Beatriz Berne ha entrado en un monasterio benedictino español con la confianza de que responde a una llamada a la intimidad de la vida monástica
@bernejulvez |
El pasado 11 de septiembre
Beatriz Berne Julvez se puso por primera vez el hábito monástico en el
Monasterio de Santa Cruz de Sahagún (León).
Ya es novicia de la comunidad
benedictina que la acogió hace más de un año. Sor Beatriz ha querido compartir
sus impresiones con quiénes formamos parte de la familia de la Fundación DeClausura.
Soy Beatriz Berne Julvez,
zaragozana de nacimiento y tengo 31 años. Me eduqué desde los tres a los
dieciséis años en el colegio de las Hijas de San José y posteriormente realicé
el Bachillerato con los salesianos de Nuestra Señora del Pilar.
De profesión soy maestra. Acababa
de aprobar la oposición al cuerpo de maestros cuando comuniqué en mi casa que
creía que sentía vocación.
Soy una chica normal, y antes de
entrar en el Monasterio, tenía aficiones como ir al cine y salir con los amigos
a cenar. Me apasiona el cine español.
La llamada
No podría precisar el momento
exacto en el que sentí la llamada, pero creo que fue en torno a los 29
años cuando empecé a sentir que la vida religiosa podría ser mi camino.
De hecho, cuando caminaba por los
pasillos del colegio para dar clase de Matemáticas, algo ya resonaba en mi
corazón.
Desde el principio tuve muy claro
que Dios me llamaba a la vida contemplativa, y a una comunidad pequeña.
Esto tampoco se entendió muy bien
en mi familia pues conocíamos muy de cerca la vida activa que para ellos
hubiera sido más fácil de comprender.
Sorpresa de la vida de clausura
La sociedad tiene una concepción
muy anticuada de la vida de clausura. Mi percepción de esta vida era de silencio,
de recogimiento, de un estado constante de oración y servicio.
Esto no ha cambiado.
Dios me quería para Él en la
intimidad de la vida monástica pero, para mi sorpresa, descubrí la
solemnidad de la Liturgia y la riqueza de la ‘Lectio Divina’ tan característica
del carisma benedictino y cisterciense (una metodología de reflexión y oración
de un textos bíblicos).
Estos dos pilares de la vida
benedictina son, junto con la oración y el trabajo, el soporte de nuestra vida,
de mi nueva vida.
Tengo que aclarar que nuestro
monasterio es de clausura constitucional, es decir, a diferencia de la clausura
papal podemos tener contacto con el exterior, e incluso podemos ir diez días de
vacaciones al año a casa.
Suelo sagrado
Si retomamos el tema de la
vocación, desconozco por qué Dios me quiere en este monasterio y no en otro.
Hay que fiarse de la voluntad de
Dios, aunque a veces no la comprendamos.
El paso determinante fue una
fuerza interior muy grande y un deseo de consagrarme al Señor, a seguirle con
radicalidad.
Entré en el monasterio del día 29
de Agosto de 2020, y esta entrada estuvo muy marcada por la situación de
la pandemia.
De hecho mi familia no pudo
acompañarme. Solo estuvieron conmigo unos compañeros del coro parroquial San
Pedro Arbués de Zaragoza.
Recuerdo en este sentido en mi
corazón todas las personas que no pudieron acompañarme en este día, en especial
a mis padres.
Si tuviera que destacar algún
momento sería el primer paso que di al entrar en “suelo sagrado” ya que
significaba un cambio muy fuerte en mi vida.
Discernimiento como postulante
Desde ese día ha pasado un año de
postulantado hasta tomar el hábito, un año de discernimiento y de conocimiento
de la comunidad.
Pasado este periodo de un año, el
pasado 11 de septiembre vestí el hábito monástico. A nivel personal he de decir
que es revertirse del mismo Jesucristo, significa la pertenencia a Dios,
la entrega de mi vida al que da sentido a mi vida.
Vestir el hábito significa
dar un testimonio de vida en el silencio y en las cosas cotidianas.
Dios no nos pide grandes cosas,
sino que le seamos fieles en la cotidianidad. Es pertenecer a la Iglesia y
tener por tanto un compromiso con ella. Es sentirse vinculado para
siempre en este caso a la orden benedictina.
El noviciado
Mi vida ahora es la de una
novicia que intenta servir al Señor, aunque tengo que decir que ha cambiado
mucho.
Entregamos las cosas del mundo
para entrar al monasterio, pero esta entrega se hace de forma sencilla y con
amor.
Es difícil expresar en pocas
palabras lo que se siente cuando se pasa al noviciado y se da este pequeño paso
pero este Salmo me ayuda a hacerlo:
“Sed fuertes y valientes de
corazón los que esperáis en el Señor”.
Salmo 30, 25
Es un periodo de enraizamiento y
de consolidación de nuestra vocación.
En medio de este mundo
deshumanizado y alejado de Dios, la monja contemplativa está llamada por tanto
a transmitir este mensaje de esperanza.
Debemos permanecer fuertes en la
unión a Dios y testimoniar que esta entrega da la felicidad.
Tras el noviciado, que dura dos
años, tendré que realizar la profesión temporal. Estos votos temporales se
renuevan cada año durante cinco años. Finalmente se realiza la profesión
solemne.
No te quedes con dudas
Es un camino largo, pero tenemos
que recordar que no estamos solas. Si se me permite, a los jóvenes les diría
que no se queden con las dudas, que busquen con sincero corazón el camino que
Dios tiene para ellos, es decir, que esperen en el Señor.
La Fundación DeClausura es una
iniciativa no lucrativa para ayudar a los Monasterios y Conventos de España.
Trabaja para difundir la riqueza de la vida contemplativa y contribuir al
sostenimiento de los Monasterios y Conventos.
Es un espacio de ayuda a
Monasterios y Conventos para dar a conocer la belleza de esta silenciosa
realidad de la Iglesia.
Además ayuda al sostenimiento de
la comunidades monásticas de España gracias a donaciones y ventas de productos
monacales a través de eltornoonline.org
Fuente: Aleteia