15 – Enero. Sábado de la I semana del Tiempo Ordinario
Misioneros digitales católicos MDC |
Evangelio según san Marcos 2,
13-17
Salió de nuevo a la orilla del mar; toda la gente acudía a él
y les enseñaba. Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los
impuestos, y le dice: «Sígueme». Se levantó y lo siguió. Sucedió que, mientras estaba él sentado a la mesa en casa de
Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos,
pues eran ya muchos los que lo seguían. Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos,
decían a sus discípulos: «¿Por qué come con publicanos y pecadores?». Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino
los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores».
Comentario
Toda la muchedumbre iba hacia él, muchos le seguían… ¿qué tendría el rostro de Jesús, cómo sería su
mirada y cuáles sus palabras para que tantas mujeres y hombres pecadores
quedaran embelesados por su humanidad santísima? Jesús quiere seguir haciendo
milagros hoy en tantos corazones y cuenta con el rostro, la mirada y las
palabras de los cristianos. Tenemos necesidad de imitarle si queremos ser
colaboradores suyos.
El evangelio de la vocación de Mateo nos muestra un
tesoro del corazón de Jesús, algo muy propio de su modo de ser. El Señor no
excluía a nadie. El Maestro se dejaba invitar e incluso se auto invitaba a
almorzar en la casa de aquellos colectivos o grupos humanos que estaban
descartados. Jesús no pregunta ni por ideologías, ni por razas, ni por nada.
Simplemente mira en el corazón con ternura, llama a la puerta y, si le abren,
entra.
Así, entró en la casa de Mateo, el publicano, con todo
lo que eso significa… Porque ser publicano conllevaba ser despreciable.
Un publicano era un judío cobrador de impuestos, un colaboracionista del poder
romano extranjero y era generalmente un hombres corrupto y extorsionador.
Estaba muy mal visto por las autoridades y la gente común relacionarse con él.
Pero a Jesús no le frena ni el qué dirán ni el pecado de nadie porque Él es el
Salvador de la humanidad. Jesús ama a Mateo y nada más.
José
María García Castro
Fuente:
Opus Dei