Estas predicciones se llevan a cabo en una atmósfera de ansiedad y conmoción, incluso en un estado de ánimo «apocalíptico»
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Internet está repleto de
predicciones y profecías sobre nuestro futuro. Disfrutan de una popularidad
sorprendentemente alta para una sociedad tan racional como se supone que somos
nosotros en el siglo XXI. ¿Porqué sucede? ¿Y qué actitud debe tener un creyente
con respecto a ellas?
Al comienzo de un nuevo año,
Internet se inunda de artículos que ofrecen pronósticos y predicciones sobre
nuestro futuro. Entre ellos hay bastantes sitios web que tratan los cálculos y
expectativas de expertos de todos los campos posibles.
Pero aún más populares son las
predicciones y «profecías» de clarividentes y visionarios de diversas
procedencias. Entre estos nos encontramos con interpretaciones de presagios y
signos del cielo y la tierra más o menos obvios; en base a los cuales, estos
videntes del futuro nos dicen qué esperar en el nuevo año.
Estas predicciones se llevan a
cabo en una atmósfera de ansiedad y conmoción, incluso en un estado de ánimo
«apocalíptico». Desastres y guerras, pestilencias y crisis, catástrofes y
conflictos, algunos más terribles y globales que otros. Nuestro futuro aparece
en este tipo de mensajes, con mayor frecuencia, en colores sombríos y tonos
dramáticos.
La curiosidad, el primer
ingrediente…
Tal vez sería algo meramente
anecdótico, si no fuera por el hecho de que en nuestra sociedad, que se
enorgullece de su racionalidad, este tipo de predicciones parecen gozar de una
popularidad sorprendente. Prueba de ello es la cantidad de clics en los
artículos que se refieren a ellos. ¿Por qué tanto interés y «clickbait»? ¿Y qué
tiene que ver esto con la fe?
Me atrevería a decir que las
principales razones de la popularidad de estas predicciones es el aburrimiento
y la curiosidad. El final del año, el período post-navideño, la fase final de
nuestras celebraciones nos hacen buscar entretenimientos fáciles.
No necesariamente tenemos ganas
de lidiar con asuntos serios (habrá un año entero para eso). Así que nos
«entretenemos» con «tonterías» y «curiosidades».
Después de todo, muchos de
nosotros estamos dispuestos a afirmar obstinadamente que no creemos en todas
estas visiones y profecías. Hacemos «clic» así, para matar el aburrimiento, por
una especie de curiosidad inocente.
Ansiedad, tan antigua como el
hombre
La segunda razón es probablemente
la ansiedad que generan en nosotros los momentos decisivos, de forma casi natural.
Lo viejo termina (simbólicamente, es verdad) y llega lo nuevo. Lo antiguo no
era fantástico, pero lo nuevo es desconocido.
Y nosotros, aún armados con
avances tecnológicos, tarjetas de crédito y certificados de salud, continuamos
experimentando la ansiedad humana de siempre sobre el futuro. Y para los miedos
(especialmente los miedos inconscientes o los miedos que no queremos admitir,
ni siquiera ante nosotros mismos), cualquier «cura» es buena.
A pesar de que realmente no las
creemos y sabemos que todas estas profecías se construyen sobre la base de un
pronóstico poco fiable, el deseo de «mirar las cartas de Dios» está
profundamente arraigado en nosotros.
Fake news
A esto se suma la enorme
confusión de información de nuestros días. Nuestra deendencia de 30 años ya
hacia Internet ha hecho su trabajo. Hemos creado (y todavía estamos creando)
una biblioteca enorme, a la que todos pueden agregar otro volumen. Pero también
todo el mundo puede «sacar» de él lo que quiera.
Desafortunadamente, la mayoría de
nosotros no sabemos cómo navegar por internet. La mayoría de los internautas (o
más bien: los usuarios de la biblioteca) no distinguen entre una colección de
cuentos de hadas antiguos y un tratado medieval o una enciclopedia moderna.
A las generaciones sucesivas de
usuarios no se les ha enseñado a pensar críticamente y a clasificar las fuentes
en fiables y no fiables. Esto a menudo da como resultado la creencia de que
«dado que está escrito, debe ser verdad».
Nuestros problemas
Cada uno de nosotros tiene su combinado
de problemas y frustraciones. Solo en Instagram y Facebook a veces intentamos
fingir que todo nos va siempre bien, en orden, demostrado, por supuesto, con
una amplia sonrisa. Pero en la vida real, experimentamos todo tipo de
dificultades.
Las profecías (por más sombrías
que sean), así como el «conocimiento para los iniciados» de diversos tipos, nos
ayudan a afrontar el malestar. No solo porque son una distracción, por ejemplo,
cuando llega un virus mortal. Sino también porque ofrecen una «justificación»
discreta y una especie de «liberación» para no tener que preocuparme por mis
propias acciones y por mi propia vida.
¿Qué significan mis fracasos y
errores, si el mundo se dirige inexorablemente hacia la destrucción de todos
modos, y ellos (cualquier «ellos», preferiblemente bastante esquivo; después de
todo, son tan astutos) están conspirando poderosamente contra personas de buena
voluntad como yo? ¿Por qué debería molestarme en trabajar en mí mismo y mejorar
lo que fallé en «tiempos» pasados? Después de todo, ¡se acercan extraterrestres
y una conspiración mundial de ciclistas liderada por el Viejo de las Llanuras!
Mirando hacia adelante con los
ojos de la fe
Podría parecer que el Salvador
mismo también fue parte de la corriente de predicciones escalofriantes sobre el
futuro. Al fin y al cabo, tres de los cuatro evangelistas se refieren a su
discurso “apocalíptico” sobre el futuro de la Ciudad Santa y del resto del
mundo (cf. Mt 24, Mc 13, Lc 21).
Pero tenga en cuenta que Cristo
enfatiza que sus discípulos no deben enfocarse en lo que sucederá exactamente y
cuándo. Incluso parece dar a entender que estos eventos difíciles y
desagradables ocurrirán en todas las generaciones.
Más bien, nos invita a «levantar
la cabeza» y ver que estamos esperando algo completamente diferente. No por
inundaciones, terremotos, pestilencias y guerras, que por supuesto han sucedido
y pueden continuar sucediendo. El objeto de nuestra espera es Su venida, que
será como la llegada del verano a la tierra y a sus habitantes año tras año:
Y Jesús les hizo esta
comparación: «Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol.
Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el
verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el
Reino de Dios está cerca. Les aseguro que no pasará esta generación hasta que
se cumpla todo esto».
Lc 21, 29-32
Durante esta espera ansiosa, el
Señor nos da su Palabra. Es capaz de iluminar las tinieblas de nuestra
existencia y explicarnos desde la perspectiva de Dios lo que estamos viviendo.
Él nos da los sacramentos, a través de los cuales está constantemente presente
con nosotros en todas nuestras experiencias. Y nos brinda innumerables
oportunidades para amar.
Debemos atenderlos en cualquier
circunstancia que se nos presente, siempre que, por supuesto, seamos (y
queramos ser) Sus discípulos. Porque si no lo somos, entonces puede que valga
la pena interesarse por las predicciones para el año que viene. Y tanto si son
profecías, o adivinación por las entrañas de un gato callejero, las
predicciones de Baba Yaga o Padre Pio, hay poca diferencia.
Michał
Lubowicki
Fuente: Aleteia