La impactante historia de Ledy Perez y su súplica de rodillas a la Guardia Nacional de México
Catholic Charities of the Rio Grande Valley |
La frontera entre México y Estados Unidos se ha convertido en un
surtidor de historias tristes, de fotografías que nos quitan el aliento, como
la que conocimos en 2019, de la guatemalteca Ledy Pérez, suplicando de rodillas
y llorosa a un miembro de la Guardia Nacional de México que la deje a ella y a
su pequeño hijo Anthony cruzar hacia Estados Unidos.
Ledy abraza a su hijo, mientras que el pequeño, de unos cuatro o
cinco años, mira con seriedad al guardia mexicano y al fusil que porta: una
mezcla de dolor, ternura, desesperación y desaliento, en medio de un paisaje
pedregoso, un paisaje donde el aliento de la fraternidad simplemente no llega
ni se asoma por ningún lado.
Y si alguien ha sabido “interpretar” estas historias es Hermana
Norma Pimentel, una religiosa de las Misioneras de Jesús, que desde hace años
es el alma y la directora ejecutiva de Caridades Católicas del Valle del Río
Grande en la Diócesis de Brownsville, en el Estado de Texas, limítrofe con las
ciudades de Matamoros y Reynosa, en el Estado mexicano de Tamaulipas.
Una historia de Navidad
La Hermana Norma ha escrito una profunda reflexión intitulada “Una
historia de Navidad en la frontera: ¿Quiénes son las santas familias entre
ustedes?”, reproducida por varios medios en Estados Unidos y en México, en la
que refiere sobre la Sagrada Familia y su apresurada partida a Egipto huyendo
de Herodes. Hoy «podemos mirar más de cerca y ver a los que huyen de otros
peligros».
“Muchos de nosotros podemos relacionarnos con la apresurada
partida de la Sagrada Familia. Algunos están lidiando con la soledad, el
aislamiento, el miedo, el abandono, las disputas familiares, el rechazo. La
lista es larga”, escribe la Hermana Norma en su artículo.
Y narra una anécdota sucedida recientemente, en una de sus visitas
diarias a la Plaza de las Américas en Reynosa, México, al otro lado del Río
Grande. Ahí se sentó a charlar con una mujer y un joven que descansaban en un
banco ubicado frente a los orinales de la zona. “No podía entender cómo esta
mujer y este joven podían sentarse junto al hedor. Cuando les pregunté por qué
no buscaban otro lugar para sentarse, respondieron que era el único lugar donde
podían sentarse juntos”.
Huyendo de los Herodes de nuestro tiempo
La mujer tenía una pierna enyesada, pues se fracturó la pierna
mientras cruzaba el río hacia los Estados Unidos. Cuando sus pies se hundieron
en el barro, usó la fuerza de un pie para levantar la otra pierna, momento en
el que sintió que estallaba. Para permanecer con el grupo, luchó por cruzar el
río lo mejor que pudo. Al final, los agentes de la Patrulla Fronteriza la
devolvieron a México. Fue entonces cuando se dio cuenta de que su pierna estaba
fracturada y tuvo la suerte de recibir ayuda de un equipo médico.
“Resulta que el joven y la mujer no eran parientes. Terminaron
juntos en el mismo grupo traído al norte por los traficantes. Addison, el
joven, compartió cómo se hizo amigo de la mujer, Dina. Se sintió obligado a
estar a su lado como lo estaría un hijo con una madre y ayudarla”, refiere la
Hermana Norma en su artículo.
“No puedo evitar ver cómo llegaron a ser una familia el uno para
el otro: una madre y un hijo en un viaje huyendo de la violencia y los Herodes
de nuestro tiempo”, comenta.
Una luz que brilla en las tinieblas
Más adelante, dice: “Me duele escuchar las historias de tantos que
están luchando. Pero continuamente recuerdo que el Señor Jesús, a quien
esperamos en Navidad, nos trae esperanza. Veo su mano trabajando en las
familias que conozco: la madre amamantando a su hijo después de cruzar el río;
la niña de tres años bailando en el Centro de Respiro Humanitario, trayendo una
sonrisa a su padre; los voluntarios que se dan a diario para ofrecer sopa y
ropa. Tenga la seguridad de que la luz del Señor brilla intensamente incluso
cuando pensamos que solo hay oscuridad”.
En la parte reflexiva de su artículo, la Hermana Norma recuerda
que Dios se encuentra con nosotros donde estamos en nuestro viaje. Nos da
familias para caminar juntos, para ayudarnos unos a otros, “así como el joven y
la mujer que conocí en Reynosa eran extraños y se convirtieron en una familia”.
Y nos pregunta: “¿Quiénes son las familias santas hoy entre
ustedes que necesitan ayuda en el camino? ¿Cómo has ayudado a alguien esta
temporada navideña?”. Finalmente nos pide estar alertas, encontrar a la Sagrada
Familia que puede aparecer en cualquier momento, como a ella le aparece a
diario en la frontera del horror
Jaime Septién
Fuente: Aleteia