y la energía que saciaba y alimentaba a los
que no tenían nada más que hambre y sed de justicia”.
En este sentido, el Papa alertó sobre “una forma sutil
de colonialismo ideológico” que “trata de imponer la ideología según
la cual la felicidad sólo consistiría en lo útil, en las cosas y en los
bienes, en la abundancia de cosas, de fama y de dinero”.
“Podemos estar muy agarrados al dinero, poseer muchas
cosas, pero al final no nos las llevaremos con nosotros. Recuerdo siempre lo
que me enseñó mi abuela: el sudario no tiene bolsillos”, añadió.
Sin embargo, el Santo Padre advirtió que “Jesús no
dice que sea una bendición la pobreza ‘material’, entendida como privación de
lo necesario para vivir dignamente: alimento, trabajo, vivienda, salud,
vestimenta, educación, oportunidades” sino que la invitación es a vivir el
espíritu de pobreza enseñada por Cristo.
Finalmente, el Santo Padre subrayó que “estamos
llamados a realizar un movimiento global contra la indiferencia que
cree o recree instituciones sociales inspiradas en las bienaventuranzas y nos
impulsen a buscar la civilización del amor”.
“Un movimiento que ponga límite a todas aquellas
actividades e instituciones que por su propia inclinación tienden sólo al
lucro, especialmente las que San Juan Pablo II llamó ‘estructuras de pecado’.
Entre ellas la que definí como ‘globalización de indiferencia’. Pidamos al
Señor que nos dé su ‘espíritu de pobreza’. Busquemos y nos ayudará a
encontrarlo. Llamemos para que se nos abra la puerta del camino de las
bienaventuranzas y de la auténtica felicidad”, concluyó el Papa.
Por Mercedes de la Torre
Fuente: ACI Prensa