“Las necesidades están ahí y las cuestiones administrativas nos obstaculizan”
LOUISA GOULIAMAKI | AFP |
Después de varios años
acompañando a migrantes de la isla griega de Samos en el mar Egeo, las Hijas de
la Caridad de San Vicente de Paúl vieron cómo se les negaba el acceso al nuevo
campamento el pasado septiembre.
En una entrevista con I.MEDIA,
sor Melanie, una religiosa francesa que lleva tres años viviendo con esta
comunidad, expresa el deseo de las misioneras de que se desbloquee la situación
con la visita del papa Francisco a Lesbos el 5 de diciembre de 2021.
La comunidad fundada en Francia
por san Vicente de Paúl se estableció en Grecia en 1872, en la isla de Siros,
en el corazón de las Cícladas, a cuatro horas en barco desde Atenas. Siete
hermanas, incluyendo una vietnamita, una croata y cuatro griegas, componen la
comunidad local junto con sor Melanie, que dirige un centro de jubilados para
35 ancianos. Los residentes y el personal de enfermería del centro son la mitad
ortodoxos y la mitad católicos.
Conmovidas por el drama
Cuando explotó la crisis
migratoria en 2015, la isla de Siros no se vio afectada, ya que está lejos de
la ruta marítima. Sin embargo, las hermanas se sintieron impelidas. “El corazón
del carisma de nuestra congregación”, explica sor Melanie en conversación
telefónica con I.MEDIA, “es ir a los hogares de las personas, hasta las
personas más pobres con mayor necesidad y donde nadie va”.
Con esta vocación, ofrecieron su
ayuda al obispo de la diócesis, que las envió a Samos, una isla sin sacerdote
permanente, donde acababa de llegar una enorme comunidad católica africana. Fue
un viaje bastante épico, ya que tardaron nada menos que 8 horas en barco hasta
llegar a Samos desde Siros. Las hermanas se entregaban en cuerpo y alma a este
lugar dos fines de semana al mes: “Hemos dado catequesis, hemos escuchado,
hemos dado apoyo moral y hemos dado ayuda material con ropa, comida y lonas
para las cabañas”.
Como en Lesbos, la situación es
crítica: “Aunque el campamento inicial en barracones militares estaba previsto
para 650 personas, se produjeron hasta 7.000 llegadas en pleno invierno de
2019”, recuerda sor Melanie. Se estableció una red de colaboración con diversas
ONG y con Cáritas, además de con el hospital estatal en la isla, que quedó
abrumado por la afluencia de pacientes. Las habilidades de enfermería de sor
Melanie en particular fueron aprovechadas en una ONG médica francesa.
Difícil acceso
Sin embargo, en septiembre de
2021, el campamento fue reubicado de la ciudad al campo. Sin duda, para los 400
migrantes que viven ahora allí, las condiciones materiales están “en una escala
diferente” de las anteriores, subraya la mujer consagrada. Sin embargo, los
controles de seguridad son más estrictos. Las autoridades del campamento no han
dado permiso al padre Tony, un jesuita de misión con los refugiados, ni a las
hermanas para entrar al campamento para acompañamiento espiritual; un duro
golpe para la comunidad de refugiados católicos. Además, debido a las
dificultades para obtener permisos de acceso, muchas ONG se han marchado de
Samos.
“Es muy frustrante porque las
necesidades están ahí y las cuestiones administrativas nos obstaculizan”,
lamenta sor Melanie, que nos cuenta que las hermanas esperan que la visita del
papa Francisco desbloquee la situación.
La misma situación existe en
Lesbos, la mayor de las islas que limitan con Turquía: de hecho, está prohibido
el acceso a los nuevos campamentos “cerrados” para personas no autorizadas,
explica una fuente local. Aunque los gestores trabajan para establecer lugares
de oración y aunque los migrantes cristianos pueden, en teoría, ir a las
iglesias, la remota ubicación del campamento de Samos dificulta más los viajes.
Las Hijas de la Caridad no han
cejado en su misión con los migrantes: “Acompañamos a una familia congolesa y a
un joven de Camerún, que obtuvieron permiso de trabajo y les encontramos un
trabajo aquí en Siros”, comenta sor Melanie. “Les ayudamos en su proceso de
integración, en especial a través del aprendizaje del idioma y acompañándoles
en sus procesos. También continuamos apoyando a los refugiados que han salido
de Samos y están ahora en Atenas”.
Sor Melanie y la superiora de su
comunidad, sor Anna, estarán presentes en la reunión de clero y religiosos con
el papa Francisco en Atenas el 4 de diciembre, además de en la misa del
siguiente día en la capital griega.
¿Qué diría sor Melanie si tuviera
oportunidad de hablar con el Obispo de Roma? “Le agradecería por sus retos, que
nos animan a ser valientes en nuestra misión”, afirma. “Su amor por los pobres
me estimula en mi vocación. Y luego le pediría que intercediera con los líderes
políticos a favor de la causa de los refugiados en Grecia”.
I.Media en exclusiva para Aleteia Vaticano
Fuente: Aleteia