Anuncien la Palabra en toda ocasión: oportuno y no oportuna. Adviertan, reprochen, exhorten, con toda magnanimidad y doctrina. Continúen a estudiar
Papa Francisco en la homilía. Foto: Vatican Pool. Daniel Ibáñez / ACI Prensa |
El Papa Francisco presidió este
domingo 17 de octubre la ordenación episcopal en la Basílica de San Pedro de
Mons. Guido Marini, quien fue maestro de las Celebraciones Litúrgicas
Pontificias desde 2007, y de Mons. Andrés Gabriel Ferrada Moreira, nuevo
secretario de la Congregación para el Clero.
La homilía del Santo Padre se
basó en la edición italiana del Pontifical Romano para la Ordenación de
Obispos, pero habló también en forma espontánea sin leer el texto, y destacó
que las dos funciones principales del Obispo son la oración y el anuncio del
Evangelio, así como también los instó a permanecer cercanos a Dios, a los
obispos, a los sacerdotes y al santo pueblo fiel de Dios.
“Anuncien la Palabra en toda
ocasión: oportuno y no oportuna. Adviertan, reprochen, exhorten, con toda
magnanimidad y doctrina. Continúen a estudiar. Y mediante la oración y el
ofrecimiento del sacrificio por su pueblo tomen de la plenitud de la santidad
de Cristo la multiforme riqueza de la divina gracia”, invitó el Papa.
A continuación, la homilía pronunciada por el Papa Francisco:
Hermanos e hijos queridísimos:
Reflexionemos atentamente a qué
alta responsabilidad eclesial son llamados estos hermanos nuestros. Nuestro
Señor Jesucristo enviado por el Padre para redimir a los hombres mandó a su vez
al mundo a los doce Apóstoles, para que llenos del poder del Espíritu Santo
anunciaran el Evangelio a todos los pueblos y, reuniéndoles bajo un único pastor,
les santificaran y les guiaran a la salvación.
Con el fin de perpetuar de
generación en generación este ministerio apostólico, los Doce agregaron
colaboradores transmitiéndoles, con la imposición de las manos, el don el
Espíritu recibido de Cristo, que confería la plenitud del sacramento del Orden.
Así, a través de la ininterrumpida sucesión de los obispos en la tradición viva
de la Iglesia, se conservó este ministerio vivo, este ministerio primario y la
obra del Salvador continúa y se desarrolla hasta nuestros tiempos.
En el obispo, circundado por sus
presbíteros, está presente en medio de vosotros Nuestro Señor Jesucristo mismo,
sumo y eterno sacerdote. Es Cristo, en efecto, que en el ministerio del obispo
sigue predicando el Evangelio de salvación y santificando a los creyentes
mediante los sacramentos de la fe. Es Cristo que en la paternidad del obispo
acrecienta con nuevos miembros su cuerpo, que es la Iglesia. Es Cristo que en
la sabiduría y prudencia del obispo guía al pueblo de Dios en la peregrinación
terrena hasta la felicidad eterna.
Acojan, por tanto, con alegría y
gratitud a estos hermanos nuestros, que nosotros obispos con la imposición de
las manos asociamos hoy al colegio episcopal.
En cuanto a ustedes, elegidos por
el Señor, reflexionen que han sido elegidos entre los hombres y para los
hombres, han sido constituidos, no para ustedes, sino para los otros, en las
cosas que se refieren a Dios.
‘Episcopado’, en efecto, es el
nombre de un servicio, no es verdadero episcopado sin servicio, no es el nombre
de un honor, como querían los discípulos, uno a la derecha y uno a la
izquierda, porque al obispo le compete más servir que dominar, según el
mandamiento del Maestro: ‘el mayor entre ustedes se ha de hacer como el menor,
y el que gobierna, como el que sirve’. Servir, y con este servicio ustedes
custodiarán su vocación, y serán auténticos pastores en el servir, no en el
honor, en la potestad, en el poder. Servir, siempre servir.
Anuncien la Palabra en toda
ocasión: oportuno y no oportuna. Adviertan, reprochen, exhorten, con toda
magnanimidad y doctrina. Continúen a estudiar. Y mediante la oración y el
ofrecimiento del sacrificio por su pueblo tomen de la plenitud de la santidad
de Cristo la multiforme riqueza de la divina gracia.
Ustedes serán custodios de la fe,
del servicio, de la caridad en la Iglesia. Y para esto, es necesario ser
cercanos. Piensen que la proximidad es el rastro más típico de Dios, Él mismo
lo dice a su pueblo en el Deuteronomio, piensen cuál pueblo tiene a sus dioses
así de cerca como tú me tienes a mi. Cercanía. Junto a la compasión y la
ternura.
Por favor, no dejen esta
cercanía, acérquense siempre al pueblo, acérquense a Dios, acérquense a los
hermanos obispos, acérquense a los sacerdotes. Estas son las cuatro cercanías
del obispo. El obispo cercano a Dios en la oración, muchas veces alguno podría
decir: ‘tengo tanto que hacer que no puedo rezar’. Détente. Cuando los
apóstoles han inventado a los diáconos Pedro ¿qué dice? -a nosotros los
obispos-: la oración y el anuncio de la Palabra
La primera tarea del obispo es
rezar. No como un loro, rezar con el corazón, rezar… ‘no tengo tiempo’, quita
todas las otras cosas, la primera tarea del obispo: cercanía a Dios en la
oración.
Luego, la segunda cercanía,
cercanía a los otros obispos. ‘No que ellos son de aquel partido y yo soy de
aquel partido’… Sean obispos. Habrán discusiones entre ustedes, pero como
hermanos, cercanos, nunca hablar mal de los otros obispos. Segunda cercanía, al
colegio episcopal.
Tercera cercanía, cercanía a los
sacerdotes. Por favor no se olviden que los sacerdotes son los prójimos más
próximos a ustedes. Cuántas veces se escuchan quejas de sacerdotes ‘si llame al
obispo pero la secretaria me dijo que tiene la agenda llena que quizá en 30
días podría recibirme’. Esto no va, si tú sabes que te ha llamado un sacerdote
llámalo el mismo día, o al día siguiente, él con esto, sabrá que tendrá un
padre. Cercanía a los sacerdotes y si no vienen, ve a encontrarles, cercano.
Y la cuarta cercanía, cercanía al
santo pueblo fiel de Dios. Lo que San Pablo dice a Timoteo, recuerda a tu
madre, a tu abuela, no te olvides que has sido elegido del rebaño, no de una
elite que ha estudiado, tiene muchos títulos, y le toca ser obispo, no, del
rebaño.
Por favor, no se olviden de estas
cuatro cercanías. Cercanía a Dios en la oración, cercanía a los obispos, en el
cuerpo episcopal, cercanía a los sacerdotes y cercanía al rebaño. Que el Señor
les haga crecer en este camino de la cercanía. De este modo, imitarán mejor al
Señor porque Él ha sido siempre cercano, está siempre cerca de nosotros, y con
su cercanía, que es una cercanía compasiva y tierna, nos lleva hacia adelante.
Y que la Virgen los cuide.
Fuente: ACI Prensa