15 – Noviembre. Lunes de la XXXIII semana del Tiempo Ordinario
| Misioneros digitales católicos MDC |
Evangelio según san Lucas 18,
35-43
Cuando se acercaba a Jericó,
había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que
pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron: «Pasa Jesús el
Nazareno». Entonces empezó a gritar: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión
de mí!». Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él
gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!». Jesús se paró
y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué
quieres que haga por ti?». Él dijo: «Señor, que recobre la vista». Jesús
le dijo: «Recobra la vista, tu fe te ha salvado». Y enseguida recobró la
vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a
Dios.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
“Entonces el rey prescribió en
todo su reino que todos debían formar un solo pueblo –la imposición del
pensamiento único; la imposición de la mundanidad– y que cada uno debía
abandonar sus propias costumbres. Todos los pueblos cumplían las órdenes del
rey; incluso muchos israelitas aceptaban el culto pagano: sacrificaban a los
ídolos y profanaban el sábado. La apostasía. Es decir, la mundanidad te lleva
al pensamiento único y a la apostasía. No se permiten las diferencias. La
diversidad nos está permitida: todos iguales. Y esto también lo hemos visto en
la historia de la Iglesia. Pienso en el caso actual que ha cambiado el nombre a
las fiestas religiosas. Por ejemplo, a la Navidad del Señor se le ha dado otro
nombre, (Celebraciones del Fin de Año) con el fin de borrarle su significado y su
identidad religiosa". (Santa Marta 16 de noviembre de 2015)
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