Una breve historia del nombre que ha cambiado el mundo
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San
Pablo escribe en su carta a los Filipenses:
“Para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra
y en los abismos” (2,10).
Los cristianos siempre han creído que el nombre de Jesús tiene
poder, pero muchos no conocen el significado de encierra. ¿Qué significa este
nombre? ¿De dónde viene?
Ante todo, el nombre “Jesús” le fue dado a María por
el mismo Dios a través del mensaje angélico de Gabriel:
“Concebirás y darás a luz un
hijo, y le pondrás por nombre Jesús” (Lucas 1,31).
¿Por qué Jesús?
De todos los nombres que podría haber elegido, Dios eligió ese
nombre por un motivo.
La Enciclopedia Católica explica:
“La palabra Jesús es
la forma latinizada del griego Iesous, que a su vez es la
transliteración del hebreo Jeshua, o Joshua, o también Jehoshua,
que significa ‘[Dios] es salvación.’”
El Catecismo
de la Iglesia Católica añade:
“Jesús significa en hebreo: ‘Dios salva’.
En la anunciación, el ángel Gabriel le dio el nombre de Jesús como el más
apropiado, signo de su identidad y de su misión”.
El nombre era popular en el Antiguo Testamento y durante la época
del nacimiento de Jesús. Está fuertemente relacionado con el nombre “Josué.”
Por esta razón, la veterotestamentaria figura de Josué es vista
como una prefiguración de Jesús, que ahora lleva al pueblo de Dios hacia la
verdadera Tierra Prometida.
Curar
Según algunas fuentes antiguas, “el nombre en griego
está conectado con el verbo iasthai, curar;
es por ello que no sorprende que algunos de los Padres de la Iglesia griegos
vinculaban el nombre de Jesús con esta raíz.”
En resumen, es un nombre poderoso, que resume quién es Jesús y qué
vino a hacer a la tierra.
El nombre de
Jesús significa que el Nombre mismo de Dios está presente en la Persona de su
Hijo (cf. Hch 5, 41; 3 Jn 7) hecho hombre para la Redención universal y
definitiva de los pecados. Él es el Nombre divino, el único que trae la
salvación (cf. Jn 3, 18; Hch 2, 21) y de ahora en adelante puede ser invocado
por todos porque se ha unido a todos los hombres por la Encarnación (cf. Rm 10,
6-13) de tal forma que «no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por
el que nosotros debamos salvarnos» (Hch 4, 12; cf. Hch 9, 14; St 2, 7). (CIC 432).
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia





