Son cosas cotidianas, sencillas, pero guardan el milagro más extraordinario que sigue sucediendo cada año, cada día...
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Navidad
es vestir la tarde de colores. Es el olor a chocolate caliente, a pan dulce, a
turrón. A música de infancia, a recuerdos de abrazos de niño en brazos
maternos, a muchas miradas y sonrisas.
Navidad es la luz de colores y el calor del hogar, con
olor a leña quemada. Son tantos sueños tejidos en el
alma… algunos se hicieron vida, otros tal vez se olvidaron.
Navidad es la paz del descanso,
de la calma después de muchas prisas. Navidad son espacios sagrados en los que
puedo reír y estar, sin nada que defender, sin nada que proteger.
Me conmueven las calles mojadas en días de lluvia, el frío en la
cara con un viento que hiela. El olor a hogar mezclado en los recuerdos.
Una celebración genuina, no por
obligación
Siento que la Navidad tiene mucho de todo eso. Pero soy consciente
de que muchas veces, en muchas familias, en muchas almas, no llega la Navidad.
Y vivir la Navidad a la fuerza no resulta.
Forzar los abrazos y el ánimo para fingir un calor ausente, para suplir la
ausencia del que falta, queriendo olvidar el dolor y la pena. Entonando en
silencio melodías olvidadas.
En muchas miradas no hay Navidad, y los colores fuertes son la distorsión
del alma que pretende vivir lo que no siente por dentro.
Algunas veces falta el perdón, la reconciliación o
el abrazoque
me recuerden que soy amado. Y al faltar el perdón, no hay
milagro.
¿Pero qué es Navidad?
Navidad es una caricia en medio de la
soledad. Y una palabra de aliento después de
haber tragado demasiadas críticas.
Navidad es confiar cuando muchos
no han confiado. Y esperar algo de mí cuando nadie lo esperaba.
Navidad es la luz que brota de
noches rotas y el silencio paciente envuelto en capas de
invierno.
Navidad es levantar al caído, cuando no
sabe que alguien le espera. Es creer en quien nadie
cree. Y ayudar a
caminar al que no camina.
Es verdad
Navidad es empezar de nuevo, una y otra vez,
sin importar cuántas veces haya caído. Es mantener la palabra dada aunque me
cueste la vida.
Es decir la verdad y no inventarme
mentiras tapando mis deficiencias. Es decir al que va conmigo palabras
gratas y no vivir cuestionando su forma de hacer las
cosas.
Navidad es ser empático, que es mucho más que creer comprender lo
que el otro siente, es ponerse en sus zapatos, mirar por sus
ojos, sentir por sus manos.
Navidad es darme cuenta de que la felicidad de
los demás podría estar antes que la mía, aunque me parezca descabellado.
Es ponerme en el último puesto sin querer ser el primero. Es
aplaudir los logros de mi hermano, aunque muestre con su luz la oscuridad de
mis obras.
Tiene que ver con Dios, con el otro
Navidad es dejar que el aliento de Dios brote de mis
palabras. Y permitir que su voz se confunda con mi canto.
Navidad es levantarme alegre cada mañana,
sin resentimiento ni ira, sin rabia ni rencor.
Navidad es acoger al que está
perdido en su dolor, o se siente rechazado. Es hablar bien de mi hermano,
aunque este haya pecado y hablado mal de mí. Es proteger con
mi vida su nombre, salvar su fama, levantar su honor.
Un nuevo inicio
Navidad es nacer de nuevo habiendo
muerto poco antes, es alzar la mirada al cielo con
la confianza de los niños y saber que la vida se juega en sabias decisiones.
Navidad es confiar en el que me ha fallado, detenerme ante el que
me reclama cuando creo que no se lo merece.
Es aceptar sin fingimiento, querer sin
máscaras, mirar
sin exigencias. Navidad es la luz que brota de una cueva
oscura llenando de paz mis guerras.
Es aceptar que los nuevos comienzos pasan por el arrepentimiento.
Que de nada sirve confesar mis pecados si no quiero dejar de cometerlos. Aunque
no lo consiga.
Buscar desde la humildad
Navidad es rezar en silencio ante
un día que atardece en un crepúsculo cálido. Es levantar los brazos al cielo
queriendo retener las estrellas, guardándolas muy dentro.
Navidad es buscar cuando me dicen
que todo está perdido. Y esperar la mañana
cuando nadie junto a mí confía en que llegue el alba.
Navidad es acompañar al que
sufre, en silencio, quizás sobran las palabras. Es tocar con los dedos la
puerta del que no quiere abrirme, sin forzar nada.
Navidad no es vivir exigiendo a los demás que hagan algo si yo no
estoy dispuesto a mover un dedo. De nada sirve vivir con críticas si no me
pongo en camino dispuesto a cambiar mi vida.
Dios está aquí
Navidad es pasear tranquilo por un camino solitario, con el
corazón lleno. Sin levantar el polvo. Sin miedo a perderme porque Dios va
conmigo.
Navidad es descubrir que Dios se ha hecho mi amigo, hermano en la
noche. Luz en las estrellas.
Ha venido a mi encuentro rompiendo las barreras, salvando las
distancias. Se ha colocado a la altura de mis ojos para que no tema el futuro y
no me amargue pensando en lo que aún no poseo.
Navidad son silencios, y melodías nuevas y antiguas que levantan
mi ánimo y dan luz a mi mirada.
Navidad es ese encuentro esperado, ese abrazo añorado, esas
palabras de cariño siempre guardadas en lo más hondo.
Navidad es la carta que le escribo a mi Niño Dios diciéndole que
lo amo. Es
así la Navidad que sueño, la Navidad que espero y vivo cada día, cada
mañana.
Carlos Padilla Esteban
Fuente: Aleteia