3 – Diciembre. Viernes. San Francisco Javier, presbítero
| Misioneros digitales católicos MDC |
Evangelio según san Mateo 9,
27-31
Cuando Jesús salía de allí, dos
ciegos lo seguían gritando: «Ten compasión de nosotros, hijo de David». Al
llegar a la casa se le acercaron los ciegos y Jesús les dijo: «¿Creéis que
puedo hacerlo?». Contestaron: «Sí, Señor». Entonces les tocó los ojos,
diciendo: «Que os suceda conforme a vuestra fe». Y se les abrieron los
ojos. Jesús les ordenó severamente: «¡Cuidado con que lo sepa alguien!». Pero
ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.
Comentario
En el evangelio de hoy Jesús nos
enseña justo lo contrario: “hay que creer para ver”. Al salir de la casa de
Jairo, donde ha resucitado a la hija de doce años, se le acercan dos ciegos que
empiezan a gritarle para que tenga misericordia de ellos. El Señor parece no
hacerles caso y le siguen durante todo el recorrido hasta llegar a la casa
donde residía. Como en otras ocasiones, Jesús deja que los que quieren ser
curados insistan en su petición. En el caso de los dos ciegos esto tiene el
inconveniente de que, no pudiendo ver el camino, le resultaría costoso seguir
los pasos de Jesús y de sus discípulos.
A veces Dios quiere que le
sigamos a oscuras, cuando en algunos momentos de la vida parece apagarse
nuestra fe o el deseo de ser fieles a su voluntad flaquea. Es la hora de la
confianza, del recogimiento para escuchar con más atención a Cristo, que pasa a
nuestro lado.
Llegado a su destino, el Maestro
se deja alcanzar por los dos ciegos y les dirige una pregunta, que parece casi
una afirmación: ¿Creéis que puedo hacer eso? Sé que tenéis fe, me lo habéis
demostrado siguiéndome hasta aquí, pero necesito escucharlo de vuestros labios.
“Si, Señor”, creemos que lo puedes todo. Y “se les abrieron los ojos”, pudieron
ver su vida con la luz de Dios.
Jesús insiste con que no se lo
cuenten a nadie, para que generaciones enteras de cristianos, como tú y yo, lo
puedan experimentar en su propia vida.
Giovanni Vassallo
Fuente: Opus Dei





