10 – Noviembre. Miércoles. San León Magno, papa y doctor de la Iglesia
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Evangelio
según san Lucas 17, 11-19
Una vez, yendo
camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar
en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a
lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de
nosotros». Al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes». Y
sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos,
viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se
postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un
samaritano. Jesús, tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los
diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar
gloria a Dios más que este extranjero?». Y le dijo: «Levántate, vete; tu
fe te ha salvado».
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Este pasaje,
por así decir, divide el mundo en dos: quien no da las gracias y quien da las
gracias; quien toma todo como si se le debiera, y quien acoge todo como don,
como gracia. El Catecismo escribe: «Todo acontecimiento y toda necesidad pueden
convertirse en ofrenda de acción de gracias» (n. 2638). La oración de acción de
gracias comienza siempre desde aquí: del reconocerse precedidos por la gracia.
Hemos sido pensados antes de que aprendiéramos a pensar; hemos sido amados
antes de que aprendiéramos a amar; hemos sido deseados antes de que en nuestro
corazón surgiera un deseo. Si miramos la vida así, entonces el “gracias” se
convierte en el motivo conductor de nuestras jornadas. AUDIENCIA GENERAL
30 de diciembre de 2020
Vatican News





