Los obispos en comunión con el Papa ofrecen la interpretación auténtica de la palabra de Dios
| OSSERVATORE ROMANO | AFP |
“Magisterio” significa el oficio de maestro. Aquí, evidentemente,
el maestro es la Iglesia.
Por lo demás, lo mejor es dejar que responda a la pregunta el Catecismo de
la Iglesia Católica. Contiene un pequeño epígrafe que se
titula así –El Magisterio de la Iglesia-, y comprende tres puntos: 85, 86 y 87.
El primero –el nº 85- vale la pena transcribirlo entero:
“El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado solo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo, es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma”.
Quizás convenga aclarar que “vivo” significa que sigue
ejerciendo su labor, que no es cosa del pasado.
Custodiar lo que dijo Jesús
El siguiente punto –el nº 86- aclara:
“El Magisterio no está por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio”. O sea, que no puede enseñar algo que no esté en la Revelación de Jesucristo (explícitamente o que se deduzca directamente de ello), ni cambiarlo. Su deber es custodiarla. Todo este punto vuelve a ser una cita del Concilio Vaticano II.
Obedecer a Cristo
El último punto –el nº 87- señala la consecuencia de lo anterior
para los católicos: que hay que obedecerle.
Aquí la cita no es solo del Concilio, sino también de los
Evangelios, de las palabras de Jesús recogidas por San Lucas (10,16):
"El
que a vosotros escucha a mí me escucha."
O sea, que el Señor no estaba ni está dispuesto a que su doctrina
se perdiera o se desfigurara con el paso del tiempo, y dejó en manos de la
Iglesia, por boca del Papa y los obispos, su custodia, con la asistencia del
Espíritu Santo.
Julio de la Vega-Hazas
Fuente: Aleteia





