La idea de libertad y, en concreto, la idea cristiana de libertad, centró la catequesis pronunciada por el Papa Francisco este miércoles 20 de octubre en la Audiencia General que presidió en el Aula Pablo VI del Vaticano.
| El Papa Francisco durante la audiencia del miércoles. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa |
Para el Santo Padre, recordando
la enseñanza del apóstol San Pablo en su Carta a los Gálatas, “la libertad no
es hacer lo que nos apetezca o nos guste”, es decir, una libertad basada en el
instinto. “Ese tipo de libertad, sin un fin o sin una referencia, sería una
libertad vacía”.
Es una libertad que “deja un
vacío dentro”. En ese sentido, el Pontífice lamentó que “cuántas veces, después
de haber seguido sólo el instinto, nos damos cuenta de que nos ha quedado un
gran vacío dentro y que hemos usado mal el tesoro de nuestra libertad, la
belleza de poder elegir el bien verdadero para nosotros y para los demás”.
El Papa explicó que, con el
Bautismo, los cristianos han pasado “de la esclavitud del miedo y del pecado a
la libertad de hijos de Dios”. Pablo, en su Carta a los Gálatas, afirma que la
libertad “no puede ser un pretexto para la carne”.
Más bien, la libertad es lo
contrario: “La libertad de Jesús nos lleva a estar al servicio los unos de los
otros”, como enseña el apóstol Pablo.
“En otras palabras, la verdadera
libertad se expresa plenamente en la caridad. Una vez más nos encontramos ante
la paradoja del Evangelio: somos libres en el servicio, nos encontramos de
forma plena en la medida en que nos donamos, poseemos la vida si la perdemos”.
¿Cómo se explica esta paradoja?,
planteó el Santo Padre. “La respuesta del apóstol es tan simple como
comprometida: mediante el amor. Es el amor de Cristo lo que nos ha liberado y
es el amor lo que todavía nos libera de la peor de las esclavitudes, la de
nuestro propio yo. Por ello, la libertad crece con el amor”.
“Pero, atención: no con el amor
íntimo, de telenovela, no con la pasión que solo busca lo que nos apetece y nos
gusta, sino con el amor que vemos en Cristo, la caridad: ese es el amor
verdaderamente libre y liberalizador. Es el amor que brilla en el servicio
gratuito, modelado por Jesús que lava los pies a sus discípulos y dice: ‘Os he
dado un ejemplo para que también hagáis lo que yo hago con vosotros’”.
Francisco destacó que “la
libertad, guiada por el amor, es la única que hace libre a los demás y a
nosotros mismos, que sabe escuchar sin imponer, que sabe querer bien sin
forzar, que edifica y no destruye, que no explota a los demás para su comodidad
y que hace a los demás el bien sin buscar su propio beneficio”.
En definitiva, “si la libertad no
está al servicio del bien, se arriesga a volverse estéril y no dar fruto. En
cambio, la libertad animada por el amor conduce hacia los pobres, reconociendo
en sus rostros el de Cristo”.
Por otro lado, el Papa Francisco
hizo también una enmienda a la idea de libertad más difundida en el mundo de
hoy: “Mi libertad comienza donde termina la tuya”. Sobre esa concepción de la
libertad el Santo Padre planteó una importante objeción: “Ahí falta la
relación”.
Es decir, según el Papa, esa
visión de la libertad es “una visión individualista”. En cambio, “quien ha
recibido el don de la libertad obrada por Jesús no puede pensar que la libertad
consista en estar lejos de los demás, sintiéndolos como un fastidio. No puede
ver al ser humano enrocado en sí mismo, sino insertado en una comunidad”.
En definitiva, “la dimensión
social es fundamental para los cristianos y les permite mirar al bien común y
no a los intereses privados”.
“Sobre todo en este momento
histórico, necesitamos redescubrir la dimensión comunitaria, no individualista,
de la libertad: la pandemia nos ha enseñado que nos necesitamos los unos a los
otros, pero no llega con saberlo, es necesario elegirlo cada día”, concluyó la
catequesis el Papa Francisco.
Por Miguel Pérez Pichel
Fuente: Aleteia





