La XLIII Semana Social, concluida este sábado en Sevilla, anima a los fieles a «participar en la esfera pública»
| Un momento de una reciente sesión en el Congreso de los Diputados |
Los organizadores de la XLIII Semana Social de España, celebrada en Sevilla desde el jueves hasta este sábado con el lema La regeneración de la vida pública, han señalado en su manifiesto final que, aunque «no cabe duda de que la presencia de la Iglesia en el campo de lo social es intensa y amplísima, a la vez que reconocida por la sociedad», en otros ámbitos «como el mundo de la cultura o de la política, necesarios para la realización de la ‘cultura del encuentro’, la presencia de los cristianos es mucho menor o incluso irrelevante».
En este sentido, los
impulsores recuerdan que «el compromiso con la vida pública también nos llama a
los cristianos a aportar nuestro bagaje cultural y político para enriquecer y
enriquecernos con nuestra participación en la esfera pública».
Desde su comienzo en Madrid en 1906, con el apoyo del entonces Papa san Pío X, las Semanas Sociales son una iniciativa de la Conferencia Espiscopal Española para la difusión de la doctrina social de la Iglesia (DSI).
El documento con las conclusiones
de la Semana recuerda que «los procesos de diálogo público entre ideas
encontradas y las experiencias de amistad social entre personas con diferencias
ideológicas, culturales o religiosas son parte del compromiso irrenunciable con
la vida pública», a pesar de que, en ocasiones, «la pluralidad de nuestras
sociedades y las diferentes sensibilidades dentro de la Iglesia se presentan de
manera polarizada, enfrentada y sin espacio para el diálogo».
El arzobispo de Sevilla ha
insistido en este punto en su discurso de clausura: «Anclados en la amistad
social, podremos alejarnos de los populismos que explotan la angustia del
pueblo sin dar soluciones proponiendo una mística que no resuelve nada, y huir
de la enemistad social que solo destruye y salir de la ‘polarización'». Según
el prelado, «esto no siempre es fácil, especialmente hoy cuando una parte de la
política, la sociedad y los medios se empeñan en crear enemigos para
derrotarlos en un juego de poder».
Saiz Meneses ha señalado que «no
cabe duda de que una de las periferias más urgentes hoy es la vida pública, el
lugar en el que se debaten las leyes, se fijan las condiciones de vida para
tantas personas, el lugar del que queda también excluida tanta gente por muchas
razones: ideas, convicciones, creencias, nacionalidad, pobreza…».
Vocaciones políticas
El manifiesto afirma que «una
Iglesia sinodal y en salida debe promover las vocaciones al mundo político», en
concreto «laicos y laicas que vivan como misión de servicio su presencia en la
vida política activa en la diversidad de opciones existentes». La Semana Social
llama a «comprometerse en las dinámicas del poder político, no para sucumbir
ante él, sino para convertirlo en servicio para el bien común». «El
acompañamiento personal y comunitario a las vocaciones políticas se constituye
como un reto fundamental en el contexto complejo e incierto que vivimos»,
destaca.
«Para la vida pública de nuestra
sociedad es un verdadero don el crecimiento de la conciencia de
interdependencia, acrecentada durante la pandemia, la emergencia significativa
de la conciencia ecológica y la preocupación social por la desigualdad y la
pobreza», indica el documento. Estas cuestiones, «a pesar de las limitaciones e
incluso malinterpretaciones que puedan existir, son una buena noticia para un
mundo necesitado de ellas». La Semana Social invita a una actitud integradora:
«No somos ‘profetas de calamidades’ que condenan el mundo en su totalidad, sino
que debemos reconocer todo el bien que existe en el mismo. El compromiso en la
vida pública nos llama a reconocer, aprender y colaborar con esta creciente,
aunque insuficiente, conciencia de interdependencia global».
Los organizadores admiten que «el
mundo digital es hoy un espacio fundamental para la constitución de la vida
pública», con sus «riesgos y oportunidades». «A pesar de estas ambivalencias,
el mundo digital es un espacio privilegiado de conformación de intereses,
valores y tendencias al que la Iglesia no puede ni debe renunciar. Comunicar,
participar y colaborar en este significativo mundo en el siglo XXI para la
construcción del bien común es una llamada urgente para la presencia
significativa de la Iglesia», afirma el comunicado.
Yago González
Fuente: Alfa y Omega





