12.10.21

¿POR QUÉ LAS ABORTISTAS SIEMPRE ESTÁN ENFADADAS? OLIVIA GANS, QUE HOY ES LÍDER PROVIDA, LO EXPLICA

Muchas feministas pro-aborto han abortado ellas mismas y arrastran esa herida

Marcada por un agudo síndrome postaborto, Olivia Gans Turner se entregó
a la lucha por la vida desde la American Victims of Abortion.

Cuando Olivia Gans Turner quedó embarazada de forma inesperada en 1981, el aborto ya era legal en los Estados Unidos. La convencieron de que la aspiración y succión del feto sería la solución a su problema, y ella lo creyó. Cuarenta años después, la directora de la Americans Victims of Abortion cuenta que “toda madre que ha tenido un aborto tiene una historia”. Ella cuenta la suya.

Presionada para abortar, sin conocer los riesgos ni otras alternativas

En 1981 Olivia estaba terminando sus estudios en la universidad. La polémica sentencia judicial de Roe Vs. Wade que legalizaba el aborto en EEUU había sido aprobada 8 años atrás.

Los empleados de una de las mayores cadenas abortistas, Planned Parenthoodla presionaron e insistieron para que abortara.  

 “Me dijeron en multitud de ocasiones que era inmadura y tonta por no abortar”. Cuando dudó, los empleados se adelantaron, y ya no hubo marcha atrás. Estaba de doce semanas de embarazo.

“Lo que siguió a continuación fueron años de justificación por un acto que nunca resolvió nuestro problema [el de todas las mujeres que han abortado], y que nos prometieron que sería el más inteligente”, cuenta a National Right to Live News.

Pasados 40 años, Olivia no ha olvidado su aborto, ni podrá hacerlo nunca. Pero su justificación acabó pronto.

Dos años después, organizó uno de los primeros grupos de apoyo post-aborto en Nueva York, y desde 1985 dirige la Americans Victims of Abortion, organización dedicada a transmitir la verdad sobre el aborto y el síndrome post-aborto a través de los medios de comunicación.

El Síndrome postaborto: "Demasiado difícil de verbalizar"

Con motivo de las recientes marchas por la despenalización total del aborto que han sacudido el continente americano, Turner ha reflexionado sobre las motivaciones de "muchos de los asistentes" que, como ella, probablemente habrán practicado abortos o ayudado a otros a realizarlos.

La mayoría permanecerá en silencio, porque el secreto es suyo, y es demasiado difícil de meditar y verbalizar”, explica. “Pasarán muchos años de sus vidas tratando de racionalizar una decisión que nunca olvidarán, y que cambió sus vidas para siempre”.

Porque toda mujer que ha abortado, tiene una historia”, explica.

“A unas mujeres se les dijo que la mejor respuesta que nuestra sociedad tiene para ellas es pagar a alguien para que mate a su bebé en el útero. Otras son adolescentes que se enfrentan a sus padres avergonzados, que quieren creer que el aborto es fácil de olvidar. También hombres que no quieren la responsabilidad de la paternidad, o mujeres que se convencían de que su bebé nacería con importantes problemas de salud”, enumera.

“Una vez que nos convencemos a nosotros mismos de que el aborto es la respuesta”, explica, “duele demasiado afrontar la realidad de los hechos: que nuestras vidas siguen siendo las mismas después, solo que sin ese hijo”.

Mujeres dolidas que necesitan el perdón 

Por eso, cuando Olivia observa las miles de mujeres que durante las últimas semanas han tomado las calles exigiendo el acceso libre al aborto, solo ve “décadas de dolor y heridas que aún sangran y gritan”.

Explica que, a pesar de la realidad de que quienes supuestamente las querían las empujaron hacia el aborto, o que los médicos y el personal les mintiera sobre el dolor y los problemas futuros, se suponía que, pese a todo, la prueba sería fácil de olvidar. Pero nunca era así.

Los gritos son un intento de expresar el dolor y exigir la comprensión de por qué hicieron lo que hicieron, de por qué el aborto fue la respuesta al `problema´ que tenían”.

“Cuando les dijeron que estar embrazada era el problema y solo ofrecieron el aborto como respuesta, estas madres aún en duelo siguieron exigiendo que alguien las entendiese, a ellas y a los miedos que todavía cargan desde entonces”.

Décadas después, observa en las concentraciones masivas proaborto a varias generaciones de mujeres han crecido para creer que el embarazo es el problema y el aborto es la respuesta.

¿Cómo tratar a las activistas proaborto?

Nuestra mejor respuesta es rezar, tener un pensamiento esperanzador de que estas mujeres dolidas encontrarán ayuda, y darnos cuenta de que la muerte de nuestros bebés no hizo más que continuar con la opresión de las mujeres”, explica.

Por ello, Turner aboga por que los provida muestren una actitud compasiva y agradable con los defensores del aborto.

“Lo más poderoso que tiene una persona provida en su caja de herramientas son sus oídos”, explica. “Todo partidario de la vida puede memorizar la evolución del feto, y debería hacerlo. Pero escuchar realmente y no solo dar una respuesta es el primer paso para abrir la puerta a la comunicación

Turner añadió que en lugar de discutir, los provida deberían buscar entender y responder con compasión a la situación de la mujer que defiende el aborto, ya que podría estar lidiando con alguna circunstancia cercana al aborto, de un familiar o incluso de ella misma.

Por ello, continúa, “en lugar de enfadarnos con estos corazones endurecidos agitando carteles y gritando su dolor, recemos y pensemos en cómo la industria del aborto ha traicionado tanto a las mujeres como a sus hijos”.

Fuente: ReL


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