Durante la apertura del simposio “Para una teología fundamental del sacerdocio”, el Papa Francisco ofreció a los presbíteros del mundo valiosos consejos que son fruto de sus más de 50 años de sacerdocio
Papa Francisco en Simposio sobre el sacerdocio. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa |
“He meditado sobre qué
compartir de la vida del sacerdote hoy y llegué a la conclusión de que la
mejor palabra nace del testimonio que recibí de tantos sacerdotes a lo largo
de los años. Lo que ofrezco es fruto del ejercicio de pensar en ellos,
discernir y contemplar cuáles eran las notas que los distinguían y les
brindaban una fuerza, alegría y esperanza singular en su misión pastoral”,
explicó el Papa.
En esta línea, el Santo
Padre dijo: “Soy consciente de que mucho se podría hablar y teorizar sobre el
sacerdocio, hoy quiero compartirles esta ‘pequeña cosecha’ para que el sacerdote de
hoy, sea cual sea el momento que esté viviendo, pueda vivir la paz y la
fecundidad que el Espíritu quiere regalar”.
A continuación,
ofrecemos 25 consejos del Papa Francisco a los sacerdotes:
1.La cercanía con el
Señor es crucial en los momentos oscuros de la vida: “Sin la intimidad de la
oración, de la vida espiritual, de la cercanía concreta con Dios a través de
la escucha de la Palabra, de la celebración de la Eucaristía, del silencio de
la Adoración, de la consagración a la Virgen, del acompañamiento sapiente de
un guía, del sacramento de la Reconciliación, el sacerdote es, por así
decirlo, solo un ‘obrero cansado’ que no goza de los beneficios de los amigos
del Señor”.
2.Que todas las acciones
y las actitudes -sean útiles o buenas- tengan siempre “sabor a Evangelio”.
3.Estar atentos ante el
“optimismo exacerbado”, el repetir “todo irá bien”, pero avanzar sin
discernimiento y sin tomar las decisiones necesarias. “Ese optimismo terminará
por ignorar los heridos de esta transformación y que no logra aceptar las
tensiones, complejidades y ambigüedades propias del tiempo presente y
‘consagra’ la última novedad como lo verdaderamente real, despreciando así la
sabiduría de los años”.
4. “Hacerse cargo con
confianza de la realidad anclada en la sabia Tradición viva y viviente de la
Iglesia, que puede permitirse remar mar adentro sin miedo”.
5. No caer en
“espiritualismos desencarnados”, “discernir la voluntad de Dios es aprender
a interpretar la realidad con los ojos del Señor, sin necesidad de
evadirnos de lo que acontece a nuestros pueblos y sin la ansiedad que lleva a
querer encontrar una salida rápida y tranquilizadora de la mano de una
ideología de turno o una respuesta prefabricada, ambas incapaces de asumir los
momentos más difíciles e inclusive oscuros de nuestra historia”.
6. Fomentar
comunidades con “un fervor apostólico contagioso” y no comunidades
“funcionales, bien organizadas, pero sin entusiasmo, ‘todo en orden’, en donde
falta el fuego del Espíritu”.
7.No olvidar que la “vocación
específica, incluida la del Orden sagrado, es cumplimiento del Bautismo”.
8. Acordarnos que “nuestra
primera llamada es a la santidad. Nuestra vocación es en primer lugar una
respuesta a Aquel que nos amó primero”.
9. “Sin una relación
significativa con el Señor nuestro ministerio está destinado a ser estéril.
La cercanía con Jesús, el contacto con su Palabra, nos permite confrontar
nuestra vida con la suya y aprender a no escandalizarnos de nada de lo que nos
suceda”.
10. Muchas crisis
sacerdotales tienen precisamente origen en una escasa vida de oración, en una
falta de intimidad con el Señor, en una reducción de la vida espiritual a
mera práctica religiosa.
11. Tener espacios de
silencio durante el día. “Sustituir el verbo ‘hacer’ de Marta para
aprender el ‘estar’ de María”.
12. Aprender a dejar
que el Señor “siga realizando su obra en cada uno y que pode todo aquello que
es infecundo, estéril y que distorsiona el llamado”.
13.La cercanía con Dios
fortalece la cercanía del sacerdote con su Pueblo y viceversa.
14.Obedecer significa
“aprender a escuchar y recordar que nadie puede pretender ser el
poseedor de la voluntad de Dios, y que esta solo puede entenderse a través
del discernimiento”.
15. La obediencia puede
“ser confrontación, escucha y, en algunos casos, tensión, pero que no se
rompe. Esto pide necesariamente que los sacerdotes recen por los
obispos y se animen a expresar su parecer con respeto, valentía y
sinceridad”.
16. Tener “humildad,
capacidad de escucha, capacidad de autocrítica y de dejarse ayudar”.
17. Evitar la envidia.
“Debemos hablar claro: en nuestros presbiterios existe la envidia,
no todos son envidiosos, pero existe la tentación de la envidia, estemos
atentos, y de la envidia a las habladurías”.
18. “No tenemos
necesidad de presumir, ni mucho menos de pavonearnos o, peor aún, de asumir
actitudes violentas, faltando el respeto a quien está junto a nosotros. Porque
también existen formas clericales de bullying”.
19. Fomentar el
amor fraterno porque es “la gran profecía que en esta sociedad del
descarte estamos llamados a vivir”. En este sentido, “no se puede permitir
que se crea que el amor fraterno es una utopía”,
20. “El celibato es
un don que la Iglesia latina custodia, pero es un don que para ser vivido
como santificación requiere relaciones sanas, vínculos de auténtica estima y
genuina bondad que encuentran su raíz en Cristo. Sin amigos y sin
oración el celibato puede convertirse en un peso insoportable y
en un antitestimonio de la hermosura misma del sacerdocio”.
21. “Para comprender de
nuevo la identidad del sacerdocio, hoy es importante vivir en estrecha
relación con la vida real de la gente, junto a ella, sin ninguna vía de
escape”.
22. Ser capaces de “caminar
no como un juez sino como el Buen Samaritano que reconoce las heridas
de su pueblo, el sufrimiento vivido en silencio, la abnegación y sacrificios
de tantos padres y madres por llevar adelante sus familias, y también las
consecuencias de la violencia, la corrupción y de la indiferencia que a su
paso intenta silenciar toda esperanza”.
23. Ser “pastores del
Pueblo y no clérigos de estado, ni profesionales de lo sagrado”, sino
“pastores que sepan de compasión, de oportunidad; hombres con valentía capaces
de detenerse ante el caído y tender su mano; hombres contemplativos que en la
cercanía con su pueblo puedan anunciar en las llagas del mundo la fuerza
operante de la Resurrección”.
24. Evitar la “clericalización
del laicado, esa promoción de una pequeña élite que en torno al cura
termina también por desnaturalizar su misión fundamental”.
25. Para
mantener viva y fecunda la vocación es necesario permanecer cerca de
Dios, cerca del obispo, cerca de los sacerdotes y cerca del Pueblo de Dios. “Estas
cuatro cercanías son una buena escuela para jugar en la cancha grande a
la que el sacerdote es convocado sin miedos, sin rigidez, sin reducir ni
empobrecer la misión”.
Por Mercedes de la Torre
Fuente: ACI Prensa