Muchos usan la expresión
ecuménico o ecumenismo en sentidos muy ambiguos y amplios, lo cual genera en
muchas personas cierta desconfianza y también prejuicios
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Si bien el movimiento ecuménico nace
dentro del mundo protestante (1910), el trabajo por la unidad de los cristianos
es un aspecto fundamental de la fe católica, y entendida como prioridad
pastoral por el papa Juan Pablo II.
Lo que no es ecumenismo
Aunque la palabra ecumenismo en
su raíz significa el mundo habitado (oikumene) y luego de la caída del imperio
romano de occidente se identificó con la iglesia universal, recién en el siglo
XX comenzará a utilizarse como sinónimo de la unidad de todos los
cristianos.
El ecumenismo no debe confundirse con el diálogo interreligioso.
Porque el ecumenismo es solo entre cristianos, que comparten la misma fe
(credo). En cambio, el diálogo con otras religiones (“diálogo
interreligioso”), no busca la unidad doctrinal, sino la mutua comprensión,
respeto y el trabajo en conjunto por la paz en el mundo.
El ecumenismo no es relativismo, porque
no se ponen todas las verdades al mismo nivel. El ecumenismo distingue niveles
de diálogo y de unidad, ya sea a nivel doctrinal-teológico, a nivel espiritual
o a nivel social.
El ecumenismo no tiene que ver
con ideologías ni con estrategias políticas, sino que es por fidelidad a la
voluntad de Jesucristo de la unidad de los cristianos.
El problema ecuménico: el
escándalo de la división
El problema ecuménico no es un
problema institucional, sino de todo cristiano, porque es el problema de vivir
en la contradicción, ya que la unidad de los cristianos querida por Jesús: “que
todos sean uno” (Jn 17,21), no es lo que sucede cuando contemplamos las
múltiples divisiones históricas y actuales de los cristianos.
La división contradice la
voluntad de Cristo, es un escándalo para el mundo y un obstáculo a la misión
evangelizadora de la Iglesia.
“Creer en Cristo significa querer
la unidad, querer la unidad significa querer la Iglesia; querer la Iglesia
significa querer la comunión de gracia que corresponde al designio del Padre
desde toda la eternidad. Este es el significado de la oración de Cristo: ut
unum sint” (UUS 9).
Ecumenismo y misión de la Iglesia
El trabajo por la unidad no es un
mero programa de la Iglesia católica, ni un trabajo para especialistas, sino
que hace parte del mismo ser de la Iglesia.
Sobre ello escribió el Card.
Cassidy: “Prescindir de la unidad es prescindir de Cristo. Prescindir de la
unidad es desconocer la voluntad del Padre. Prescindir de la unidad es
desconocer el deseo que Cristo mismo manifestaba en la oración antes de su
pasión, pasión cuyo significado último es la reconciliación definitiva con Dios
y con los hombres”. Entre las muchas razones para la búsqueda de la unidad de
los cristianos, la principal es el deseo de cumplir con la voluntad de Cristo.
Creer en Jesucristo es creer en
su palabra y en su oración, por ello creer en él es responder tanto al
imperativo misionero como al imperativo ecuménico. La dimensión misionera
y ecuménica son esenciales a la naturaleza y misión de la Iglesia (Directorio
para la aplicación de principios y normas del ecumenismo, 58).
La unidad de los cristianos es un
signo de credibilidad de la misión: “Que sean uno Padre, para que el mundo
crea”. El compromiso con la misión es inseparable del compromiso por la unidad
de los cristianos (Unitatis Redintegratio 6).
El punto de partida del
ecumenismo en la fe católica ha sido el Concilio Vaticano II que en su Decreto
sobre el Ecumenismo (Unitatis Redintegratio) comienza así:
“Uno de los principales
propósitos del Sagrado Sínodo Ecuménico Vaticano II es el de promover la
reintegración de unidad entre todos los cristianos. Cristo fundó una sola y
única Iglesia; sin embargo, son muchas las Comunidades cristianas que se
presentan a los hombres como la verdadera herencia de Jesucristo, todos se
profesan discípulos del Señor, pero piensan de modo diverso y siguen distintos
caminos, como si Cristo mismo estuviese dividido (1 Cor 1,13). Tal división
está abiertamente en contra de la voluntad de Cristo, es un escándalo para el
mundo y perjudica a la causa santísima de la predicación del Evangelio a toda
criatura” (UR 1).
Tipos de ecumenismo
Existen diversas formas de acción
ecuménica, que involucran a diferentes actores y en diferentes contextos de
vida eclesial:
El ecumenismo institucional: o
de diálogos teológicos, es llevado adelante por las jerarquías eclesiásticas y
por comisiones teológicas de diálogo, integradas por teólogos de diversas
tradiciones.
El ecumenismo espiritual: es
llevado adelante por todos los creyentes que se dedican a la oración por la
unidad. “La conversión del corazón y santidad de vida, juntamente con las
oraciones privadas y públicas por la unidad de los cristianos, han de
considerarse como el alma de todo el movimiento ecuménico, y con razón
pueden llamarse ecumenismo espiritual” (UR 8).
El ecumenismo local: Es
el practicado en diversas iniciativas por las iglesias locales, donde a nivel
de las diócesis o de conferencias episcopales se trabaja en actividades que
fortalezcan el diálogo y la unidad, como jornadas de oración, encuentros,
talleres, etc.
El ecumenismo social: son
las diferentes actividades sociales llevadas a cabo conjuntamente por
cristianos de diversas comunidades, ya sea a nivel nacional o
internacional.
La oración de Jesús
“Pero no ruego sólo por estos,
sino también por cuantos crean en mí, para que todos sean uno, como nosotros
somos uno” (Jn 17,20-21). La conciencia del imperativo ecuménico es un llamado
a la conversión del corazón, a sufrir por las divisiones y trabajar por la
unidad. “No existe auténtico ecumenismo sin una conversión interior” (UR 7).
Juan Pablo II nos recuerda que la Iglesia católica, cuando toma conciencia de
la división de los cristianos, no ignora la “culpa de los hombres por ambas
partes”, reconociendo que la responsabilidad no se puede atribuir
únicamente a los “demás” (UUS 11).
Para comprender en profundidad el
ecumenismo en perspectiva católica es fundamental conocer bien estos tres
documentos:
La encíclica de Juan Pablo II Ut unum sint (1995)
El directorio para la aplicación de los principios y normas del ecumenismo (1993)