La iniciativa alienta a afirmar que “merece la pena trabajar por la unidad, respondiendo al impulso del Espíritu Santo, espíritu de amor, espíritu de unión”
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El 18 de enero se inició la
Semana de Oración por la unidad de los cristianos, una iniciativa que se
realizará hasta el 25 de enero con el lema: “Nosotros hemos visto aparecer su
estrella en el Oriente y venimos a adorarlo”, una cita tomada del Evangelio de
San Mateo sobre los Reyes Magos que buscaban a Jesús, el Salvador recién
nacido.
En el marco de esta celebración,
el Obispo de
Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, reflexionó sobre el significado de
la “unidad”
y animó a que los “cristianos de
todas las Iglesias y Comunidades” nos miremos como hermanos, sin encasillarse
“en nuestras diferencias”.
El Prelado recordó que “una de
las primeras intenciones del corazón de Cristo, desde su oración en el Cenáculo
hasta el final de los tiempos”, es “que todos sean uno”, pues Él “vive esa
unidad profunda con el Padre y el Espíritu Santo y
quiere proyectarla en toda la humanidad, hasta formar una misma familia, en la
que todos somos hermanos, porque somos hijos del mismo Padre”.
Sin embargo, advirtió que “el pecado rompe la unidad: la unidad con Dios, la unidad de la persona, la unidad de la comunidad y la armonía con el universo”. Por eso, explicó “la acción redentora de Cristo consiste en llevarnos a todos a la unidad, en recomponer las rupturas y reparar las heridas”.
En otras palabras, “somos
incapaces de vivir unidos en la familia, en cualquier comunidad, en el mundo
entero, si no abrimos nuestro corazón a la acción de la gracia que nos sana y
nos redime”.
Mons. Fernández dijo que esta
iniciativa de oración ayuda a reconocer que “la unidad es posible” y “está a
nuestro alcance, porque Cristo nos ha reunido en un solo cuerpo mediante su
sangre derramada en la Cruz”.
En consecuencia, la iniciativa
alienta a afirmar que “merece la pena trabajar por la unidad, respondiendo al
impulso del Espíritu Santo, espíritu de amor, espíritu de unión”.
Respecto al lema, el Prelado dijo
que “en medio de tantas tensiones en que vive la humanidad entera, y más
concretamente la zona de Oriente Medio, sólo una luz que viene de lo alto” y
que “provoca en nosotros una actitud de adoración”, nos “puede
orientar en este camino”.
Mons. Fernández recordó que “la
estrella, que orientó a los Magos hasta Belén, es signo del camino
de la fe, que tenemos que
recorrer en actitud de humildad y
de adoración”, y que debemos compartir con los demás.
“Reconocida esa luz, hemos de
darla a conocer a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, puesto que la Iglesia ha recibido
de su Maestro Jesucristo el
mandato misionero de ir al mundo entero y anunciar el Evangelio a toda criatura”,
dijo.
Para el Prelado, “nunca
llegaremos a la unidad si nos encasillamos en nuestras diferencias”. Por eso,
animó a que nuestra “mente y corazón” estén “abiertas al don de la unidad, que
viene de lo alto”, y es capaz de superar “las rupturas históricas que han
generado la división”.
Además, recordó que al deseo de
Cristo de “que todos sean uno”, se añade la frase: “Para que el mundo crea”. Al
respecto, lamentó que “Europa, cuyas raíces cristianas son innegables, va
perdiendo su identidad cristiana, y por ello, le será más difícil superar las
divisiones y rupturas”.
En relación a este tema, Mons.
Fernández recordó la “ruptura del año 1050, que separó Oriente de Roma, y la
otra más grande aún de 1520, que separó gran parte de la población europea de
la comunión con el Papa”,
Afirmó que ambos cismas se han
ido superando “en el movimiento ecuménico de hace más de un siglo”, que
promueve que los “cristianos de todas las Iglesias y comunidades” aprendamos a
“mirarnos como hermanos”. Precisó que “aunque todavía no sea plena la comunión,
se han dado pasos de gigante en el acercamiento recíproco”.
Mons. Fernández animó a los
fieles a rezar por la unidad de forma “más intensa” durante esta especial
semana; y recordó que este domingo tercero del tiempo ordinario también se
celebra el Domingo de la Palabra bajo el lema “La Palabra de Dios alimenta la vida”.
Finalmente, dijo que “la Palabra
de Dios es el alimento del camino, junto con la Eucaristía, la Palabra hecha
carne”; y llamó a leer la Biblia, pues todos los cristianos “tenemos en común”
el Evangelio.
“Podemos reunirnos [en torno a la
Palabra] para recibir la luz que viene de lo alto, la estrella que guió a los
Magos y quiere guiar nuestras vidas. Ese caminar juntos, esa sinodalidad,
es una dimensión esencial de la Iglesia. Recibid mi afecto y mi bendición”,
concluyó.
Las fechas de esta iniciativa
fueron propuestas en 1908 por el anglicano Paul Watson, para cubrir el periodo
entre la fiesta de San
Pedro y la de la conversión de San Pablo, que tienen un
hondo significado. De acuerdo a los Hechos de los Apóstoles, Saulo fue
derribado del caballo camino a Damasco por el mismo Jesús resucitado, quien se
reveló a través de una fuerte luz proveniente del cielo y le habló. El destello
lo cegó por tres días, permaneciendo en casa de un conocido sin comer ni beber.
Ananías, discípulo de Cristo, fue
enviado donde estaba Saulo para mostrarle el camino del Señor. Saulo recuperó
la vista por obra de Dios y pidió ser bautizado.
En el marco de estas
celebraciones, el Papa Francisco presidirá el rezo de las Vísperas a las 5:30
p.m. (hora de Roma) en la Basílica San Pablo Extramuros en Roma, el martes 25 de enero, día
en el que también se celebra la Solemnidad de la Conversión de San Pablo
Apóstol.
Por Cynthia Pérez
Fuente: ACI Prensa