Desde la Adoración, Dios te
transforma la vida poco a poco
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Con incienso, multitudes y velas, o en soledad, la Adoración Eucarística acerca a Dios y su Misterio |
La Eucaristía es descrita en el Catecismo como fuente
y culmen de la fe. Encontrar tiempo para hacer Adoración Eucarística
puede ser difícil, pero muchos que lo hacen describen resultados
sorprendentes. Ruth Baker, en el portal Catholic Link describe una decena de
experiencias maravillosas.
“Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo
dio a sus discípulos, diciendo: Tomen, esto es mi Cuerpo. Después tomó una
copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: Esta
es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos” (Marcos
14, 22-24).
En la cultura actual, la idea de progreso interior es
drásticamente desvalorada como “desperdicio de tiempo” o “cosa de los antiguos
e ingenuos”. Sólo el progreso exterior parece palpable.
Pero el progreso material permanece fuera de nosotros: incluso nos ofrece
sentimientos positivos, pero es siempre efímero y sin sustancia. Pero el progreso
interior significa que tú te estás transformando y volviéndote mejor.
El tiempo que dedicas a la Adoración puede
sorprenderte de muchas maneras. Por ejemplo:
1. Puedes desarrollar un sentimiento de admiración y
maravilla
¡No hay nada como la atmósfera de una capilla o iglesia tranquila! El olor del
incienso y el esplendor del ostensorio ayudan a comprender la verdad de lo que
está sucediendo en la Adoración. ¡Estamos realmente ante Jesucristo! Su Cuerpo,
Su Sangre, Su Alma, Su Divinidad. Cuanto más te quedas en silencio ante la
Hostia Santa, más comprendes que la única respuesta a la grandeza de
Dios es la maravilla, la admiración y el amor.
2. Experimentas la paz en otras áreas de tu vida
Jesús dijo: “Mi paz les dejo, mi paz les doy” (Jn 14,
27). La paz exterior que podemos experimentar en la Adoración (la quietud y el
silencio) van mucho más al fondo y nos llevan a una paz interior que abraza todas
las áreas de nuestra vida. Esto no significa que todo será perfecto y sin
sufrimiento, pero esa paz nos fortalecerá para enfrentarnos con más
firmeza y serenidad a las tempestades de la vida.
3. Empieza a mirar más fuera de ti mismo
Jesús dijo: “Como yo les amé, ámense también ustedes
unos a otros” (Jn 13, 34). La Adoración nos conecta al prójimo y al mundo – al
final, ¡estamos dedicando tiempo al Creador de todo lo que existe! Más
tiempo para alabar y adorar a Dios significa más tiempo para ir más allá de
nuestras propias preocupaciones y para atender las necesidades de los
demás y del mundo en que vivimos.
4. A veces, es pesado…
Habrá momentos en que la Adoración parecerá “insulsa”,
“árida”… Te distraerás, tu mente empezará a divagar… La Adoración regular puede
estabilizarse y dejar de parecer especial, pero eso no quita valor ni
disminuye la verdad de la Adoración. Nuestra fe es mucho más que los
sentimientos, y Dios continuará trabajando en ti aunque sientas o pases por
momentos más “secos”. Aunque tu mente divague, estás dando a Dios lo
mejor que puedes: ¡tu tiempo, tu compromiso y tu compañía!
5. ¡Te emocionas en la Adoración!
Cuanto más tiempo dedicas a adorar a Dios, más
descubres que Él te ama y quiere pasar tiempo contigo. ¡Y más empiezas a querer
realmente vivir ese tiempo con Él! Si la Adoración antes parecía
rutina, ¡en poco tiempo percibes que deseas hacerla! Como decimos en
la misa, “es justo y necesario” dar gracias al Señor. La Adoración a Dios está
inscrita en nuestro corazón, y “nuestro corazón está inquieto hasta que no
descansa en él” (San Agustín).
6. La gracia entra en tu vida
Es increíble como un simple acto de compromiso con
Dios, aunque sea un corto periodo de Adoración, haga la diferencia para el
resto de tu vida. Puedes tener la certeza de seguir en su presencia
aunque hayas salido de la iglesia o capilla. La gracia te poya en
todos los momentos, especialmente en los de tentación. Es más fácil resistir a
la tentación cuando se dedica más tiempo a la Adoración.
7. Te das cuenta de lo afortunado que eres
Hay personas que quisieran pasar más tiempo con Jesús
en Adoración, pero no pueden porque están enfermos o tienen mil tareas
necesarias en el día a día. Hay personas, en muchas regiones del mundo, que
arriesgan la vida por la Eucaristía y son perseguidas por causa de la fe. ¡Hay
personas que enfrentan situaciones extremamente peligrosas para estar con
Jesús! Y tú tienes el regalo de poder adorarlo abiertamente, ¡sin hablar de lo
que significa tener un sacerdote para administrar los sacramentos!
8. ¡Comprendes que Dios tiene sentido del humor!
Cuanto más dejas que Dios te hable, en vez de gastar
todo tu tiempo hablándole, ¡más notas que Dios tiene un gran sentido del humor!
¡Hay incluso momentos en que quisieras reír en voz alta! Quizás parezca
sorprendente, pero los mejores padres ¿no demuestran su amor con buen humor?
9. Vas a querer confesarte más veces
Puede parecer intimidador, pero no lo es. ¡La
confesión nos permite experimentar el océano ilimitado de la misericordia de
Dios! Su misericordia engulle todos nuestros pecados y nos da una libertad
real, una libertad sin miedo, que nos permite entrar en su Amor y en su Bondad!
La confesión fortalece la conciencia de que estamos en los brazos de un
Padre que nos ama mucho y que “nunca se cansa de perdonar” (Papa
Francisco).
10. ¡Te apasionas!
Cuando dedicas tiempo de corazón abierto a adorar a
Dios y permitir que Cristo te muestre Su Amor, ¡también te apasionas! ¡Y su
amor te revela a ti mismo y permite que seas tú mismo! “Yo he venido para que todos
tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10).
Si dedicas un tiempo a la Adoración Eucarística... dejas a Dios transformar tu
vida.
Fuente: ReL