22.12.21

3 INESPERADAS SITUACIONES DONDE SE VIVE EL AMOR

La misericordia solo es posible en la imperfección, la falta en sí misma es generativa

Massimiliano Paolino | Shutterstock

Es la propia dinámica de la vida la que nos enseña que el otro nunca puede convertirse en nuestra propiedad. El otro nunca me pertenece.

Las relaciones a menudo se debilitan y mueren porque ansiosamente tratamos de acaparar, pero el mismo intento de poseer acaba destruyendo todo lo que está a su paso.

Podemos vivir en una relación auténtica solo cuando aceptamos que el otro es un regalo y no una propiedad.

Todo es don

Jesús es el don por excelencia, Él viene a nosotros en su encarnación, pero después vuelve a su Padre.

Es la dinámica del don la que caracteriza nuestra vida: recibimos continuamente la vida con sus bellezas, con las personas, con los afectos, con los momentos,… Sin embargo, de todo esto no podemos retener nada.

La libertad en el amor es una dinámica difícil de aceptar y de vivir.

Jesús educa a sus discípulos en esta libertad desde el principio, Él les pide un corazón libre para entrar en una forma más madura en la relación con Él y con los demás: se hace un niño imperfecto y pobre para derrumbar nuestras expectativas de perfección“fracasa” en la Cruz y luego, antes de ascender al cielo, le dice a María Magdalena que no lo frene, es decir, que no se detenga en su idea de una relación todavía animada por el deseo de posesión.

Fuimos creados para estar dentro de un don continuo. Estamos inmersos en el amor que no admite amos.

La invitación consiste en aprender a vivir el amor en la lógica del agradecimiento en estos 3 lugares:

1. EN LA IMPERFECCIÓN

Sabemos bien por nuestra experiencia que las relaciones se rompen y mueren cuando nos esforzamos por alcanzar la perfección.

Siempre que queremos hacer de una relación el producto de la idea perfecta que tenemos en mente, es el preludio de la crisis.

El amor solo es posible en la imperfección.La falta en sí misma es generativa: nuestro cuerpo vive porque está continuamente movido por la necesidad, es decir, por la falta de algo y el esfuerzo por conseguirlo es lo que nos mueve a salir de nuestra comodidad.

La imperfección es el empuje hacia el amor. Implica el reconocimiento de que no puedo solo, de que soy insuficiente. Este reconocimiento me mueve a acoger la gracia y a dar según mi propia capacidad.

2. EN EL FRACASO

Los propios discípulos descubren su imperfección en el fracaso: son hombres capaces de traicionar, hombres débiles que se alejan por miedo. Sin embargo, es a ellos a los que Jesús confía la misión de anunciar el amor pleno, el amor trinitario, es decir, el amor que no acaba en el juego entre tú y yo, yo y tú, sino el amor que sabe cómo salir de cierres intimistas para entregarse continuamente a los demás.

Es cuando fracasan nuestros amores cerrados y egoístas cuando aprendemos a abrirnos a al don de un amor que da vida.

3. EN LA CONFIANZA

Y finalmente en la imperfección y en el fracaso descubrimos que Jesús está con nosotrosSiempre. En medio están todos los eventos extraños, hermosos, dolorosos o agotadores de nuestra vida, pero cada momento se mantiene dentro de esta gran verdad: al principio y al final de nuestra vida Dios está con nosotros todos los días.

Él está, Él se queda, Él permanece, pero no nos pertenece.

Aunque caminemos por cañadas oscuras y no veamos nada, siempre podemos ver quién camina con nosotros.

Luisa Restrepo

Fuente: Aleteia


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